Me ha chafado usted la celebración de mi cincuenta y tres aniversario de boda o el quincuagésimo tercero, para favorecer en algo nuestra maltrecha cultura debido a sus tacañeces y recortes. Nunca, desde que entró este mogollón en la política, hemos tenido tan hundida, desprestigiada y abandonada nuestra cultura. Parece que volvemos a las andadas de que contra más inculto es un pueblo, más fácil se maneja.

Con la eliminación de centros y el cese de profesores, debido a los dichosos recortes, nos hemos convertido en un país en pleno retroceso. Por ello no me causó sorpresa que en un programa televisivo, Julio Iglesias hijo, se quedara dudando sobre qué río pasaba por Sevilla, de los tres que le indicaban: Manzanares, Guadalquivir y Ebro. Tras reflexionar unos minutos, pretextando que eso lo había estudiado cuando tenía nueve años y se le había olvidado, se decidió por el Guadalquivir. Y se trata del hijo de una familia acomodada y un cantante que debe haber visitado esa capital andaluza cientos de veces. ¿Qué podemos esperar del alumno de enseñanza pública?. Es más importante “cebar” económicamente a un diputado o senador, que mantener a profesores y maestros que son los auténticos formadores de jóvenes para el futuro.

Me parecía deleznable organizar celebraciones familiares en un restaurante, para comer y brindar alegremente, mientras en la calle personas con hambre y sin una casa donde resguardarse del frío, pedían unas monedas, algo de comer o revolvían en la basura en busca de residuos alimenticios. Ante tan duras y denigrantes escenas volverán a decir que África empieza en los Pirineos. Cuesta trabajo entender la nueva parida de nuestra Alcaldesa, señora Botella, que ya se acerca a “botellón” por la resaca que produce, con esa absurda medida de castigar con multa de 750 euros la mendicidad y el hurgar en la basura, como si el que llega a tales extremos por el hambre, dispusiera de ese dinero. Algo demencial y vergonzoso, pero nada raro en esta complicada munícipe, intentar que hasta los pobres de solemnidad contribuyan al sostenimiento de su privilegiada manera de vivir. Tan chocante como oírla en su macarrónico inglés.

Creo que tenía que ser ella la que eliminara la mendicidad de las calles, pero no a base de castigos, sino de ayudas económicas e incremento de los servicios sociales que están colapsados debido a la crisis que nos ha provocado su partido.

¡Estimo que ya podía utilizar la “tijerita” el señor “sastre” o desastre Rajoy, para recortarse la barba y no el pan de mi familia!. Ni para la tarta me han dejado. Siento verdadero pavor tener que soportar dos años más la generalizada ineptitud de un Ejecutivo, que más vale no ejecute nada, porque su jefe, el “señor de las tijeras” donde pone el ojo inocula la miseria. O vive en la inopia o sus quinientos asesores, que no sé para qué sirven, no le han puesto en contacto con la trágica realidad que vive el país. Cualquiera de ambas circunstancias no le dejan en muy buen lugar. Ha acabado en solo dos años con todas nuestras esperanzas e ilusiones. Y cuando el pueblo pierde la fe en sus políticos y se siente engañado, su reacción es imprevisible.

No sé si le importará que consideren a su gobierno como el peor de todos los que han ocupado la Moncloa en esta llamada Democracia. Me duele reconocerlo, ya que fui uno de los que confiaron en su honestidad y el cumplimiento de sus promesas electorales y ahora me siento culpable y ultrajado por haber contribuido a la miseria en que nos tiene sumidos. Le prometo que no volveré a votarle, ni aunque por hacerlo me concediera indulgencia plenaria el Papa Francisco. Claro que usted dirá: “ande yo caliente y ríase la gente” , pero en este caso, el que usted vaya tan bien pertrechado, no nos causa risa, sino llanto, indignación e impotencia.

Solución de un buen gobernante cerrar la boca al pueblo para que no critique su manera de gobernar, sino hacer que se sienta satisfecho y feliz con sus políticos. Una situación que estamos a millones de años luz poderla sentir en la actualidad. La mordaza es propia de gobiernos dictatoriales y aquí, que yo sepa, tenemos una democracia. Al menos, así la llaman.

¿Cree usted que prohibiendo manifestaciones, protestas y críticas, va a conseguir que sus impuestos, recortes, bajadas de salarios y aumento del paro se mantengan ocultos?. No me sentiría satisfecho amordazando la libertad de expresión y protestas justificadas. No es la Está el pueblo como para que le vengan con historias de sobres, extraños donativos de empresas beneficiarias de obras públicas y millones escondidos fuera de nuestras fronteras, que al igual que las famosas golondrinas de Becquer, sabemos que no volverán. El país se ha convertido en la nueva cueva de Alí Babá, aunque los ladrones se cuenten por miles y sus robos por millones. Ninguno devuelve lo robado y si pasan por la cárcel es por poco tiempo y con toda clase de consideraciones. Lo habitual es que las diligencias se alarguen con nuevas alegaciones, diligencias y recursos, hasta que el delito haya prescrito u ocupe la actualidad otro mayor. Pero no hurte para comer o para el pago de su vivienda, pues en menos de veinticuatro horas irá a la cárcel, con penas que no llegan a cumplir ni los peores terroristas.

Ha sido el único aniversario de boda que no he podido reunirme con mis hijos y nietos en una comida. Ni en la época de Zapatero, al que tantas críticas le hice, me vi abocado a esta decepción. Ya lo indica el dicho: “otros vendrán que bueno me harán”, aunque dudo que en su caso, esto pueda suceder. No está el ambiente para celebraciones y saraos, mientras hay familias que pasan días enteros sin comer. Me remordería la conciencia y no podría tragar ni un sencillo plato de sopa. Claro que yo no soy político. Solo un iluso Quijote que intenta luchar con su pluma como lanza y su sinceridad como adarga no contra molinos de viento, sino truhanes y tragaldabas bien trajeados y mejor servidos. Moriré en el intento. A mi edad ya no hay tiempo para milagros.

No me engañaran otra vez. Mucho han de cambiar las cosas para que el pueblo recobre la fe y la esperanza en unos políticos que nos están haciendo cada día más pobres, mientras ellos se hacen cada vez más ricos. Y su dinero, bien guardado en paraísos fiscales donde las huestes de Montoro no tienen atribuciones y menos si como el afirma están “trufadas” (plagadas) de socialistas, que es la excusa más necia y torticera que he oído en mi vida para justificar una mala gestión ministerial.

Señor Rajoy, con todos mis respetos, lo están haciendo ustedes rematadamente mal.