No se vaya señor Sánchez. Quédese
No se vaya señor Sánchez. Quédese. Está frase dirigida por el señor Núñez Feijóo al señor Sánchez, creo recordar que en el Congreso de los Diputados, aparte del sarcasmo que contiene, podría resultar premonitoria respecto al final político del Presidente del gobierno.
A continuación de soltarle la frase, el señor Núñez Feijóo, aclaró: “no se vaya, porque si se va, se va a ir con dignidad y usted no la tiene. Quédese y que sea el propio sistema el que lo eche”.
En una Comisión de Investigación, creada para juzgar unos hechos ocurridos mucho tiempo atrás y que solo tenía como objetivo desviar la atención sobre los casos vigentes de corrupción del PSOE, Mariano Rajoy al final de su intervención, desde el estrado, alzo la vista y con el dedo acusador, se dirigió a los asistentes y sentenció: señores socialistas, y conozco a todos los que aquí están: han perdido ustedes la dignidad que es lo peor que puede perder una persona.
Tanto Núñez Feijóo como Rajoy acusaron, respectivamente, al presidente del gobierno, por un lado y miembros de su partido, por otro, nada mas y nada menos, que de falta de dignidad. Y lo peor: ¡llevan razón!
Lo de la corrupción económica, que acosa al Presidente del gobierno, (afecta a su mujer, a su hermano y a los dos últimos Secretarios de Organización del PSOE) con ser grave, desde el punto de vista moral y político, comparado con el de la corrupción política, (Fiscal General del Estado, colonización de todos los estamentos del Estado -excepto el poder judicial-; intentar alterar la estructura del Estado, por la puerta de atrás, habiendo cometido todo tipo de mentiras e indignidades para ello) es una absoluta nimiedad.
Y tanta corrupción, tanta indignidad tiene un único objetivo: mantener a un descerebrado en la Presidencia del gobierno, y con él a toda una cohorte de adláteres colaboradores que, en comunión, están perpetrando una tropelía política, en la que el Estado español está cayendo en la mayor de las indignidades, cometiendo el despropósito de sucumbir a todas las peticiones desleales de los separatistas, que cuales buitres, nos están despellejando.
Todo esto sugiere una pregunta: ¿como es posible que este descerebrado, todavía mantenga, un cierto predicamento, entre los españoles?
La respuesta la sabemos todos: la izquierda española vive del relato, es decir, vive del cuento. Solo que, en este caso, para vender el relato, han puesto en marcha una maquinaria propagandística descomunal, propia de los Estados totalitarios.
Un ejemplo de ello lo descubrió Paco Vázquez, del PSOE, hace pocos días, en entrevista en un medio audiovisual.
Fíjese bien el lector lo que dijo el señor Vázquez: el Presidente del gobierno, es decir, Pedro Sánchez, tiene, para el solíto, 380 asesores. Entre ellos, se encuentran Guionistas de cine y varios especialistas en escenografía. El Jefe del gabinete al que pertenecen, Diego Rubio hizo una tesis doctoral en Oxford sobre la ética, el secretismo y la falsedad.
Y aquí, tenemos, al señor Sánchez, cada vez que tiene una intervención en público, previamente asesorado por guionistas y escenógrafos, cual pelele, al dictado del guión que previamente le escriben, haciendo de actor, pero de actor malo y protagonista de tanta pantomima. Mas patético, imposible.
Por lo tanto el señor Rubio, es el experto, el artífice, por decirlo de alguna manera, intelectual, que escribe el guión y los especialistas en escenografía, los que dirigen la puesta en escena del actor. Y, el actor, en este caso, el tonto del circo, que interpreta la pantomima.
Sirva como ejemplo, el último, iba a decir, sainete cómico, pero que dada las circunstancias, se correspondió mas con un melodrama.
Se trataba de aparentar la sorpresa, la desolación, la tristeza en la que el señor Sánchez se encontraba, ante el inesperado descubrimiento de que, por segunda vez consecutiva, un Secretario de Organización del PSOE le había salido rana.
Al día siguiente de la comparecencia corría por toda España la idea de que al señor Sánchez le habían puesto un traje unas cuantas tallas mayores de las suyas y que la cara era un poema en base al maquillaje de arrugas fingidas para resaltar el rostro compungido por la traición de su Secretario de organización. Es decir, al día siguiente, ya lo había descubierto todo el mundo.
A mi me recordó a los payasos de circo. ¿Los recuerdan? La chaqueta y los pantalones en los que cabían dos cuerpos, zapatones con las punteras remilgadas; la cara pintada. Eso sí, los payasos son gente muy sería. Y con mucha sensibilidad.
Lo patético de Sánchez es que en vez de tratar de hacernos reír, como los auténticos payasos; se trataba de transmitirnos una imagen de abatimiento por la traición de que fue objeto, y así, suscitar en el espectador, la compasión. Es de suponer que el fingir desolación, para él, tiene poco merito como actor; solo con acordarse de los líos en que están metidos su mujer y su hermano, es suficiente.
La necesidad de tener que acudir a tanto guion, a tanta escenografía, constituye una frivolidad. Y la magnitud del montaje, es inversamente proporcional a la falta de recursos políticos e intelectuales del señor Sánchez; es el reconocimiento, no expreso, pero si tácito, de la falta de capacidad de buen gestor, de hombre de estado y cuyas carencias las tiene que suplir con puestas en escena esperpénticas. Sería como aquellas tonadilleras de épocas pasadas que ante la falta de auténticos recursos artísticos, lo suplían con la mímica y lenguaje corporal.
Y todo ese aparato de propaganda y de escenificación, no está montado para evitar que el gobierno caiga en la vileza, la deshonra y la indignidad, sino para que una vez caído en ello, tratar de disimularlo.
Por eso, sí, llevan razón los señores Núñez Feijóo y Rajoy, cuando acusaron, respectivamente, al presidente del gobierno y miembros de su partido, de haber perdido la dignidad.