Las reliquias que atesora la Catedral de Oviedo
Si hay, más allá de San Miguel de Lillo en el Naranco, una iglesia que destaca en Asturias, esa es la Catedral de Oviedo.
Esta Catedral, mandada levantar por el rey Fruela en el siglo VIII para que en ella reposara su sepulcro, no fue finalizada hasta la alta edad media.
De hecho, vio cómo fueron los musulmanes los que la tiraron abajo y no fue hasta que Alfonso II, volvió a pedir que se levantara el templo con carácter catedralicio dedicado a San Salvador, pero que contara también con otros como el de San Tirso, Santa María y la famosa Cámara Santa.
Fue así cómo años después consiguió posicionarse como el más grande de Asturias gracias a sus 40 metros.
Además, para los ojos de los amantes del arte, es un templo de gran interés artístico por la mezcla de estilos que recorre desde el románico, pasando por el gótico, el renacimiento y el barroco.
La Cámara Santa: el tesoro que aún pocos conocen
Esta sala es una de las más destacadas en el interior del templo.
Dividida en dos partes, en la llamada Cripta de Santa Leocadia y de San Eulogio es donde reposan ambos, que fueron trasladados desde Córdoba hasta Oviedo.
Pero no es esta la parte que más atrae al turista que se acerca hasta ella, sino que son las joyas las que de verdad interesan a quienes buscan la riqueza asturiana.
Hay, sobre todo, tres emblemas en lo que se refiere a las joyas de la Catedral de Oviedo.
La primera es la Cruz de la Victoria, un regalo de la reina Jimena III a Alfonso III que mide poco menos del metro. Sus piedras preciosas y sus esmaltes policromáticos refuerzan su belleza con su base de oro.
A esta se suma la Cruz de los Ángeles, uno de los tesoros más bellos de la época, en forma de cruz griega, decorada con filigrana de oro y que siguen la tradición romana.
Su tradición merovingia y lombarda es algo único en Europa.
Finalmente, la Caja de las Ágatas, regalo del rey Fruela II, destaca entre todas por su cierre, tipo hebilla, y de unas dimensiones que sorprende por la inclusión de las piedras preciosas en su contorno.