Oriana Rivas. – Si bien los regímenes autoritarios se caracterizan por disociarse de la realidad al preferir cubrir las necesidades propias de sus dirigentes –con lujos y placeres, ignorando las urgencias de la población–, la dictadura cubana se lleva el premio mayor en 2024. La isla está sumida en una profunda crisis que ya se compara con la época de la caída de Unión Soviética. Hoy el servicio eléctrico escasea al igual que los medicamentos, las remesas mermaron y la población disminuye por el éxodo y las bajas tasas de natalidad.

Sin embargo, a la élite política no le importan esos problemas, ya que en la sombra acumula grandes fortunas. Prueba de ello son los 4300 millones de dólares que Gaviota –una de las empresas turísticas del Grupo de Administración Empresarial S.A. (GAESA)– posee en sus cuentas bancarias, de acuerdo con una investigación del Miami Herald. Eso, según el texto, representaría casi 13 veces más que los 339 millones de dólares que el régimen dice necesitar para abastecer las farmacias del país anualmente.

Las prioridades están totalmente invertidas en el castrismo. Estudios previos revelan que GAESA, controlado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), “ha priorizado inversiones desmedidas en el turismo en detrimento de sectores estratégicos como energía, transporte y agricultura”. El resultado era previsible: la isla se desmorona mientras el régimen sigue culpando “al bloqueo estadounidense”, algo que contradicen sus cuentas bancarias.

Patrimonios multimillonarios, pero poca inversión

El castrismo admite que hay 70 % de desabastecimiento en medicamentos esenciales para tratar la mayoría de las enfermedades. En paralelo, dos empresas de GAESA (Almest, que invierte en hoteles, y Gaviota, que los administra) “tenían un patrimonio neto de 22.756 millones de pesos cubanos. Eso es casi 13 veces lo que el gobierno invirtió en la salud pública y programas de asistencia social en 2023, según cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información”.

La investigación, respaldada con documentos obtenidos por el Miami Herald, deja en evidencia una vez más sobre quién pesa la responsabilidad de la crisis cubana. Sobre todo teniendo en cuenta que esos números no son los únicos. Almest “también declaró 4.700 millones de pesos de ‘inversiones estatales/sector público’ como parte de su capital”.

Poco y nada de ese dinero termina beneficiando a los cubanos. Las inversiones del Estado solo cubrieron 2,9 % el sector agrícola y apenas 1,9 % se dedicó a programas de salud. En contraste, 36 % se destinó a la construcción de hoteles. Aún así, el turismo se desplomó en casi 50 %, de acuerdo con una investigación separada del laboratorio de ideas Cuba Siglo 21. Entre las causas se incluye que país dejó de ser atractivo por sus continuos apagones, escasez de agua, acumulación de basura en las calles, entre otras.

“El año más difícil para los cubanos”

No está equivocada la afirmación del portal 14 y Medio: “2024 ha sido el año más difícil que han vivido los cubanos en este siglo. Todo lo que podía ir mal fue peor en estos últimos doce meses”. Pero en La Habana están lejos de admitir que las deficiencias provienen de la corrupción, la mala gestión gubernamental y el modelo socialista. En cambio, la prensa estatal demostró una vez más ser el brazo de propaganda de la dictadura al desviar las verdaderas noticias locales como el creciente éxodo, enfocándose, por ejemplo “en la voz de otros desplazados por lejanos conflictos”.

Hasta el 30 de diciembre, la empresa estatal Unión Eléctrica (UNE) informó que la isla iba a sufrir apagones en 37 % de su territorio durante el horario de mayor demanda de energía. El pico en diciembre superó el 53 % y no parece que las cosas vayan a mejorar para 2025.