Vuelta la burra al trigo

El presidente del Gobierno, con las ministras de Podemos Irene Montero y Ione Belarra, en un acto sobre derechos de la infancia, celebrado el pasado mes de julio.
Por José María Nieto Vigil*.- Qué dicho castellano tan conveniente y acertado, tan útil y provechoso, para describir la tozudez de nuestros ilustres próceres patrios cuando se trata de acceder al gobierno, ahora municipal y autonómico, después y no tardando, del todavía Reino de España. Que gobierne la lista más votada proclaman hoy los populares sabedores de la dificultad de encontrar aliados oportunos, adecuados, provechosos y pertinentes para sus afanes y anhelos políticos. Ayer, vehementes, ardientes, casi impetuosos, fueron los socialistas los entusiastas defensores de tal propuesta. Y es que, los unos y los otros, aspiran a no compartir mesa y mantel con invitados protestones e incómodos.
A Núñez Feijóo, pese a su fingido disimulo, no le resulta grata la compañía de Vox, verdadera amistad peligrosa según sus postulados ideológicos, ahora más anaranjados que durante la era de Pablo Casado. Sin embargo, mal que le pese, va tener que lidiar con ese toro embravecido, encastado y emplazado en el espacio de la derecha política española que representa la formación de Santiago Abascal. La reconocida y contrastada aritmética parlamentaria impone su incontestable e irrefutable condición. Alcanzar una mayoría absoluta en las urnas en los próximos comicios es una fantasía electoral imposible de conseguir. Así pues, plantear o sugerir un gobierno en solitario, hoy por hoy, es del todo inviable. Es, sencillamente, un brindis al sol.
A Pedro Sánchez tampoco le resulta amable el séquito podemita, del que prescindiría de buena gana, pero su capacidad para soportar la nausea y su falta de escrúpulos, su incontenible voracidad y apetito político, le permiten saborear y disfrutar los apoyos emponzoñados de sus compañeros de festín, más una bacanal dionisíaca, sin manifestar ningún desagrado, menos aún decoro y sonrojo. Sin embargo, frente a su contrario gallego, sabe cuidar y mimar a su mesnada, siempre bien pagada y apesebrada, presta a vender sus servicios a cambio de pingues beneficios. El frío cálculo electoral, sin prejuicio ético, lleva a nuestro dadivoso presidente a conceder todo tipo de mercedes y concesiones, aunque impúdicas e indecentes, a sus desvergonzados convidados. No tener conciencia moral es lo que tiene.
Así pues, baladí es la ocurrencia de sugerir aquello de que gobierne la lista más votada. Es una melodía que sobre el papel suena bien, sin embargo, interpretada y ejecutada, es una canción desafinada y desentonada. Su puesta en escena supone una discordancia con la realidad y la experiencia acumulada.
*Doctor en Filosofía y Letras.