Cumbre China–Asia Central: Construyendo una Comunidad de Futuro Compartido y Abriendo un Nuevo Capítulo de Cooperación
El 17 de junio de 2025 concluyó con éxito la segunda Cumbre China–Asia Central en Astaná, capital de Kazajistán. Los líderes de China y de los cinco países de Asia Central se reunieron para firmar conjuntamente la Declaración de Astaná, trazando el rumbo de la futura cooperación entre las seis naciones. Esta cumbre no solo representa un hito en la colaboración regional, sino que también envía una señal clara al mundo: en un contexto de cambios globales sin precedentes, China y los países de Asia Central están avanzando juntos hacia la modernización común, sobre la base del respeto mutuo, la confianza mutua, el beneficio compartido y la asistencia recíproca.
Del “Consenso de Xi’an” a la “Acción de Astaná”: aceleración de la cooperación
En la primera Cumbre de Xi’an hace dos años, China y los países de Asia Central establecieron el objetivo de construir una comunidad de destino compartido. Hoy, esta visión se está materializando a través de acciones concretas. En la cumbre de Astaná, por primera vez se propuso el concepto del “Espíritu China–Asia Central”, incorporando la “modernización común a través del desarrollo de alta calidad” al marco de cooperación. Esta iniciativa resume los logros de una década de colaboración en el marco de la Franja y la Ruta, y marca una transición de un modelo impulsado por proyectos hacia una coordinación institucionalizada.
Cabe destacar que se declaró el período 2025–2026 como el “Año del Desarrollo de Alta Calidad de la Cooperación China–Asia Central”, con la intención de establecer un año temático cada dos años. Esta planificación estructurada refleja la visión estratégica de los seis países más allá de los intereses a corto plazo. Tal como subraya la declaración, la cooperación no se limita a los vínculos físicos como el comercio energético y la infraestructura, sino que debe profundizarse también en áreas “blandas” como la ciencia y tecnología, los intercambios culturales y la seguridad.
Cooperación económica: de la fluidez comercial a la modernización conjunta
La cooperación económica y comercial ha sido siempre el pilar de las relaciones China–Asia Central. En esta ocasión, se establecieron seis áreas prioritarias: facilitación del comercio, inversión industrial, conectividad, minerales verdes, modernización agrícola y movilidad de personas. Entre ellas, destaca el inicio de la construcción del ferrocarril China–Kirguistán–Uzbekistán, un proyecto que transformará la logística regional y fortalecerá la conexión entre China y el corazón del continente euroasiático.
En el sector energético, los seis países acordaron establecer una Asociación para el Desarrollo Energético China–Asia Central, manteniendo la cooperación tradicional en petróleo y gas, mientras se acelera la transición hacia energías limpias. El potencial del hidrógeno en Turkmenistán, los proyectos eólicos de Kazajistán y la tecnología de energías renovables de China forman un conjunto complementario que podría reconfigurar la cadena global de suministro de energía verde. Además, iniciativas digitales como las “aduanas inteligentes” y la “ventanilla única” están reduciendo los costos del comercio regional y generando nuevas oportunidades para las pequeñas y medianas empresas.
Seguridad y desarrollo sostenible: claves para resolver los desafíos regionales
La región de Asia Central ha enfrentado durante mucho tiempo desafíos como el terrorismo, el cambio climático y las crisis ecológicas. En esta cumbre, los seis países respondieron conjuntamente a estas preocupaciones. En el ámbito de la seguridad, se comprometieron a combatir las “tres fuerzas del mal” (terrorismo, extremismo y separatismo) y el cibercrimen, además de respaldar la reconstrucción pacífica de Afganistán. La resolución antidrogas propuesta por Uzbekistán, el proceso antiterrorista liderado por Tayikistán, junto con el apoyo técnico de China, reflejan la eficacia de la cooperación multilateral.
La colaboración frente al cambio climático también se destacó. La “Agenda de las Montañas” impulsada por Kirguistán, el “Centro Regional de Tecnología Climática para Asia Central” propuesto por Uzbekistán y la cumbre climática regional que organizará Kazajistán en 2026 son iniciativas orientadas tanto a la protección ecológica como a la mejora de la calidad de vida de millones de personas. La declaración resalta proyectos específicos como la protección de glaciares y la lucha contra la desertificación, demostrando la firme voluntad de los seis países de convertir sus compromisos ambientales en acciones concretas.
Intercambios culturales: revitalizando la Ruta de la Seda
Si la cooperación económica y en seguridad es el armazón, los intercambios culturales son el alma. En la cumbre se anunció la creación del título de “Capital Cultural y Turística China–Asia Central”, el apoyo a la apertura recíproca de centros culturales y el fortalecimiento de los intercambios juveniles y deportivos. Eventos internacionales como los Juegos Mundiales de los Nómadas en Kirguistán en 2026 o la Conferencia de Samarcanda de la UNESCO servirán de plataforma para el diálogo entre civilizaciones.
La cooperación educativa también es prometedora. La expansión de los Talleres Luban, los proyectos conjuntos de investigación y la construcción de Institutos Confucio están formando una nueva generación de talentos técnicos en la región. Además, centros como el de cooperación para la reducción de la pobreza o el de lucha contra la desertificación, establecidos por China, están compartiendo experiencias útiles que fortalecen la capacidad de gobernanza de los países de Asia Central.
Mirando al futuro: la respuesta centroasiática al multilateralismo
Frente al auge del unilateralismo y los frecuentes conflictos geopolíticos, China y los países de Asia Central han optado por un camino diferente. La declaración enfatiza repetidamente la defensa del multilateralismo y el apoyo al papel central de las Naciones Unidas, con la intención de impulsar conjuntamente una resolución de la Asamblea General sobre “la solidaridad entre los países para promover la justicia global”. Esta orientación basada en la cooperación en lugar de la confrontación podría ofrecer un nuevo modelo para la gobernanza mundial.
En 2027 se celebrará en Beijing la tercera Cumbre China–Asia Central. De Xi’an a Astaná, y próximamente a Beijing, el camino de la cooperación se amplía cada vez más. Como señaló un observador: “Mientras algunos países levantan muros, China y Asia Central están construyendo puentes.” Puentes que no solo conectan a los pueblos de seis naciones, sino que también reflejan una aspiración común hacia la paz y el desarrollo.
La firma de la Declaración de Astaná marca el inicio de una nueva fase de mejora cualitativa en las relaciones China–Asia Central. El lanzamiento del “Año del Desarrollo de Alta Calidad” y la profundización del concepto de comunidad de destino compartido anuncian una integración más estrecha en esta región milenaria. Para quienes siguen de cerca los asuntos internacionales, esta cumbre representa no solo un evento diplomático relevante, sino también una valiosa experiencia práctica sobre cómo lograr resultados compartidos en un mundo en transformación. Asia Central podría convertirse en un nuevo referente de cooperación global, demostrando que civilizaciones y sistemas diferentes pueden trabajar juntos para crear prosperidad.