La cuadrilla del Búcaro.- Por alusiones, y una vez que ha pasado la marabunta emocional del domingo en el coso venteño, creo que tengo que dejar unas líneas, que no a todo el mundo gustarán, sobre Morante, el Genio de la Puebla.

De la Puerta Grande, excesiva y desproporcionada, con un espectáculo final denigrante y poco taurino en una salida a hombros chabacana de vergüenza ajena, creo que ya se ha escrito todo y no merece más comentarios.

El palco de Madrid en determinadas corridas parece el Corral de la Pacheca, y esa deriva es preocupante en la que dicen primera plaza del mundo. Pero los trofeos quedaron el domingo en un segundo lugar después del tsunami desgarrador y sorpresivo que ha supuesto la retirada de Morante, llorando en mitad del ruedo, quitándose el añadido. Fue un golpe de realidad desvastador pero quizás necesario si queremos salvar al hombre en la mejor época del torero artista.

Morente ha llegado a octubre destrozado, después de un año de grandes tardes y conquistas, con muchos percances y exigencia de gran figura del nuevo siglo.

El mejor Morante que se recuerda tiene que descansar. Es una realidad que duele pero que no admite discusión. El momento fue ayer, pero se esperaba la noticia, el hombre tiene sus límites, aunque sueñe el toreo en el ruedo.

El futuro a corto plazo se presenta inquietante y oscuro, con un grupo de figuras más que amortizado y carentes de interés; se notarán las taquillas, sin duda.

Pero se abre la esperanza para tanto torero joven y no tan joven, que sin oportunidades, esperan preparados su oportunidad. Los mercaderes del toreo tienen que abrir la mano a otros toreros, renovar o perecer con sus toreros funcionarios con pocas cosas que contar. Cuando una puerta se cierra, se abre una ventana.

Morante volverá, quiero pensar que sí, pero que descanse, se recupere bien, y sobre todo sea feliz. Su toreo nos ha hecho felices muchas tardes, ahora le toca al Genio recuperar la sonrisa.

,