“Un bosque se está meciendo”. El verdadero sentido de la vida
Andrés Palomares.- “Abrazaré la primavera cuando las flores florezcan “. Tema musical de la película norcoreana “Un bosque se está meciendo” (1982).
Título original en coreano: 꽃이 피는 봄날을 안아오리라 . Según Google Translate: “Abrazaré la primavera cuando florezcan las flores”. En un par de canales de YouTube nos lo presentan bajo lo que sin duda son traducciones libres: “A spring day with flowers blooming is approaching” y “I shall bring a flowering spring”. En algunas versiones instrumentales aparece con el título de la película: “A forest is swaying”, “Un bosque se está meciendo”.
La película cuenta la historia de un soldado desmovilizado después de la Guerra de Corea que se dedica a reforestar una montaña devastada por los bombardeos, al tiempo que se hace cargo de una niña huérfana que adopta, la hija de un amigo desaparecido en la contienda. Toda su vida, contra viento y marea, sin desfallecer, lleva a cabo su sueño, la misión de su vida, plantar pinos en las laderas de la montaña. Los árboles y la niña van creciendo bajo el cuidado de este “hombre común”, sencillo y bondadoso.
Más allá de la dimensión propagandística de la película (y de una posible interpretación, secundaria, en clave “ecologista”), es una emotiva alegoría acerca del renacimiento de la patria martirizada, a través de su naturaleza y sus propios hijos maltrechos, un canto a la esperanza, a un mañana mejor, a la vida que se impone… Es evidente la analogía entre los árboles y los hombres, elementos verticales fuertemente enraizados en la tierra y la patria, resistentes a las penalidades de la naturaleza y la vida, portadores de frutos y anhelos…
El afán de nuestro hombre, héroe anónimo y modesto, está dedicado a las nuevas generaciones, al futuro, a la grandeza de su país, a su renacer, a su prosperidad, pero también a su propia trascendencia: “Un hombre debería dejar su huella plantando aunque fuera un solo árbol en su vida”. Y se formula una pregunta de dimensión universal que expresa la grandeza que portan en sí los hombres de buena voluntad, por encima de razas, culturas, religiones e ideologías: “¿Puede un hombre considerarse un ser humano si sólo ha vivido para sí mismo?”. La respuesta está contenida en el ejemplo de su propia existencia.
Un buen día la historia de su esfuerzo y dedicación llega a oídos de las autoridades. El Gran Líder le manda sus felicitaciones y gratitud y lo invita a ir a verlo. El sacrificio encuentra por fin recompensa en el reconocimiento. “Un verdadero patriota es un hombre verdadero” (*1), son las palabras que el mensajero del Gran Líder le transmite, máxima condecoración para quienes rinden culto a los auténticos valores. Y estas sirven de broche de oro a esta personal epopeya del hombre que abraza la noble causa del bien común, sin esperar más premio por su labor que la satisfacción de haber servido, sin contar esfuerzos y superando adversidades.
El hombre cabal, entero, es el que sirve, el que se entrega a los demás, el que supera el egoísmo y la mezquindad, el que fija la meta de su vida en una cima elevada, quien aspira a un ideal superior. Aparece aquí, en una obra de propaganda comunista (o lo que sea el sistema norcoreano), aprobada por la censura del régimen, destinada a ensalzar los principios y valores de una era superior y cantar la verdadera heroicidad del nuevo orden, la misma moral cristiana (y no sólo cristiana) (*2) del servicio, el sacrificio, la abnegación, el altruismo, la solidaridad…: la ética del bien y de las buenas obras.
La película. Últimos minutos:
https://youtu.be/ieCc1Z_nkAY?t=4244
“Mi sueño creció aquí. Mi vida fue glorificada aquí. Con ellos (los bosques) honré mi vida entera. A pesar de que mi pelo se volverá gris, viviré con los verdes bosques en mi mente. A ellos les voy a dedicar toda mi vida”.
La película completa:
https://youtu.be/y0qjeqIkLrE
Versión original:
https://www.youtube.com/watch?v=3-mrXHCStOU
Una magnífica soprano:
https://www.youtube.com/watch?v=wHLd6EZJD2I
(*1) El Gran Líder no dice (por intermedio de su enviado): “Un verdadero revolucionario es un hombre verdadero”, sino :”Un verdadero patriota es un hombre verdadero”. La Patria es el valor supremo, la Revolución es el instrumento de su preservación y elevación. El amor a la Patria es lo que lleva a los hombres a adherir a la Revolución, pero la entrega a la Revolución es un acto de devoción al valor superior que es la Patria, lo intangible, lo sagrado, lo inalterable, lo inmortal. Aquí, el marxismo cultural, destructor de patrias, identidades, pueblos y culturas, no tiene cabida. Estamos en mundos opuestos. El comunismo clásico y el neomarxismo no son continentes distintos, sino planetas diferentes.
(*2) Decía Rabindranatah Tagore, expresando sin duda el fondo moral del hinduismo original: “Dormía y soñaba que la vida era alegría. Desperté y vi que la vida era servicio. Serví y vi que el servicio era alegría”. Y el pagano Séneca decía: “La mejor recompensa de una buena acción es haberla hecho.”
El más noble propósito de la vida es servir, y la satisfacción por ese servicio es el mayor premio.