Alberto Núñez Feijóo: El discurso de un hombre de Estado

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante su primer discurso tras ser reelegido para un segundo mandato
Estanislao de Kostka.- El discurso de clausura pronunciado por Alberto Núñez Feijóo el la clausura del XXI Congreso Nacional del PP ha confirmado las expectativas generadas por su intervención del día anterior, consolidando su posición como líder de la oposición y candidato natural a la presidencia del Gobierno. Su discurso del domingo, más centrado en la acción de gobierno que en la retórica partidista, ha completado el cuadro de un estadista preparado para asumir las responsabilidades del poder. (PINCHE AQUÍ PARA ESCUCHAR EL DISCURSO DE CLAUSURA DE FEIJÓO)
Si el sábado 5 de julio Feijóo había presentado su “manual de decencia” como alternativa ideológica al “sanchismo”, el domingo 6 de julio ofreció un programa de gobierno concreto que puede calificarse de un discurso de investidura. El líder del PP abandonó completamente el tono partidista para adoptar una perspectiva puramente institucional, dirigiéndose no solo a los militantes del PP, sino al conjunto de la ciudadanía española.
La estructura del discurso reveló una madurez política excepcional. Feijóo comenzó saludando al cuerpo diplomático, a los representantes sindicales y empresariales, y a las organizaciones sociales presentes, estableciendo desde el primer momento el carácter nacional de su intervención. “Hoy no acaba nada, hoy empieza todo”, declaró, marcando la transición de la fase orgánica a la fase política de su proyecto.
Las Diez Tareas Prioritarias.
El núcleo del discurso lo constituyó la presentación de diez tareas prioritarias que implementaría en los primeros cien días de gobierno, un programa que debe ser calificado como realista y ambicioso. La regeneración democrática encabezó esta agenda, con el compromiso de “no entrar en La Moncloa sin llevar debajo del brazo las primeras normativas, para poder desarrollar desde el primer día un plan de regeneración democrática”.
La propuesta de un Plan Nacional de Vivienda que se aprobaría “en el primer Consejo de Ministros” y la revisión de “las 97 subidas de impuestos” del Gobierno Sánchez demostraron la voluntad de Feijóo de pasar de la denuncia a la propuesta constructiva. Su compromiso con “subir no solo el salario mínimo, sino el salario medio” reveló una ambición económica que trasciende las promesas electorales habituales.
Uno de los aspectos más relevantes del discurso fue la clarificación de su política de pactos. Feijóo despejó todas las incógnitas sobre sus futuras alianzas parlamentarias con seis preguntas y seis respuestas que definieron su hoja de ruta hacia La Moncloa, y que terminó señalando: “Solo hay dos opciones: o Sánchez o yo. Y yo quiero un Gobierno en solitario”, declaró, estableciendo su preferencia por una gran mayoría, pero sin descartar los acuerdos necesarios.
Su posición sobre Vox resultó especialmente significativa: “No vamos a hacer un cordón sanitario a Vox. Es la tercera fuerza del país, sus votantes merecen respeto y no estoy dispuesto a arrinconarles”. Esta declaración, que contrastó con las presiones de la izquierda para aislar a la formación de Santiago Abascal, demostró la autonomía política de Feijóo frente a las presiones externas.
Por el contrario, su cordón sanitario a EH Bildu fue categórico: “Nada hablaremos mientras no pidan perdón a todas las víctimas de ETA y no ayuden a esclarecer todos los crímenes que costaron la vida a nuestros compañeros”. Esta posición, que conecta con la memoria histórica del PP, recibió una de las ovaciones más prolongadas del congreso.
Es de destacar, particularmente, el endurecimiento del discurso de Feijóo en materia de inmigración, interpretándolo como una maniobra estratégica para “robar votos a Vox”. Para añadir: “somos un país abierto pero no ingenuo”, como ejemplo de la nueva línea del PP en este tema sensible.
Es de agradecer la claridad programática del discurso, destacando cómo Feijóo ha logrado combinar la centralidad con la firmeza, en asuntos como la inmigración ilegal y la seguridad ciudadana. Ello supone la confirmación de que el PP está preparado para gobernar, con “una hoja de ruta realista y ambiciosa” en los 100 primeros días de gobierno.
El Congreso, que ha sido un rotundo éxito, contrastó con la crisis interna del PSOE y mientras en Ferraz celebraron un comité funeral, en Ifema se celebró un congreso de esperanza e ilusión.
