La Justicia española contra el pensamiento disidente
“Son los déspotas torpes los que se sirven de las bayonetas. El arte de la tiranía consiste en hacer lo mismo con los jueces” (Voltaire). La Justicia española se está convirtiendo cada vez más en una justicia partidista. Poco a poco una nueva generación de jueces se ha ido distanciando de las tradiciones morales y culturales de sus mayores y se ha ido poniendo al servicio de un nuevo conformismo, el del pensamiento “políticamente correcto”.
Allí donde no hace mucho se aplicaban ciertas leyes con prudencia y casi con timidez, estos magistrados de nuevo cuño, a salvo de los escrúpulos de sus predecesores, se han puesto a condenar con severidad a los disidentes del pensamiento “políticamente correcto”. Estos jueces parecen actuar en buena conciencia, pero no se puede descartar que un cierto terror reverencial no dicte en buena medida sus decisiones.
“Cuando la política entra en el pretorio, la justicia sale de él”, dice el célebre adagio. La historia de la justicia está salpicada de juicios políticos. Pocas veces la justicia ha salido ganando con ello: la moral social ha perdido y los magistrados involucrados han evidenciado su complacencia hacia los poderosos del momento. La Justicia debe contentarse con su cuota de soberanía sin pisar el terreno de lo político. No podría pretender independencia – la cual supone un esfuerzo permanente de neutralidad – más que si se abstiene de intervenir en el discurso político y social.
Los jueces actuales, reflejo ellos también de una época mediocre enemiga de toda virtud y heroísmo, cuando no carente de elemental decencia moral, se someten mansamente a la ideología hegemónica. En su gran mayoría recitan el credo en boga, muchas veces en el estilo del periodismo sectario, y se conforman al espíritu del tiempo sin rebeldía ni crítica. Y de paso nos muestran pudorosamente sus nobles corazones, sus almas bellas: valientes, francos, solidarios, antirracistas… Unos boys-scouts con el Código Penal y la Declaración de los Derechos del Hombre debajo del brazo. Otros callan y se someten al miedo ambiente, al temor de represalias que pueden arruinar una carrera o comprometer un ascenso, paralizados por el peligro?de las etiquetas infamantes de reaccionario, derechista y otras peores. Los peces muertos siguen la corriente, no pueden hacer otra cosa.
Hoy el miedo al anatema alcanza unas proporciones preocupantes. Un totalitarismo particularmente insidioso ha tomado el control de las mentes. Actúa sin botas ni cascos. El efecto paralizante es general. Para tomar de repente conciencia de ese totalitarismo es necesario, muchas veces, una experiencia personal. Hemos arriesgado una reflexión en voz alta, una frase, hemos escrito unas lineas, casi nada. Y nos vemos ante un juez, nos condenan, la prensa se nos echa encima, estamos perdidos. Aunque la sanción no está siempre ahí, se siente que en cualquier momento nos puede caer encima (y ocurre cada vez más a menudo). Un miedo difuso se crea. Las ideas “deshonestas” poco a poco son proscritas. Un conjunto cada vez más amplio de pensamientos, de convicciones o de comportamientos es considerado hoy ultrajante y blasfematorio. Un sistema represivo erige nuevos tabúes. Novedosas herejías invocan otras inquisiciones.
Sin duda no todos los jueces participan de esta caza de brujas ni aprueban la intolerante deriva liberticida de una judicatura que parece asumir sin demasiados problemas de conciencia el rol de censores, moralistas y demonólogos. En los últimos tiempos se ha ido instaurando en España una plena censura ideológica. Los jueces son cada día más acusadores, verdaderos inquisidores entregados al acoso de los fornicadores del pensamiento disidente y herético (la herejía es efectivamente una fornicación espiritual en el ánimo de los represores de toda disidencia). Hoy, la ley y los jueces van hasta la prohibición pura y simple de tesis contrarias a ciertas ideologías en boga y castigan con severidad toda manifestación contraria a los dogmas del sistema. Los disidentes y los heréticos son a tal punto satanizados que aquellos que los reprimen quizás no tienen siquiera la conciencia de estar llevándonos de vuelta, con su intolerancia, a una situación que Occidente sólo ha conocido durante las guerras de religión y los juicios por brujería. La regresión es enorme.
El deshonor impera en el sistema judicial español….El vasallaje impera en los juzgados…Engordar para morir…la honestidad siempre venció a la traición…La deslealtad a la justicia siempre pereció ante el pueblo SABIO…Todo es cuestion de tiempo y de justicia DIVINA.
Por lo tanto, no es justicia.
Donde esta la venda de la justicia
Sería mejor hablar de juezas porque son la gran mayoría en los Juzgados y Tribunales. Por lo menos en las primeras instancias. ¿donde esta la igualdad?. Se centran en el simple plano memoristico para decir que son las más aptas y luego como encima estan buenas pues se las da el puesto más rápido que el viento. Luego por supuesto son implacables siempre para aplicar la ley del Estado, pero los derechos de los legos son aplastados sin piedad. Miles de injusticias se podrían evitar solo poniendo en igualdad los intereses particulares y los intereses de esa maquinaría inquisitorial que… Leer más »
sacer:totalmente de acuerdo menos en una cosa:donde vives tu que estan las juezas buenas?yo vivo en mallorca (por desgracia mia me conozco todos los juzgados)y la unica bombon que vi fue precisamente la fiscal que me quito las visitas a mis hijos,asi que todo su atractivo se fue por la taza del vater automaticamente.
Para bombón ya estás tú Gabi..seguro que eres un Brad Pitt ibérico que se lleva a las mujeres de calle..
Perfectamente expuesto. Este régimen no puede durar, implosionará por la cantidad ingente de corrupción, prevaricación y criminalidad en su seno diabólico.
Es lo que pasa con la radicalización.
Se fomenta mucho la radicalización, ¿no?