Pedro Sánchez acelera la ruina de la socialdemocracia en el mundo
La socialdemocracia retrocede en todo el mundo y se acerca a su ruina plena y extinción, rodeada de corrupción, hipocresía y traiciones al pueblo. El disfraz socialdemócrata, ideado para que el comunismo alcanzara el poder en las democracias, ya no sirve y los socialistas que quedan se radicalizan y se echan en brazos de líderes corrompidos y del comunismo descarnado.
Eso es lo que ha ocurrido en España con el sanchismo, que ya no es un partido socialista sino un partido corrompido, marcado por el delito y capaz de cualquier cosa con tal de gobernar y liderado por un personaje deleznable y sin ética.
No hace mucho, más de media Europa estaba gobernada por socialdemócratas, pero hoy sólo queda Pedro Sánchez y unos pocos más, todos en declive, donde gobiernan en coalición, aunque nunca con alianzas tan viles como la del PSOE, unido a la escoria de la nación, desde comunistas a golpistas, independentistas, mercenarios y herederos del terrorismo vasco asesino.
El panorama político europeo en 2025 muestra un retroceso de los partidos socialistas frente al auge de la derecha y la extrema derecha, como se observa en las elecciones europeas de 2024, donde el Partido Popular Europeo (PPE) consolidó su dominio. Los socialdemócratas, agrupados en el Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D), mantienen una presencia relevante pero han perdido terreno en varios países.
Los países con gobiernos claramente liderados por partidos socialistas o socialdemócratas en 2025 son Dinamarca, España, Malta, Rumanía, Eslovenia y, fuera de la UE, Noruega y Gran Bretaña. Algunas décadas atrás, el socialismo gobernaba Alemania, Inglaterra, Francia, Grecia, Suecia, España y muchos otros países de Europa y el mundo.
La “Internacional Socialista”, que fue en el pasado uno de los focos de poder más pujantes del planeta, está hoy tan débil y desmoralizada que ha elegido como presidente a un político tan desprestigiado, corrompido y rechazado por su pueblo como Pedro Sánchez, un modelo mundial de deterioro ético, antidemocracia, tiranía y bajeza.
La socialdemocracia, surgida en el siglo XIX como una corriente reformista dentro del socialismo, aunque muchos expertos la consideraron un simple disfraz para introducir el comunismo en el mundo libre, buscó combinar la democracia representativa con políticas de redistribución económica y bienestar social, dentro de un marco capitalista. Su apogeo se dio entre 1945 y 1975, durante los “treinta años gloriosos”, cuando partidos socialdemócratas en Europa Occidental, como el SPD alemán, el Partido Laborista británico o los socialdemócratas escandinavos, impulsaron Estados de bienestar robustos, con servicios públicos universales, educación gratuita, sanidad y pensiones. Este modelo se basó en una alianza entre la clase obrera industrial y las clases medias urbanas, apoyada en políticas keynesianas de intervención estatal.
Sin embargo, desde los años 70, la socialdemocracia comenzó a enfrentar desafíos estructurales que han llevado a su declive, tanto en Europa como en otras regiones del mundo.
Los jóvenes han abandonado el socialismo y emigran hacia la derecha y la extrema derecha, lo que abre un futuro negro al socialismo en todo el mundo. La clase obrera industrial, núcleo de apoyo de la socialdemocracia, se ha reducido, mientras que las nuevas clases medias urbanas y los sectores precarizados tienen demandas más diversas (por ejemplo, derechos culturales o cuestiones medioambientales). Los socialdemócratas han perdido apoyo entre los trabajadores manuales, que en muchos casos han migrado hacia partidos populistas de derecha, como el Frente Nacional en Francia o Vox en España.
La existencia de verdaderos monstruos corrompidos y sin empatía, como el español Pedro Sánchez, al frente de la socialdemocracia ha acelerado la caída de esa línea política, que ha demostrado demasiadas veces su sectarismo, ineficacia y cercanía a la corrupción y al abuso de poder.