En julio de 2011, muchos de los chabolistas habían sido desalojados

Mal momento el que atraviesa el denominado clan de “la Mora” en La Coruña. A la sentencia que condenaba hace dos semanas a la matriarca de esta familia de etnia gitana, conocida por dedicarse desde hace años al tráfico de estupefacientes, y a su pareja a cinco años de cárcel, y a más de tres a varios de sus parientes más cercanos, por convertir en un nuevo “supermercado de la droga” tres viviendas semiabandonadas de la zona coruñesa de San José se suma ahora una nueva resolución, que impone otros tres años de cárcel a una de su hijas y a su compañero sentimental por el mismo tipo de negocio, desarrollado poco tiempo antes en las últimas chabolas de Penamoa.

Los dos se encuentran ya, como la propia María Jesús Silva Jiménez (“la Mora”), en prisión preventiva, después de que el mismo tribunal de la Audiencia sancionase a ambos con tres años y medio como implicados en la venta de droga de las casas de San José, un negocio por el que el pasado mes de noviembre fueron llevadas a juicio esta pareja, la matriarca y otras cinco personas, detenidas en el marco de una operación policial que se iniciaba en agosto de 2011 y culminaba en enero siguiente, con más de 17.000 euros procedentes del narcotráfico incautados y 21 gramos de heroína intervenidos.

Nada más conocerse la sentencia de la Audiencia –que condenó a siete de los nueve acusados–, la Policía Nacional volvía, a finales de noviembre, a golpear al clan gitano y sus allegados, con la detención en San José de otras seis personas, entre ellas otro de los hijos de “la Mora”.

Un mes antes

La sentencia que ahora se conoce se refiere a unos hechos detectados por la Policía Nacional solo un mes antes de que los vecinos del entorno de la refinería comenzasen a detectar el trasiego de toxicómanos hacia las tres viviendas semirruinosas de San José.

Como se puede leer en su apartado de hechos probados, fue en julio de 2011 cuando un dispositivo policial desplegado en el entorno del antiguo poblado de Penamoa detectó cómo el compañero sentimental de la joven y ella misma proveían de una papelina a un toxicómano.

Cacheada la sospechosa, los agentes hallaron dos bolsitas con cocaína ocultas en su cinturón, y un bote con 32 envoltorios de heroína en el mismo lugar donde, según el tribunal, la pareja distribuía la droga.