Reproducido.- Una parte de la población española, tal vez el 20%, sobrevalorada mediáticamente y sobrerepresentada socialmente, quiere morir. Odio de sí mismo, arrepentimiento, autoflagelación, etnomasoquismo, xenofilia… Todo esto ya ha sido analizado un millón de veces y se puede resumir en una pulsión de muerte. Es un suicidio lento, pero real.

Ante la invasión que nos inunda, ante la extensión de la marea que nos ahoga, este 20% sueña con el paraíso de la convivencia y con la sociedad de la Señorita Pepis. Estos ven, al igual que todos, la degradación y la decadencia, pero su cerebro desquiciado, su pervertida escala de valores y su nulidad intelectual lo interpretan como la antesala de Shangri-Lá en primavera. Ahí fuera se mata y se viola como en un campeonato, el Tercer Mundo y sus lacras se han incrustado en nuestro paisaje y una humanidad con sus salvajes instintos intactos anda dando zarpazos a diestra y siniestra a una sociedad a la que sólo quiere devorar, pero el problema es la intolerancia y la xenofobia.

El 20% de los españoles desea, pues, morir, quiere desaparecer. Es su problema, pero nos quieren arrastrar al resto en su caída. Estos trastornados quisieran que hasta el recuerdo de sus antepasados fuera borrado de la faz de la tierra que les vio nacer. Les quieren dejar abiertas las puertas de par en par a todo mamífero bípedo implume vertical de pulgar oponible que camina sobre el planeta Tierra. Si se enteraran que hay vida extraterrestre, les abrirían los brazos (y las nalgas) a los marcianos. Y pronto oiríamos: ¡Papeles para todos! ¡Sanidad para los hombrecitos verdes!

Otro 60% está dispuestos a seguirlos, llevados por su instinto gregario, la cabeza hueca y la mirada clavada en la pantalla de la televisión, como lemmings, en tropel y sin siquiera pararse a respirar. Quieren morir, no hay caso, aunque se crean que se encaminan al buen puerto de la sociedad ideal. ¿No es eso acaso lo que le repite incesantemente la letanía oficial, difundida por todos los medios del sistema?

Queda un 20%. Estos no quieren morir, quieren vivir. Llevan en sí otra cosa que no es esa fangosa resignación travestida de esperanza en las mentiras con las que ceban el rebaño lanar en que se ha convertido un pueblo, por cuyas venas corría antaño algo que se llama sangre.

Por el camino que llevamos, y conducidos por los malos elementos que se han colocado a la cabeza de una sociedad en perdición, vamos derecho a una guerra a muerte entre los partidarios del suicidio (ayudados por los alógenos recién llegados) contra los partidarios de la vida, un enfrentamiento de los enemigos del orden natural contra los defensores de los valores de nuestra estirpe. Entre esos dos 20%, el restante y aletargado 60% quedará atrapado en un fuego cruzado. Tendrán que elegir en qué trinchera ponerse.

A los que queréis el fin de las cosas, entregados a la desaparición y hundidos en la nada de la destrucción, os decimos que no contéis con nosotros. No tenéis derecho a arrastrarnos a la muerte que buscáis. No veo otra solución que la separación. Socialistas, comunistas, izquierdistas varios, ecologistas, feministas, católicos de Cáritas, burgueses de pacotilla y demás canallas, iros a morir a algún sitio lejos de aquí con vuestros mahometanos, vuestras queridas etnias y vuestra soñada diversidad. Iros al norte o al sur, a alguna isla deshabitada o a algún desierto remoto, y demostradnos lo que valéis. Llevaros vuestras ONGs, vuestros obispos que besan el Corán, vuestros artistas y vuestros “intelectuales”, vuestra podrida casta política que cebáis con vuestro servilismo y vuestra cobardía. O si no, quedaros con algunas regiones de España y dejadnos vivir en paz en algunas otras. Así podréis hacer todas las mezquitas que os salga del alma, poneros esas burkas que os negáis a condenar, incaros de rodillas antes esos barbudos que tanto os fascinan, bajaros los pantalones ante ellos y vivid plenamente el renacido Al-Ándalus de vuestras enfermizas quimeras. Y haced de ese territorio un buen moridero, comed halal, elevad minaretes en vuestros jardines, mestizaros hasta el tuétano, reventad de una puñetera vez rodeados de vuestros exóticos y envueltos en todos los colores y olores de la multicultura.

Y dejadnos que vivamos sin vuestra presencia, liberados por fin del castigo de soportar el hedor de la corrupción y la fealdad de vuestra degeneración. No pasarán 20 años antes de que convirtáis ese nuevo país en otro estercolero musulmán y tercermundista.

Esto no se hará, claro. Es sólo una fantasía. Pero sería la última solución antes de la guerra civil. Es una propuesta irrealizable que nadie escuchará, pero eso nos hubiera evitado lo que vendrá. Porque no vamos a morir con vosotros, nos vais a tener que matar . Y os esperamos.

*Presidente de Soluciona en Cataluña