Javier Benítez.- El canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, declaró recientemente que el presidente de EEUU, Donald Trump, está bajo “una enorme presión” por parte de la Unión Europea y la OTAN. Lo manifestó al comentar la decisión del inquilino de la Casa Blanca de imponer aranceles secundarios del 100% a países que comercien con Rusia.

El diagnóstico

Lavrov dijo en rueda de prensa que Moscú quiere entender qué hay detrás del ultimátum de Trump sobre los 50 días para resolver la crisis ucraniana. Así lo expresó días pasados tras finalizar una reunión de ministros de Exteriores de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).

Asimismo, Lavrov subrayó que “está claro” que EEUU se encuentra bajo “una enorme”, si no “obscena”, presión por parte de la UE y de los actuales dirigentes de la OTAN, que “apoyan sin ceremonias las demandas de [Volodímir] Zelenski de seguir suministrándole armas modernas, incluidas armas ofensivas”.

Al ser consultado si Rusia está dispuesta a continuar el diálogo con EEUU, el canciller sostuvo que Moscú nunca determina las líneas de política “en detrimento de los intereses nacionales ni en detrimento de la seguridad del país”.

En este sentido, recordó que los objetivos de la operación especial van dirigidos, precisamente, a eliminar de raíz las amenazas que la OTAN ha estado creando “no durante un día, sino durante décadas” cerca de las fronteras de Rusia.

Por otra parte, en referencia a la reacción de los socios comerciales del país euroasiático, el jefe de la diplomacia rusa expresó que no renunciarán a sus compromisos, ni siquiera bajo las amenazas de Trump.

“Nuestros socios comerciales han escuchado lo que se dijo, pero difícilmente pueden ahora prever sus pasos siguientes. No veo cómo pueden renunciar a su política independiente, a la política de cumplimiento de los acuerdos que alcanzamos, tanto por canales bilaterales, como en formatos multilaterales”, reflexionó.

Al respecto, Maxim Medvedkov, asesor del Centro de Expertos en Asuntos de la OMC, declaró: “La intención del presidente estadounidense de imponer aranceles del 100% a las importaciones de bienes procedentes de países que compran petróleo, uranio y otros productos sensibles para nuestra economía podría provocar una mayor redistribución del comercio mundial y nuevos problemas en el funcionamiento de las cadenas de producción, incluso dentro de EEUU. Podría resultar difícil sustituir los productos rusos y se necesita el mismo petróleo para fabricar productos destinados al mercado estadounidense”.

“No es que la gente vaya al mercado local a comprar uranio. El uranio se hace con fines muy específicos, desde médicos, hasta energéticos, y, por supuesto, para potencias nucleares con fines bélicos. Entonces, no son productos cualesquiera, son productos muy precisos que el mercado ruso, por supuesto, tiene y que puede brindar a todo Occidente, y al que Occidente se ha cerrado la puerta. Y debido a que es un sistema de mundo capitalista, y que, ni EEUU, ni Europa, están aislados, esto les va a acabar afectando!, argumenta el analista político Christian Nader.

Por su parte, Alexander Firanchuk, investigador principal del Laboratorio Internacional de Estudios de Comercio Exterior, señaló que “en cuanto a las amenazas de imposición de aranceles secundarios contra los países que compran materias primas y otros bienes rusos, dicho escenario parece improbable por el momento”. “La cuestión sigue abierta: ¿está EEUU preparado para una nueva ronda de deterioro de las relaciones con China, el mayor comprador de productos rusos? La situación es similar con India y otras economías importantes. Es muy probable que la presión se dirija contra socios menos importantes, incluidos los países de la UEEA, que comercian activamente con Rusia. Sin embargo, para muchos de ellos, la cooperación económica con Rusia es más importante que las relaciones comerciales con EEUU”, dijo.

Nader apunta que “debido a que los mecanismos de pago y comercio entre Pekín y Moscú ya no dependen del dólar, ni de los mecanismos digitales vinculados al dólar, los estadounidenses ni siquiera saben cuál es el flujo comercial que hay entre Moscú y Pekín”. “Y además, porque también tienen frontera terrestre, entonces [Washington] no puede cuantificar cuál es el nivel de comercio entre ambos países”, concluye el analista.