José Diaz-Herrera.- El 2 de octubre pasado, tras la negativa del Parlamento catalán a acatar la sentencia del Tribunal Constitucional, el diario madrileño ‘ABC’ enfurecía y exigía a Mariano Rajoy “decisiones drásticas” ante la “desobediencia” de Mas.

El diario monárquico, tan proclive él a ponerse del lado del gobierno y a no incordiar a los que mandan no sea que el gallego de orden de que no vayan a sus fiestas, en un duro editorial venía a decir hasta aquí habíamos llegado. “Es posible que la expectativa de tener que adoptar decisiones drásticas e inéditas genere vértigo en el Gobierno pero su obligación es superarlo”. “Rajoy cuenta con todo el respaldo de la ley y de la Constitución, con el apoyo de la inmensa mayoría de los españoles y con la comprensión de sus socios europeos para hacer lo que cada día resulta más inevitable”, señalaba, sin andarse por las ramas, y pedía al Gobierno que se suspendiera inmediatamente la autonomía de Cataluña.

Desde ese día y como quien no quiere la cosa, el caudillo de los catalanes, un tipo que peca de narcisista y de engreído ha seguido haciendo de las suyas. Pese a la suspensión cautelar de la Ley de Consultas por el Tribunal Constitucional Más firmaba el nombramiento de la Comisión de Control del 9-N. Y al día siguiente se reunía con los alcaldes catalanes para estudiar la forma de burlar la sentencia. El cronista de Periodista Digital en Barcelona, Pablo Planas relataba así lo ocurrido:

“El proceso del presidente de la Generalidad, Artur Mas, y del líder de ERC, Oriol Junqueras, es una fábrica de días históricos. El pasado sábado, Mas firmaba el decreto en medio de un gran boato con salida a la plaza de San Jaime para saludar desde los tercios. Este viernes celebraba una “cumbre histórica” de los partidos embarcados en el referéndum ilegal y tras siete horas de reunión se decidía mantener la “unidad de acción” y la fecha del 9-N. Hablaron todos, desde el presidente Mas al representante de la CUP, David Fernández, que ante el pasmo de los concurrentes pidió disculpas por no poder revelar los detalles del plan acordado intramuros. “Ni un paso atrás”, “se mantiene el pulso”, “nos defendemos del búnker” y otras frases por el estilo pretendían mostrar la cohesión inquebrantable del frente independentista.

“Este sábado, nueva jornada para la historia. Los alcaldes, los presidentes de las diputaciones y las asociaciones de munícipes por la independencia eran recibidos en el Ayuntamiento de Barcelona por el alcalde Xavier Trias, que pronunciaba un discurso sobre las insólitas, inéditas y felices circunstancias en las que acogía a sus colegas, teóricos depositarios de un mandato popular expresado en mociones de apoyo al referéndum. Más simbolismo, retransmisión en directo por TV3 y Catalunya Ràdio, los alcaldes con las bandas y las varas, los mossos con “espardeñas” y sombrero de copa y la guardia urbana con los cascos de acero bruñido y casacas rojas. Paseo por la plaza hasta el edificio de la Generalidad, recibimiento solemne de Mas y entrega de las mociones, uno a uno hasta poco más de novecientos de alcaldes, muchos del PSC. Reunión y discursos. Un nuevo despliegue a favor del referéndum”.

Añadía el periodista: “El proceso continúa. El bloque nacionalista no contempla los días normales. Cada día da un paso más en contra de la justicia, contra la ley y el Tribunal Constitucional, cada día se pronuncian grandes discursos en medio de solemnes actos, cada día se firman mociones, decretos y manifiestos que desafían la suspensión. La insistencia en que se votará el 9 de noviembre es un dogma de fe. La certeza de los líderes nacionalistas es absoluta. Ayer fue el turno de Trias, de Vila d’Abadal, alcalde de Vich, y de Miquel Buch, uno de los nacionalistas con un discurso más radical, alcalde convergente de Premià de Mar, presidente de la Asociación Catalana de Municipios (ACM). No albergan la más mínima duda sobre la celebración del 9-N, “la fiesta de la democracia”. Y más lecciones. Vila d’Abadal instó a “seguir hablando” a la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, pese a que la plaza de San Jaime presentaba un insólito aspecto”.

