¿Sólo sí es sí?
Manuel I. Cabezas González.- Desde hace meses, el anteproyecto de la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, conocida popularmente como “Ley del sólo sí es sí”, ha sido noticia en los medios. Con esta ley, la ministra Irene Montero pretende llevar a la legislación las reivindicaciones del movimiento feminista (?), relativas a las agresiones sexuales. Hasta ahora, ha sido objeto de críticas y de impugnación por parte de ciertos organismos oficiales consultivos (el CGPD), de algunos miembros del Consejo de Ministros y de ciertas asociaciones de jueces (JJpD) y de juristas.
Entre otros aspectos de la ley, se cuestiona el consentimiento “explícito” de la mujer para poder mantener relaciones sexuales con ella, consentimiento que resume lacónicamente el eslogan “sólo sí es sí”. Como otros ya lo han analizado desde la perspectiva jurídica, aquí lo haremos desde el punto de vista de esa ciencia llamada lingüística.
El consentimiento explícito, según la ley del “sólo sí es sí”
Conforme a la ley de la ministra Irene Montero, para que la víctima (la mujer) dé su plácet o nihil obstat a una relación sexual, es necesario que “haya manifestado libremente, por medio de actos exteriores, concluyentes e inequívocos, su voluntad expresa de participar en el acto” carnal. Para los juristas, esta definición legal del consentimiento expreso presenta varios talones de Aquiles: invierte la carga de la prueba (en vez de que la acusación tenga que demostrar la culpabilidad del acusado, es éste el que tiene que demostrar su inocencia); además y en consecuencia, destruye el principio básico y fundamental de la presunción de inocencia; y, finalmente, propicia una discriminación positiva de la mujer, ya que la versión de los hechos por parte de la mujer tendría un plus de veracidad, algo que ya sentenció Carmen Calvo cuando verbalizó que “las mujeres tienen que ser creídas sí o sí, y siempre”.
Este consentimiento legal me ha recordado el método utilizado por un viejo amigo para lanzar el anzuelo de la pesca carnal. Este amigo —católico practicante y asiduo a reuniones y encuentros entre creyentes, pero siempre muy atento a la voz de su carne— me comentó, hace tiempo, que cristianizaba y santificaba sus demandas de satisfacción sexual, haciendo uso de un particular ángelus. En el ángelus ortodoxo se dice: “y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Y él, para poder consumar y satisfacer su apetito sexual con sus hermanas en Cristo, siempre preguntaba, explícitamente y de verbo ad verbum, a las hembras deseadas: “¿Qué te parece si mezclamos nuestros verbos y fabricamos carne?”.
Como Monsieur Jourdin, que producía prosa sin darse cuenta, mi amigo practicaba el “sólo sí es sí” antes de que la ministra de “Igual da”, Irene Montero, viniera a prescribirnos cómo debemos concertar y concretar las relaciones sexuales deseadas, buscadas y consentidas por ambas partes. Tener que dar así (consentimiento verbalizado y expreso) el “placet” para materializar el comercio sexual es no tener ni idea del cortejo pre-coital ni de cómo funciona la comunicación, en general, y la comunicación que persigue la coyunda carnal.
El consentimiento explícito, según la lingüística
En las relaciones humanas, según Sigmund Freud, el deseo sexual es una constante, lo impregna todo. Ahora bien, hay muchas formas de decir “sí” para permitir llegar al ayuntamiento carnal y satisfacerlo. Y, en este caso, la explicitación lingüística (“sí, quiero f… contigo”, “¿qué te parece si mezclamos nuestros verbos y hacemos carne?”, etc.) del deseo no suele ser lo más normal ni lo más lógico. Para indicar al otro que nos derretimos por sus carnes y que queremos consumar el acto carnal, no necesitamos explicitarlo lingüísticamente y normalmente no lo hacemos.
En efecto, en ciertas situaciones de comunicación, evitamos expresiones directas que podrían ser consideradas duras, inadecuadas o malsonantes. Y, en su largar, utilizamos lo que en pragmática (rama de la lingüística) denominamos “actos de habla indirectos” (cf. J.L. Austin y J.R. Seale), que nos permiten nadar (decir) y guardar la ropa (sin decir directamente). Por este motivo, ni la demanda ni la aceptación del comercio carnal no suelen ser explícitas, como pretende la ley de Irene Montero, sino implícitas.
Por otro lado, si analizamos la comunicación humana, podemos constatar que utilizamos una lengua, con la que podemos mentir y engañar a nuestros interlocutores. Pero también usamos, al mismo tiempo, otros sistemas de signos, el lenguaje no verbal, con el que no se puede mentir, ya que es, en general, inconsciente y reflejo. De ahí que los mensajes no verbales sean más sinceros, veraces y, cuantitativamente, más preñados de información que los lingüísticos (A. Pease*).
