Representa Iolanda Pineda un monumento a la tonticia política, a la estupidez humana, a la torpeza socialista, a la estulticia feminista, a la sinrazón progresista, al catalanismo cantinflesco de xarnego con sangre cainita. Representa todo eso y otros muchos más calificativos que acaso sería prudente reservar para la siguiente crónica. Exalcaldesa socialista de Salt (Gerona), Iolanda Pineda fue la responsable de que su pueblo ocupase más espacios en las crónicas de suceso que en las de política. Autora del pandemonium migratorio que ha llevado a Salt al duduso privilegio de estar entre las ciudades europeas con mayor tasa de ilegales y delincuentes por metro cuadrado, la Pineda alcanzó triste celebridad cuando se dejó fotografiar entrecruzando sus brazos con el de uno de los mayores delincuentes magrebíes de la zona.

Desconocedora de la mentalidad islámica, Iolanda Pineda dejó que los musulmanes de su pueblo interpretaran sus permanentes gestos de buenismo progre como signos inequívocos de debilidad y cobardía. Ella aparentaba no enterarse de nada y seguía erre que erre en la reconversión de Salt en refugio de vagos y truhanes, para mayor consternación de los miles de vecinos autóctonos que a punto estuvieron de lincharla poco antes de perder la Alcaldía.

Sectaria y de mirada quebradiza, malintencionada y torva, ella representa la antítesis de los valores más genuinos del alma humana. Por eso está en el partido de los socialistas catalanes. Que se sepa, el de las chekas y los consorcios con ETA en Perpignan.

Muda y ciega durante años a la existencia de una tupida red islamista en Salt dedicada a la extorsión y la explotación de mujeres y niñas. O a los tribunales islámicos que, a decir del propio CNI, operan en Salt con total impunidad. O a las restricciones que el islamismo impone a centenares de vecinas que viven y sueñan entre velos… Iolanda Pineda simuló siempre no enterarse de tales cosas.

De moral elástica, su obsesión fue siempre Plataforma per Catalunya (PxC) y, muy especialmente, la figura de Josep Anglada, cuyo liderazgo político y moral no hace sino crecer a la par que el de ella mengua por minutos. Pretende ahora, en un gesto de indisimulado rencor hacia quienes le arrebataron la Alcaldía con sus denuncias acerca de los trapicheos y enjuagues de la izquierda catalana con el islamismo, que el Pleno de Salt condene los hechos terroristas de Noruega y se reafirme en la “convivencia y el respeto como uno de los valores supremos del modelo social europeos”. Tiene gracia que hablen de convivencia y respeto los que han convertido sendas expresiones en una antigualla, en una entelequia, en una broma de mal gusto, con sus políticas entreguistas hacia quienes confunden la convivencia con un pelotón de fusilamiento contra los infieles y el respeto con una voz que traducida al árabe quiere decir: sumisión.

El escrito presentado por los socialistas salteños pretende denunciar y combatir “el fanatismo, la intolerancia, el racismo, la islamofobia y el rechazo al diferente, así como la retórica del miedo y del odio que abonan el terreno a actos violentos”. Se deduce que a la banda de Iolanda Pineda le causa tanta consternación lo ocurrido en Noruega como a nosotros los actos represivos en Siria. Lo que pretende es embarcar a la PxC en un patético ejercicio de filibusterismo retórico, de palabrería hueca, de moral epidérmica, de falso arrobamiento, que pretende emular el seguido por los partidos constitucionales con Batasuna. Estamos seguros que los ediles de la PxC lamentan lo ocurrido en Noruega de forma real y sincera, sin tener que buscarle rentabilidad a un asunto que nos impele a reflexionar sobre las miserias humanas. La de Anders Behring Breivik y la de Iolanda Pineda.

Estamos no menos convencidos de que los ediles de la PxC no tendrían ningún reparo político y moral para adherirse a esos proclamados valores del PSC salteño, porque son los que siempre ha defendido el partido de Anglada para Cataluña y el resto de Europa. Lo que no sería de recibo es seguirle el juego a esta miserable resuelta a utilizar una tragedia terrorista para ajustar cuentas personales. ¿Habría que preguntarle a la pájara por qué no suscribió todos esos valores, siendo ella alcaldesa, cada vez que el terrorismo islámico y también el de ETA golpeaban el corazón de España y el mundo? ¿Dónde estaba cuando Al Qaeda dejaba su siniestra firma en Europa? ¿Cómo conciliar esos valores democráticos que ahora proclama con su mutismo absoluto ante las ablaciones y los matrimonios forzados a que han sido sometidas decenas de niñas musulmanas en su Salt natal? ¿Dónde estaba su fingida consternación cuando el vecino de Salt Óscar Cruz fue brutalmente asesinado por un inmigrante magrebí? ¿En qué oscuros meandros de su conciencia socialista camufló entonces la conmiseración que ahora siente por las víctimas de Noruega al negarse a secundar el minuto de silencio de los vecinos en la plaza del Ayuntamiento? ¿Cómo tener la pavorosa indecencia de proclamar la intolerancia y el rechazo al diferente como rasgos distintivos de los mismos socialistas catalanes que, en sus depravados años de gobierno autonómico, renegaron de los catalanes castellanoparlantes, reduciéndoles al papel de simples parias?

Iolanda Pineda, qué cara más dura y qué conciencia tan versátil la que usted tiene. Frente a su moción, la mejor respuesta no sería otra que la que nos permitimos darle en el ejercicio de una libertad que, muy a su pesar y de su partido, aún no han podido arrebatarnos: “Ves-te’n a la merda”. Que traducido al román paladino significa lo que ustedes ya imaginan.