El domingo 5 de octubre, mientras El País publicaba una encuesta anunciando el desplome del PP, que perdía la mitad de los votos; mientras el presidente del Gobierno seguía tumbado a la bartola esperando que el tiempo lo arreglara todo, instalado en la mediocridad y a la falta de audacia intelectual y real, llorando como mujer lo que debería hacer como hombre, Libertad Digital anunciaba que la persona que vituperó innecesariamente, gratuitamente, en 2012, su amigo del alma y de sus quereres, Artur Más, se acababa de convertir en el capo indiscutible del separatismo. Lo hacía en estos términos:

“Artur Mas se ha convertido en el líder absoluto del proceso separatista tras el apoyo que le mostraron casi novecientos alcaldes, así como Carme Forcadell, de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), y Muriel Casals, de Òmnium Cultural, el pasado sábado en el Palacio de la Generalidad. El sucesor de Jordi Pujol maneja a su antojo la agenda política y avisa de próximos pasos que se niega a concretar “para no dar pistas”. Exhibe una fe ciega en que el próximo 9 de noviembre se celebrará el referéndum y lanza discursos que superan en radicalismo a los de David Fernàndez, el diputado de las Candidatures d’Unitat Popular (CUP)”.

BRAVATAS Y PROVOCACIONES ESTÚPIDAS.- Cualquier crónica que se elija desde Cataluña es una reiteración de lo mismo: bravatas, desafíos, desdenes, provocaciones y jactancia por doquier sin que los representantes del Estado aparezcan por ninguna parte para defender el principio de legalidad.

De ahí que haya que pensar, que planearse seriamente, si el presidente del Gobierno está, se le espera o ni lo uno ni lo otro. Y la impresión generalizada es que no se encuentra a la altura de las circunstancias ni lo va a estar nunca. De ahí que muchos españoles piensen estos días, con razón, que asisten al entierro de España tal y como la concibieron nuestros abuelos y la hemos heredado nosotros.

Otros, en cambio, se resignan y traen a colación lo de la condición humana. Y es que, desgraciadamente, a todo el mundo no se puede exigir que sea un valiente, que los tenga bien puestos, que esté dispuesto a dar la vida por los demás, a fajarse con los enemigos históricos de España, a combatir al separatismo sin cuartel hasta poner en retirada a los secesionistas.

Y es que Mariano Rajoy, el señor que con sus bravuconadas estériles, con su autoritas de niño de escuela primaria nos metió, en parte, en este follón incalificable al hacerse el gallito con Artur Más y no negociar un pacto fiscal que, según El Mundo, hubiera hecho que el independentismo tuviera hoy al menos 20 puntos menos [y nos hubiera permitido ganar tiempo para organizar una contraofensiva en toda regla], el Rajoy que ha metido la pata hasta el corvejón, según muchos de sus fieles, y de sus infieles, el individuo que ha jugado impunemente con el pan de nuestros hijos, es una persona a la que el Diccionario de la Real Academia Española definiría como un individuo débil, melifluo o incluso blandengue. Todo lo cual sea dicho con todos los respetos y sin ánimo de ofender.

Por mucho que ahora se queje su ministro del interior, un tal Jorge Fernández Díaz de que ‘Mas y Junqueras nos quieren llevar a otro octubre de 1934’, en referencia a la proclamación del Estado Catalán en la noche del 6-7 de octubre de 1934, hace exactamente 80 años, por Lluis Companys y su legión de garibaldis de salón [Ventura Gassol, Miquel Badia y Josep Dencàs, jefe de milicias, entre otros]; por mucho que se desgañite, el problema de la astracanada de entonces, como el de la de ahora, no sólo es de falta de liderazgo político real en España, que lo hay, sino de falta de decisión, de voluntad y de convicciones.

Porque para hacer lo que se debería no hace falta ser Charles de Gaulle ni Winston Churchill, los dos políticos que salvaron al Viejo Continente de la hecatombe global entre 1940 y 1945. Tampoco sería necesario tener la talla política y el coraje de Konrad Adenauer o Alcide de Gasperi, los dirigentes que trajeron la paz y la prosperidad a Europa tras la contienda.

