Mayte Alcaraz (R) Como el otro Pablo que le trajo a nuestras vidas, Echenique es uno de los seres más tóxicos que han pisado la plaza pública. Cuando las urnas le echaron en julio de 2023, este argentino que ha hecho todo lo posible por cambiar a peor la patria que le ha acogido, nuestro país, dejó a su paso un espeso reguero de odio, resentimiento, hiel y calumnias. Ahora empieza a pagar por su ira enfermiza contra España: una jueza le envía al banquillo por un delito de odio contra los sacerdotes. A este sujeto se le ocurrió escribir el 24 de mayo pasado en sus redes sociales lo siguiente: «Estadísticamente es mucho más probable que un sacerdote cometa un delito de agresión sexual contra menores de edad que delinca una persona migrante». Con esta vileza, tan propia del personaje, no solo incitaba a actuar contra la Iglesia católica, sino que, de paso, frivolizaba con el problema de la pederastia, un hecho repugnante que la Iglesia es la primera en reconocer e intentar reparar. Con todo lo que debe saber de Errejón y Monedero, y se dedica a insultar a los de siempre.

Tras una querella de Abogados Cristianos, que también incluyó en su denuncia otras lindezas del exportavoz parlamentario de Podemos como la de animar a que «se deporte» a sacerdotes o a que «directamente se disuelva la Iglesia católica en España», la justicia le ha abierto juicio oral. Aunque ha intentado negar que buscara criminalizar a nadie, lo cierto es que su ánimo calumnioso está más claro que el caldo de un asilo (sobre todo de los asilos de la Venezuela que tanto le gusta). Echenique se ha aprovechado hasta ahora del Estado garantista que disfrutamos y, fundamentalmente, de su condición de diputado para sentirse impune. Pero esta vez ya no le arropa su condición de parlamentario, por lo que sus forzadas disculpas no se las tragan ya ni los tiburones de La Habana; la capital cubana donde estarían encantados de acogerle para que dejara de sufrir en una economía capitalista y liberal como la española.

De su inmunidad política, que le reportaba un sueldo mensual de 9.041,62 euros, se benefició cuando llamó violador a un fallecido y cuando se burló de las víctimas de ETA. Según el código del interfecto, agraviar así a inocentes es libertad de expresión; cuestionar la ley trans o la falaz memoria democrática, es de fascistas que deben ser perseguidos hasta la cárcel.

El 8 de septiembre de 1985 una desalmada llamada Pilar Baeza, natural de Ávila, ayudó a asesinar a su exnovio, prestando el arma a su pareja y a un amigo. Fue condenada por ser cómplice del crimen a 30 años de reclusión, de los cuales solo cumplió siete. Esta criaturita, que acusó sin pruebas a la víctima de haberla violado, terminó siendo la candidata de Podemos a la Alcaldía de Ávila, aberración a la que los abulenses respondieron mandándola a la oposición. La condenada, impulsada por Echenique, se presentó a unas primarias del partido populista en las que ganó, lo que da buena prueba de la degradación moral de esas siglas. Lo que incentivó al hoy enjuiciado a llamar violador a la víctima.

La familia del agraviado, que recibió cuatro tiros a bocajarro y cuyo cadáver fue encontrado en un pozo tres meses después del vil asesinato ante el silencio culposo de la excelsa podemita, defendió en los tribunales el honor de la víctima. La sentencia en primera instancia fue condenatoria para Echenique, pero el Supremo lo exoneró gracias a su condición de diputado. Cuando no se fue de rositas fue el día que la justicia le pilló hurtándole la Seguridad Social a su asistente, por lo que tuvo que apoquinar 11.000 euros. A diferencia de la Iglesia a la que ataca, que es la institución que más dedica a la obra social y a los necesitados, él se embolsaba la cotización de un humilde trabajador doméstico.

Es de buen nacido ser agradecido. El aludido podemita vino a España a los trece años con su familia porque su grave dolencia solo podía ser tratada con dignidad en un país tan solidario e igualitario como este que vilipendia. El peronismo de su colega Cristina Kirchner no parece que le ofreciera demasiadas garantías para sobrevivir con su 88% de discapacidad, limitación que gestiona con un tesón digno de encomio. Sin embargo, lo que ha devuelto Echenique a la sociedad que le recibió, sanó y respetó son insultos y resentimiento político. Espero que ahora se haga justicia por fin y pague el daño que ha hecho a los sacerdotes, a la Iglesia Católica y a millones de españoles que, católicos o no, tienen una categoría moral a años luz de la de este odiador profesional, promotor de la subcultura de la muerte, del aborto, de la abolición del esfuerzo y de la decadencia social con la igualación a la baja de todos los españoles.