Apuntaciones dispersas: sobre el diario “Madrid”, los políticos y José Antonio
1 . En torno al diario “Madrid”. El 24 de abril de 1973, unos cuantos periodistas que habían trabajado llenos de esperanza en ese diario, se subieron a la azotea de un bloque de apartamentos próximo al edificio de su periódico, dispuestos a contemplar el penoso espectáculo de cómo -por medio de una de las primeras “voladuras controladas” que se llevaban a cabo en la capital de España- saltaba el “Madrid” por los aires. Algunos de tales espectadores no pudieron contener las lágrimas al contemplar los escombros que aparecieron ante sus ojos tras la nube gris que se produjo tras la explosión.
La maniobra fue un éxito para la empresa encargada de llevar a cabo la demolición, y también para quienes la habían proyectado y tenían que pagarla, pues si la primera acreditó con ella su capacidad profesional para realizar tal tipo de obras, sin víctimas ni daños, en pleno corazón de la ciudad, los segundos consiguieron en muy poco tiempo los dos objetivos que buscaban: el político de atribuir la voladura a las autoridades franquistas, que según ellos así dinamitaban el atisbo de libertad de expresión mostrado por ese diario; y el económico de obtener un beneficio muy considerable al convertir en solar apto para la edificación en altura los amplios terrenos hasta ese momento ocupados por los talleres y la redacción del periódico.
Conviene repetirlo y tenerlo muy en cuenta. No fue el franquismo quien ordenó volar el edificio del diario “Madrid”. Fueron sus propietarios, entre los que se encontraba Antonio Fontán -que fue su director en el último quinquenio de su vida y luego presidió la Fundación que utiliza el nombre del diario para seguir obteniendo beneficios económicos y políticos- quienes se negaron a negociar con la Dirección General de Prensa las posibilidades que había para que el periódico superase las varias irregularidades administrativas causantes de su cierre. Un abogado experto en distintas clases de negocios jurídicos, que había tenido que abandonar su condición de notario por haberla utilizado para más de un tejemaneje, se dió cuenta de que el “Madrid” era mucho más rentable, desde el punto de vista político y económíco, cerrado y dinamitado que abierto y libre…
Treinta y ocho años después de su voladura, cuando el franquismo pronto hará ya treinta y cinco que está enterrado, todavía hay periodistas, escritores, catedráticos, publicistas y políticos que obtienen algún provecho de aquel triste episodio. Todavía hay alguien que “vive” de él. Entre esos explotadores y vividores no existe ningún trabajador de los talleres y de las oficinas del diario “Madrid”. Es algo tan curioso como significativo.
2. El político
Siempre me ha preocupado el entender cómo es ese tipo humano que llamamos “político”… Tengo apiladas diversas carpetas con notas sobre él, destinadas a vertebrar un libro que ya nunca escribiré. Quizás pueda utilizar algunas en esta especie de confesión parcial que cada semana son mis “apuntaciones”. He aquí un índice de las características que a mi juicio definen la personalidad del político. Es, o debería ser, a) un perfeccionista; b) servicial; c) indeciso; d) mediador; e) observador; f) artista; g) exhibicionista; h) epicúreo; e i) líder. Agradezco a mis lectores que complementen, censuren, discutan, etc., este índice. Yo les ofrezco que tendré muy en cuenta sus observaciones y las utilizaré para mejorar el contenido de los sucesivos capítulos, que pretendo ofrecer en futuras apuntaciones.
3. Sobre José Antonio
Quienes formamos parte de la Plataforma 2003 hemos comprobado antes de fundarla, mientras la constituímos, y después de mantenerla activa, que tanto en nuestro ámbito ideológico como en el que compartimos con otros falangistas más jóvenes, e incluso en el mundo sociopolítico español, coexisten con mayor o menor protagonismo e influencia, tres maneras diferentes de entender e interpretar a José Antonio desde su realidad de ayer sobre su presencia e incidencia en el hoy y el inmediato y el más alejado mañana…
El primer modo -único que expongo hoy en esta apuntación, dejando los otros dos para fechas venideras- es el que entiende que José Antonio tuvo un ayer -plasmado en su biografía y en sus obras completas- pero tiene un hoy muy limitado y carece de mañana. Es una reliquia histórica y pretender recuperarlo es una utopía política y una absoluta ucronía. La culpa de todo ello no la tiene, en absoluto, José Antonio. La culpa es en su casi totalidad del actual régimen sociopolítico político, y en una pequeña parte de los propios falangistas. La responsabilidad mayor corresponde a la actual monarquía española, que aún debiendo su origen e implantación al régimen franquista decidió -una vez bien instalada y consolidada en el Poder- derribarlo y destruirlo sustituyéndolo por un peculiar régimen parlamentario. Entre los escombros del franquismo, por obra y gracia de la vigente monarquía parlamentaria ha quedado para siempre sepultada, enterrada e injustamente proscrita la figura de José Antonio. Ante esta realidad, muchos españoles, sobre todo falangistas, consideran que la única actuación joseantoniana a realizar consiste en rescatar con el mayor decoro posible su vida y sus obras, pero siempre al margen del sistema sociopolítico hoy vigente por considerarlo del todo incompatible con el pensamiento, la ideología y la obra de José Antonio.
Por ahora yo ni quito ni pongo rey, pero quiero ayudar a mi señor, que es por supuesto José Antonio. En consecuencia, pido a mis lectores que me hagan saber lo que ellos opinan sobre la postura descrita.
Seguiremos hablando del tema en próximas apuntaciones.