FALTA DE LIDERAZGO.- Como tampoco hay que pedirle peras al olmo no se le puede exigir, como hace ABC, heroicidades al estilo de las realizadas por los generales Manuel Montes de Oca o Diego de León y Navarrete, por poner dos ejemplos, quienes en 1941 se unieron al alzamiento moderado Leopoldo O’Donnell contra Baldomero Espartero y dieron su vida por España al ser fusilados en ese año. Nadie e su sano juicio, obviamente, desea ir a visitar al amado y venerado presidente del Gobierno al pabellón de fusilados ilustres por saltarse la ley a la torera y no respetar la Constitución.

Para completar la biografía que viene al caso que estoy contando, tampoco puede decirse que de casta le viene al galgo. No señor. Las cosas como son. Una vez, me confeso para un libro que a su padre, el magistrado Mariano Rajoy Sobredo, presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra, lo habían depurado los socialistas para establecer una justicia a su medida. Luego comprobé que no era cierto. Le habían jubilado anticipadamente cambiando las leyes, eso sí, pero por otras razones. Una de ellas, porque era más bien retraído y excesivamente conservador y no se había enfrentado al franquismo en el juicio del caso Redondela, que le había tocado juzgar. Dicho sea de nuevo, a efectos de inventario y sin ánimo de ofender ni de calumniar a su difunto progenitor, Q. E. P. D. y en la gloria esté.

Rajoy Brey es, por tanto, un personaje oscuro, de los del montón, sin demasiado pedegree, y sin otro carisma que el de ir a misa los domingos y fiestas de guardar, y el de hacer como el que hace para luego no hacer nada.

De ahí que la opinión publica espere poco de él. La gente, el público en general, entiende incluso que en la semana más dura y difícil de España, en la que tras la aprobación de la Ley de Consultas por el parlamento catalán, el presidente de la Generalitat se pasó una semana sin firmarla esperando una llamada de La Moncloa para negociar, se fuera de viaje como si nada ocurriera a jugar con los chinos.

La ciudadanía, el público en general, asimila y hasta comprende, porque nadie es de piedra ni está hecho a prueba de bombas, que se pase el día comprando tila, pasiflora, hierbaluisa, valeriana, ylang ylang y que esté dispuesto a escribir un tratado sobre las plantas tónicas y relajantes.

MAS MIEDO QUE VERGÜENZA.- El pueblo llano asimilaría, llegado el caso, que Rajoy quiera darnos la impresión de que está hecho de la misma madera que los periodistas ingleses y norteamericanos que miraban impasibles a las cámaras de televisión y se encaminaban al martirio mientras los verdugos del Estado Islámico le rebanaban el cuello.

Todo eso lo admite la ciudadanía. Lo que nadie entiende, en cambio, es esa pose de primer ministro pasmao, como si acabara de asistir a un strictease de Artur Más, hubiera mirado por primera vez a su oponente la zona más conocida del caballo de Espartero, y se hubiera quedado obnubilado como le ocurrió al rey Juan Carlos II (Valladolid, 8 de abril de 1605 – Madrid, 17 de septiembre de 1665) cuando descubrió a Laura Sol en el papel de Marfisa, una prostituta catalana de la Villa y Corte.

La constitución Española, tan previsora ella, establece las medidas que habrían de tomarse si un primer ministro muerte en acto de servicio y deja vacante su cargo pero no determina las previsiones si se queda pasmao. Por todo lo cual habría que improvisar, devanarse los sesos y suplir la falta de previsión de los padres de la patria.

En otros momentos de la historia de España, una situación de esta naturaleza, insólita e inesperada a la vez, se hubiera resuelto de otra manera. Porque, hay que recordar porque la historia no está para repetirla, que en España desde Prim hasta Carrero Blanco, siempre ha habido un anarquista dispuesto a sacrificarse por el pueblo y a resolver el problema como en los tiempos de Caín y Abel. Era la solución más fácil. Resuelto el problema se le daba garrote vil al sujeto y asunto acabado.

