Trump, en un muy aplaudido gesto de desprecio a Sánchez.

AR.- Querido presidente Trump: el problema del Reino de España no es que estemos siendo gobernados por una banda de corruptos y psicópatas, sino que quien está al frente de todos ellos estaría dispuesto a enajenarle al diablo el alma de los españoles con tal de salvarse él mismo.

Hoy mismo hemos visto cómo la mayoría progre del Tribunal Constitucional ha emitido la primera sentencia favorable a la Ley de Amnistía, diseñada a la carta para el prófugo golpista Carles Puigdemont, a cambio de los votos de su grupo parlamentario a la investidura de Pedro Sánchez. Imagine que su Presidencia la debiera usted a los inductores de los atentados del 11-S en su país. ¿Con qué legitimidad moral podría usted mirar a la cara a sus compatriotas? Pedro Sánchez no solo ha comprado su Presidencia utilizando el Estado como su predio particular, sino que ahora pretende balcanizar España con tal de parapetarse legalmente de los múltiples y presuntos actos delictivos que le cercan, tanto a él como a su entorno más íntimo. Y quien dice balcanizar España, dice desestabilizar Occidente y ponerlo a los pies de China. Pedro Sánchez es un embustero patológico, un trilero sin moral ni principios, un presidente ilegítimo y enloquecido, que lo mismo convierte su gobierno en un consorcio de ladrones y puteros, que acude a la cumbre de la OTAN en La Haya con la intención de dinamitarla desde dentro, en pos de un relato concebido únicamente para su supervivencia política.

Pedro Sánchez es un canalla que a base de traiciones y felonías, se hizo con la Presidencia del Gobierno de España. El odio que este despreciable felón, personificación del Mal en toda su extensión, despierta en millones de españoles, le convierte a usted en una de nuestras mayores esperanzas para la remoción de su siniestro mandato.

Los españoles, aún cuando mayoritariamente no votásemos a Sánchez en julio de 2023, nos merecemos los más severos correctivos económicos de los que su administración nos haga justos receptores. Solo un pueblo tan cobarde como el nuestro puede soportar el vilipendio de un presidente tan traidor como Sánchez. Por consiguiente, es hora de que asumamos y suframos en carne propia el principio de la responsabilidad compartida cuando se vota mal y a contrapelo del más estricto sentido del interés y la dignidad nacionales. Los españoles no tenemos ningún derecho a reclamarle a usted la conmiseración con nuestras exportaciones, cuando sostenemos al frente de la más alta institución política del país a un villano sin otro ideal que mantenerse en el poder.

Presidente Trump, usted tuvo el acierto de conectar con el alma de su pueblo, sin recetas ideológicas ni fingidas proclamas morales, para hacer lo que exigía la gravedad del momento, sin mentiras ni medias tintas. En compensación, usted tiene el apoyo mayoritario, casi abrumador, de los descendientes de aquellos que construyeron el mundo en el que ahora vive Estados Unidos, los que le dieron la sabiduría, la ciencia, la auténtica moral guerrera, heroica, noble y fiel del cristianismo y no la de España, que es débil, hipócrita y cobarde. La clave de su éxito ha sido su comunión con el pasado, su búsqueda de las raíces que hicieron grande, muy grande, no sólo a su país sino a todo el occidente cristiano. Usted ha defendido siempre la mejor tradición norteamericana porque sabe que en lo antiguo está lo genuino, lo puro. Actualmente la palabra modernidad está asociada a los degenerados; y la élite woke lo sabe. Por eso se apoya en personajes como Pedro Sánchez, cuya deslegitimización es tal que antepone su supervivencia personal a nuestra seguridad colectiva.

En este siniestro contexto para España, apoyar sus medidas arancelarias contra los productos españoles debería ser una exigencia histórica. Pedro Sánchez es un cáncer para España. En su mano está evitar, presidente Trump, que también lo sea para el mundo libre.