Para ilustrar la importancia y la funcionalidad del lenguaje no verbal en el comercio sexual, podemos citar la gestión de las distancias entre interlocutores, la fisiología de pupila y el comportamiento corporal espejo. Según los etólogos (cf. Edward T. Hall**), el cuerpo no termina en la piel sino que se prolonga más allá de ella, formando una especie de burbuja alrededor de él, que está a una distancia más o menos próxima de otra u otras burbuja(s), en función de los sentimientos recíprocos entre los interlocutores. Una de estas distancias es la “distancia íntima”: aquella que propicia el contacto físico y en el que la palabra juega un papel menor, ya que la comunicación se lleva a cabo por otros medios; es la distancia que presagia, sin explicitarlo verbalmente, el inminente acto sexual. Lo mismo puede decirse, por un lado, de la dilatación inconsciente y refleja de la pupila, que denota excitación, atracción y deseo de consumo sexual (Flora Davis***). Y, por el otro, el comportamiento corporal espejo de dos personas que se atraen sexualmente, que adoptan las mismas posturas y actitudes. En estos casos, para decir “sí, quiero”, las palabras no son necesarias y están de más.
Las palabras, a veces, sobran
Según la pragmática y el funcionamiento real de la comunicación, no “sólo sí es sí”. Como dice la etóloga Flora Davis, “a la mayoría nos resulta más fácil decir ‘me gustas’ con el cuerpo, y especialmente con los ojos, que con palabras”.
Por eso, se podría decir que Irene Montero y su staff ministerial demuestran ser poco leídas y unas indocumentadas: con sus livianas alforjas y sus profundas lagunas lingüísticas y formativas, se quedan en la epidermis de la comunicación, sin penetrarla, nunca mejor dicho, para llegar a la “substantifique moelle” de la que habla François Rabelais: eso que el interlocutor debe descubrir entre líneas, el sentido escondido, la quintaesencia del mensaje, lo no expresado lingüísticamente. En consecuencia, podríamos o deberíamos pasar de la aseveración legal “sólo sí es sí” a preguntarnos: “¿sólo sí es sí?”.
(*) Allan Pease (1980), El lenguaje y el cuerpo. Cómo leer el pensamiento de los otros a través de sus gestos, Paidós, Barcelona.
(**) Edwad T. Hall (1971), La dimension cachée, Seuil, Paris.
(***) Flora Davis (1976), La comunicación no verbal, Alianza Editorial, Madrid.
tratándose del ministerio de igualdad, si el hombre no da su consentimiento la mujer a la cárcel
Ahora nos dicen hasta como tenemos que comportarnos en la cama. Este si que es comunismo del bueno.
https://www.alertadigital.com/2021/03/22/el-partido-ultraortodoxo-israeli-shas-defiende-la-falta-de-mujeres-en-sus-candidaturas-porque-no-es-su-lugar-natural/#comments
Yo no sé cuántas miles de veces se ha dicho, pero lo repetiré otra vez más. En el sí es sí, es un consentimiento claro y explicito. En ningún sitio se dice que tenga que ser hablado o escrito. Hay muchas maneras de dar un consentimiento claro y explicito. Lo que ya no vale es eso de “decía que no, pero sus ojos decían que sí”. No vale lo que tú creas, vale lo que te comunican claramente. Que una chica no te diga una palabra, pero se tire encima de ti, te bese e intervenga en la relación, es… Leer más »
Para trabajador ya estás tú campeón!!!
Eres un iluso sublime.
lo peor es la borracha arrepentida
A las mujeres hay que creerlas
Salir solas y borrachas
La mierda de TV,CINE,INTERNET,,, esta volviendo idiotas a la mayoría de la población!
Esta todo lleno de droga,bares,alcohol,clínicas para ponerse tetas…
Y digno de estudio lo que esta pasando con los perros! 14 MILLONES en España!,muchos,abusados sexualmente.
Todavía no he visto a ni una feminista en una obra,calderería,andamio,,,
siempre trabajitos con un boli en la mano y tomando el pelo al cliente.
Cuando llegan las crisis económicas los primeros que llegan son buitres disfrazados de héroes, que quieren capitalizar el dolor para hacerse con el poder, para ser una sola casta más grande y más corrupta que todas las anteriores juntas o por separado. El liberalismo corrupto degradado en socialismo. Es de sentido común el absurdo de esta ley que proponen como tantas otras cosas, cada vez que abren la boca es un dolor al sentido de la inteligencia, pero eso no cambia que todavía haya mucha gente que lo apoye. Porque no les apoyan por motivos racionales. Si no por motivos… Leer más »