Hoy sigue habiendo anarquistas de la política dispuestos a librarlos de los Cánovas, Canalejas y Datos de nuestros días [Antonio Cánovas del Castillo, José Canalejas y Eduardo Dato]. Pero los chicos de Podemos, que así se hacen llamar ahora los anguiolillos, andan por ahí con sus pistolas humeantes, amenazando a todo el mundo, pero quieren hacerlo desde las urnas con lo cual no se resuelve el asunto. Como, además, parecen dispuestos a quedarse y a gobernarnos no sólo representan un problema, son o serán el problema.

En esta hora triste de la agonía de la nación, en este instante en que el sentimiento trágico de la vida nos persigue de nuevo, en el momento justo en que la nación entera aspira y desea que se le aparezca un caudillo redentor llegado del cielo y no escapado de un cuartel, como ha ocurrido en otras ocasiones, alguno de mis amigos sugieren otras soluciones, democráticas las dos:

CHIQUITA PERO MATONA.- Una de ellas es que Rajoy se hiciera el muerto y delegara parte de sus funciones en la vicepresidenta con lo cual el gallego no sólo haría un bien a la patria sino que despejaría, de una vez por todas, el pesado e inmerecido estigma de “machismo” que persigue a la formación de la calle Génova, desde que el ex ministro de Agricultura Miguel Arias Cañete le confesó a una mujer y además periodista que él era un superhombre y no podía debatir en pie de igualdad con mujeres.

La popular Soraya Sáenz de Santamaría tiene fama de ser “chiquita pero matona” y tal vez habría que darse su oportunidad. No es que mate a la gente del susto, con su sola presencia o sus encantos, como le ocurría a su antecesora, la socialista María Teresa Fernández de la Vega. La popular sabe negociar, pactar y mercadear sin vender lo que es de todos.

De entrada, hay mucha gente que piensa que sería capaz de devorar de un bocado a ese otro catalán mas peligroso que una piraña en un bidé, medio visco, con un raro estrabismo, ese el de mirada torva y retadora, el que nunca mira al frente, el que no para de observar suelo, como si buscara algo en las baldosas, y que tiene pinta de seguir así eternamente.

Otra de las alternativas sería que el presidente del Gobierno, sin abdicar de sus obligaciones, nombrara un biministro plenipotenciario de Interior y Defensa, a un tipo con dos bien puestos, con plenos poderes para nombrar un estado mayor de la defensa de España [que no tiene porque ser militar] y tomar las decisiones que haga falta, desde las más duras y dolorosas hasta las más tibias y reconciliadoras.

En cualquier caso, algo, sin duda, habrá que hacer para aniquilar el desafío de Artur Más y del puñado de colaboradores que acaban de amotinarse en contra de España esgrimiendo la estelada de la independencia y poniendo en marcha una estrategia de la tensión más peligrosa que el 23 F. Frente al aquelarre separatista habrá que hacer cualquier cosa menos la de seguir actuando bajo el síndrome del pasmo, del aturdimiento y de la enajenación, bajo el efecto hipnotizador de los cataplines del caballo de Espartero que luce Artur Más. Solicitar que se instalen más retretes en el Palacio de La Moncloa para evacuar los miedos ancestrales, atávicos y los modernos, y permanecer de hinojos todo el día, con los pantalones bajados, si que no es la solución don Mariano.

Ante esta situación prerrevolucionaria, levantisca y de insurrección social, el presidente del gobierno no puede seguir en orsay, en fuera de juego permanente. Porque la sociedad no lo entiende y tiene la posibilidad, que se está ganando día a día, de pasar a la historia, lo mismo que Mohammed ben Abî al-Hasan [Boabdil el chico], como un político cobarde que destruyó España forzando a su partido a desaparecer del mapa. Corre, además, el riesgo, el triste sino, de tener que exiliarse de la nación y evaporarse del planeta ya que nadie con una pizca mínima de conciencia le va a perdonar jamás lo insignificante que se puede llegar a ser.

¡Rajoy, insensato, piensa en tus hijos y actúa, que te condenas!