Cuando la vida le gana la partida a la muerte: Niños que han sobrevivido al aborto y que ahora viven
Magdalena del Amo.- En un artículo anterior hablábamos de los niños abortados que nacían vivos y se les dejaba morir en un rincón, cumpliendo con los siniestros protocolos. En este, presentamos una relación de personas que han tenido mejor suerte: las abortaron, pero consiguieron vivir. El caso de Gianna Jessen es uno de los más conocidos mundialmente, porque su historia la cuenta ella misma en sus conferencias y se puede ver en YouTube.
Su madre estaba embarazada de varios meses y fue a que le practicaran un aborto salino (inyección en la placenta de cloruro potásico para quemar al feto por dentro y por fuera). Los bebés por aborto salino nacen muertos y color casi negro por las intensas quemaduras. Es uno de los más dolorosos. Gianna Jessen nació viva, con un kilo de peso y varios problemas neurológicos que aún tiene. Fue adoptada cuando tenía algo más de tres años. Ella creía que sus problemas físicos eran debidos a su nacimiento traumático por ser prematura. Cuando un día quiso saber más, su madre adoptiva le contó que su madre biológica tenía 17 años y la había abortado. Gianna siempre lo había intuido.
Sus conferencias son muy emotivas y agitadoras de conciencias. Dice Gianna: “Si el aborto reivindica el derecho de las mujeres, ¿cuáles fueron los míos? Les dejo el enlace, donde pueden escuchar su testimonio. ¡Prepárense para llorar! Y también para comprender aún mejor, el horror de esta peste que ha contagiado a nuestra sociedad, sin apenas remedios contra ella.
Patricia fue concebida por un impulso irresponsable. Sus padres querían divorciarse, pero en ese momento la ley exigía que llevaran un año separados. Mientras esperaban el momento de la firma, la madre se quedó embarazada y, como era un obstáculo para su divorcio, decidió abortar. Después de tres intentos nació una niña viva, a la que sus padres rechazaron y fue llevada a una casa cuna. Le pusieron nombre y fue adoptada. Pero sus heridas prenatales habían dejado una huella imborrable. Era una niña arisca, con grandes problemas afectivos, y huía de toda manifestación de cariño como abrazos o caricias. Cuando llegó a la adolescencia sentía que no era muy querida e intentó suicidarse. Esta vez también sobrevivió. Después, durante el tratamiento psicológico conoció la historia de sus padres y su nacimiento traumático.
Este caso es muy entrañable. Sucedió en la Cuba comunista, donde abortar no solo es libre sino aconsejable, y, en algunos casos, obligatorio. Afortunadamente, hay personal médico provida que, a veces, protagoniza milagros dignos de ser inmortalizados. La mamá del niño protagonista de nuestro relato andaba por los cuarenta años cuando se quedó embarazada. Por temor a que naciera con síndrome de Down o alguna otra malformación se le aconsejó que abortara y así lo hizo. El aborto consistió en la introducción mediante una sonda en el cuello del útero de una elevada dosis de rivanol, sustancia amarillenta que produce fuertes contracciones y provoca la expulsión del bebé. En muchas ocasiones, dependiendo del tiempo de gestación, el niño nace vivo y llorando. Esta fue una de ellas. Pero unos hechos providenciales cambiarían el destino del recién nacido. Ese día se encontraba trabajando una enfermera nueva, sin experiencia, y al ver que el niño estaba vivo lo llevó corriendo a la unidad de cuidados intensivos de neonatología. Normalmente, cuando los niños nacen vivos se les aparta y mueren enseguida debido a su inmadurez pulmonar. Como el bebé había nacido con suerte, ese día estaba de guardia un médico provida. Gracias a los cuidados de los dos profesionales sanitarios, el niño, llamado cariñosamente “Rivanolito” es hoy un chico normal físicamente, salvo una dolencia asmática causada por el abortivo.
Kristen decidió abortar a escondidas de su madre que trabajaba como voluntaria en la organización Birthright (Derecho a nacer). La misión de la progenitora era asesorar a las mujeres embarazadas y darles apoyo moral. Con su hija hizo lo mismo. A pesar de ello Kristen acudió con una amiga al centro de Paternidad Planificada, dependiente de la IPPF, y le practicaron un aborto. Cuatro semanas después volvió a hacerse una revisión al centro de planificación y le dijeron que aún seguía embarazada. Le propusieron hacerse otro aborto, pero Kristen, que ya se había arrepentido, se negó. Acudió con su madre a un ginecólogo privado y, tras examinarla, le dijo que estaba esperando una niña. La vio moverse por el ultrasonido y escuchó su corazón. Sin embargo, el médico le dijo que el bebé no era completamente normal. Aun así, quiso seguir con el embarazo. Unos meses después nació una preciosa niña de tres kilos de peso y perfecta, a quien pusieron de nombre Lauren.
Maggi Muñoz era madre soltera de cuatro hijos. Cuando se volvió a quedar embarazada le aconsejaron que abortara. Ella estuvo de acuerdo y acudió a la clínica donde le practicaron un aborto. Al menos, eso creyó. Más tarde acudió a su ginecólogo y comprobó que seguía embarazada. Mediante una ecografía pudo ver al bebé, que entonces tenía quince semanas de gestación. Unos meses después nació Yamile, una niña preciosa y sana.
Otro niño superviviente al aborto es Joshua Vandervelden. Su madre se hizo un aborto que, como en los casos que acabamos de exponer, resultó fallido. En la actualidad, él y su madre Linda viven en Wisconsin en una casa al lado de una clínica abortista. Los dos son activistas provida. Tienen un eslogan que dice: “No podemos olvidar a los niños abortados”.
Aunque Nicole se resistía a abortar, su novio insistía y prácticamente la obligó. En la clínica le inyectaron metotrexato, un potente químico para destruir al bebé. A las pocas horas se arrepintió, llamó al centro de abortos y le dijeron que ya no se podía hacer nada porque el feto estaría ya muerto. Acudió al doctor Steven Roth, especialista del Genesis Women´s Center, y este le recetó leukovorina, un fármaco utilizado para paliar los efectos de la quimioterapia en enfermos de cáncer. Era la primera vez que lo hacía, pero fue un éxito. El fármaco no solo contrarrestó el efecto del abortivo, sino que preservó al bebé de malformaciones y nació completamente sano.
*Psicóloga, periodista y escritora












Estremecedor testimonio que acrecienta la fé
Matar al no nacido es un acto cobarde , ruin y contranatura. NINGÚN ANIMAL lo hace conscientemente. El aborto es un crimen nauseabundo, contra un ser indefenso.
Hay tantos intereses en el asesinato de los niños que es muy difícil cambiar la situación., mientras estén gobernando estos sionistas.