‘El cant dels segador’ (el canto de los segadores) es como se sabe el himno oficial de Cataluña. Habría que preguntarse a continuación de cuál de ellas: ¿la cristiana, integradora, laboriosa, celosa de sus tradiciones o bien la Cataluña reaccionaria, trasnochada, anticristiana, masona y separatista?

Hablemos claro. ‘El cant del segadors’ es un canto de guerra que defiende la muerte a golpe de hoz; la muerte, hay que decirlo, de compatriotas españoles. ¿Cómo puede ser aceptado un himno que defiende la muerte de un hermano de la misma nación y que clama por unos valores que estarían más en consonancia con los del islam que con los de la tradición cristiana?

Mal que les pese a muchos, Cataluña es España y España no seria concebible sin Cataluña. El problema de Cataluña son sus políticos: esos perros con diferentes collares que se han servido de todos los sistemas de gobierno para defender sus propios intereses a espalda de los intereses generales. Resulta un anacronismo que una parte de los catalanes contemple al resto de España como una metástasis, mientras se abrazan alborozados a los nuevos conquistadores, resueltos a conquistarnos y a esclavizarnos en nombre del islam.

Cataluña fue grande cuando asumió como propio el ideal del resto de España. Catalanes fueron los protagonistas de las páginas más heroícas de la guerra de la Independencia contra el invasor francés. Lérida y Gerona rememoran algunas de las mejores epopeyas de aquel periodo. La lucha hoy contra el islam será más efectiva si unimos nuestras fuerzas a la del resto de los españoles, como hicimos hace doscientos años para liberar nuestra tierra del virus napoleónico.

Desde luego, será imposible construir ningún futuro para Cataluña si no sabemos de donde venimos y, sobre todo, no teniendo mejor horizonte que el exterminio de nuestros hermanos.

Como tantos catalanes, viví la transición del régimen autoritario de Franco a la memocracia de ahora. Se  ha avanzado en algunos aspectos, pero justo es admitir que en otros muchos estamos peor que entonces. Mientras tuvimos clara nuestra pertenencia a la civilización española y occidental, Cataluña prosperó como ningún otro pueblo de la geografía peninsular. Ha sido a partir de la llegada masiva de inmigrantes y del inveterado odio a España y al cristianismo, cuando Cataluña empieza a ser sinónimo de conflictividad social, de empobrecimiento de la población, de hundimiento moral, de kosovarización de nuestras calles, de cierre de empresas y de pesimismo ciudadano. Los que han querido borrar todo signo de españolidad han sido los responsables de que Cataluña haya dejado de ser tierra de promisión y oportunidades para convertirse en una tierra sin apenas futuro para los de casa.

Pero a lo que íbamos. ¿Qué opinaría el fiscal general del estado si un dirigente batasuno apelase a derramar la sangre de los castellanos y a certificar la muerte de España? Pues eso mismo es lo que defiende ‘El cant dels segadors’ en su letra; un himno que es, sobre todo, una exaltación del odio.

A través de este artículo solicito a las autoridades políticas y judiciales la prohibición del ‘Cant dels segadors’ y su sustitución por la ‘Santa espina’ como himno oficial de Cataluña, un bellisimo canto de amor y tradición cristiana.

Por otro lado, como catalán de pura cepa me avergüenzo del trato vejatorio que les estamos dando a nuestros hermanos del resto de España. El nacionalismo catalán desprecia a los andaluces y a los extremeños, pero si un andaluz o un extremeño llega a nuestra tierra renunciando de sus orígenes y apoyando la locura independentista, entonces se convertirían en ejemplos de catalanidad. Ese es el sino del separatismo, más falso que un Judas de plástico, que ante todo pretende el control pleno de los ciudadanos para imponernos su estrecha y cicatera visión del mundo. Hace ya más de doas años, dejé escrito en este mismo medio: “No piensen ustedes que CiU traerá moderación a la política catalana; antes al contrario, con la sutileza típica de los ofidios envenenados, este partido tratará de ensanchar cualquier diferencia con el resto de España, alimentando el odio de los catalanes a través del victimismo y dejando en barbecho la paulatina islamizacion de Cataluña”.

Por todo lo anterior es hora de que catalanes y españoles todos defendamos nuestra tierra contra cualquier intromisión ilegítima. Me niego a aceptar como propio un himno que es sobre todo una apología de la revancha y del odio racial. Cataluña está retrocediendo social y económicamente por mor de unos políticos que, como si de un esperimento génetico se tratase, pretenden separarnos de la célula madre para crear otro cuerpo deforme y amorfo.

*Presidente del Círculo de Empresarios de Tabarnia.