Pongamos que habló de España, mi país
Luis Aurelio Pacheco.- Hay días en los que todo puede comenzar a cambiar, nuestra manera de ser, sentir o pensar en lo que hacemos, días en los que es bueno reflexionar y ponerle un “stop” al mundo que nos rodea, la higiene mental es necesaria para todos, ya sea en el trabajo, el amor o la vida personal.
De un tiempo a esta parte vemos cómo la prisa, la crispación, o el conformismo se han colado en nuestras vidas, dando por bueno aquello que no es natural, dando por valido lo que otros nos han querido imponer. ¿El NOM (Nuevo Orden Mundial ) ha llegado para quedarse? La respuesta es sí.
Una sociedad que está muy cerca de perder todos los logros y sus costumbres ancestrales por la invasión e imposición de nuevas culturas y nuevas maneras de educar a los menores es un claro ejemplo de lo que nos espera, cada vez menos creyentes, cada vez menos patriotas, cada vez menos personas solidarias; así es el mundo que tenemos y que nos toca enfrentar.
Hace unos días hablaba con un amigo y me comentaba que en su barrio se sentía extraño. ¿Te has mudado hace poco? – le pregunté, a lo que él me contestó: “Nací allí, me casé con una chica del barrio, y tuve mi negoció durante años”. Sin ánimo de meter el dedo en la herida, le pregunte nuevamente: ¿Por qué te sientes extraño? Me respondió: “no puedo llevar a mis nietos al parque, mi mujer no puede bajar la basura, y ya pocos aparcan en la calle” …
Volviendo a la parte inicial del texto opté por realizar un poco de higiene mental, pero encendí la televisión y las noticias me mostraron a unos “niños” que no son tan niños entrando en una ciudad española, sin papeles y con la pasividad de las fuerzas del orden del otro lado. A los pocos días vi una noticia de una pelea en una piscina municipal, y cuando me di cuenta estaba en el bar en el que solía tomarme una cañita y jugar al mus con los amigos rodeado de gente con mascarilla, sin poder fumar y observado por gente que poco tenía que ver con los parroquianos de antaño.
Decidí ir a la Iglesia, y me la encontré vacía, a pocos metros cientos de creyentes de otra religión estaban en su hora del rezo, todo muy respetable, a lo que pensé: ¿qué pensarían los Cruzados de lo que es ahora un barrio, un país o un continente como Europa?
Al volver a casa comencé a sentirme como un extraño, llevaba puesto un bozal en un país gobernado por los que desean aniquilarlo, desintegrarlo y que no han cumplido una sola de sus promesas, unas jóvenes llevaban botellas en sus bolsas y cantaban un lema de esos que es mejor no reproducir, no me atreví a mirar, años atrás quizás hubiera dicho un piropo… hoy de hacerlo sería calificado como un degenerado, sí, “el piropo” eso tan español que ya nos prohíben…
Cuando llegue al portal vi una factura de la luz, entonces pensé ¿Cómo voy a pagar Hacienda, la luz y el alquiler esté mes después de haber trabajado 37 años y con mi jubilación de 781 euros?, me acosté en la cama y volví a pensar, ¿para que trabaje? ¿para que luche para tener una vejez tranquila?, ¿Qué ha sido de la España en la que se premiaba el trabajo y el esfuerzo?, quizás sea una historia sin importancia otra más, una historia de vida que a nadie le importa.
Luis Aurelio Pacheco