Es de destacar, de igual modo, la estrategia de centralidad desplegada por Feijóo, interpretándola como un movimiento aznarista destinado a recuperar los 10 millones de votos, combinando la esencia del partido con un llamamiento nacional a todos los españoles, siguiendo el modelo que llevó a José María Aznar al poder en 1996.
La dimensión estadista del discurso ha sido muy notable, permitiendo a Presidente popular suoperar una coyuntura partidista para hablar desde una perspectiva de Estado”. Sin duda el dirigente gallego había logrado proyectar una imagen de presidente en funciones y funcionando, preparando a la opinión pública para su eventual llegada al poder y pidiendo el voto para aquellos que nunca han votado al partido.
La habilidad táctica de Feijóo para gestionar las presiones internas del partido ha sido excelsa, especialmente la presencia de José María Aznar en primera fila y a Ayuso a su lado, de forma que Feijóo ha sabido capitalizar el respaldo de estos sin subordinarse a ellos y sin desviarse de su centro polñítico. Ello nos permite asegurar que el líder del PP ha consolidado definitivamente su autonomía política.
El Discurso en Perspectiva Histórica.
El discurso de clausura del 6 de julio completó la arquitectura retórica iniciada el día anterior, pero con una diferencia fundamental: mientras el sábado Feijóo había hablado como líder partidista, el domingo lo hizo como candidato a presidente del Gobierno y estadista. Esta evolución en 24 horas demostró una sofisticación política que pocos líderes españoles han exhibido.
La comparación con el discurso de investidura de Felipe González en 1982 resulta inevitable. Como el líder socialista cuatro décadas antes, Feijóo presentó un programa de gobierno detallado, con compromisos específicos y una hoja de ruta clara. Sin embargo, mientras González hablaba desde la necesidad de construir el Estado del bienestar, Feijóo lo hace desde la urgencia de reconstruir el Estado democrático.
La presencia de José María Aznar en primera fila durante ambos discursos no fue casual. Feijóo recuperó explícitamente la terminología aznarista del “centro reformista” como “casa común de la democracia cristiana, del liberalismo y del conservadurismo”. Sin embargo, actualizó este mensaje para los tiempos actuales, sustituyendo la “modernización” aznarista por la “regeneración” necesaria tras la crisis institucional.
La estrategia de centralidad desplegada por Feijóo sigue fielmente el modelo aznarista de 1990, pero adaptado a las circunstancias de 2025. Donde Aznar prometía “cambio”, Feijóo promete “normalidad”. Donde el expresidente hablaba de “alternativa”, el actual líder habla de “reconstrucción”. Es una evolución natural que refleja la diferencia entre construir la democracia y restaurarla.
El 5 de julio, Feijóo había desplegado un discurso ideológico centrado en los valores y principios, con su “manual de decencia” como eje argumental. El 6 de julio, por el contrario, presentó un discurso programático centrado en la acción de gobierno y las políticas concretas. Primero establece los principios, después presenta las políticas. Primero justifica el cambio, después explica cómo implementarlo. Esta secuencia lógica demostró una planificación política que va más allá del mero congreso partidista.
El tono del discurso del domingo fue notablemente más institucional que el del sábado. Feijóo eliminó las referencias partidistas más explícitas para adoptar un registro puramente gubernamental. Sus “acusaciones” a Pedro Sánchez se formularon desde la perspectiva del control parlamentario más que desde la confrontación política.
El discurso del 6 de julio de 2025 representa la consolidación definitiva del liderazgo de Alberto Núñez Feijóo. Si el congreso del PP había comenzado como un trámite orgánico, terminó como una declaración de intenciones de gobierno. Feijóo no solo fue reelegido presidente del partido, sino que se presentó ante España como presidente del Gobierno en funciones. La estrategia de centralidad ha sido validada por todos, mientras que la claridad programática ha sido valorada como una fortaleza del liderazgo feijóista.
En definitiva, el discurso de líder ha completado el cuadro de un estadista preparado para asumir las responsabilidades del poder. La combinación de principios claros, programa detallado y habilidad táctica sitúa a Feijóo en la tradición de los grandes líderes conservadores españoles, pero con la originalidad suficiente para responder a los desafíos específicos de nuestro tiempo.
La historia juzgará si este discurso marcó el inicio de una nueva etapa política en España. Lo que parece indiscutible es que ha marcado la mayoría de edad del liderazgo de Alberto Núñez Feijóo y su consagración como la alternativa más sólida al actual modelo de gobierno. En palabras del propio Feijóo: “Hoy no acaba nada, hoy empieza todo”.
*Abogado jefe de AD y politólogo