De izquierda a derecha, Zapatero, Maduro, Sánchez e Iglesias.

Por José L. Román.- Existen dos cosas que no conviene confundir: la tesis doctoral de Pedro Sánchez y el régimen que éste nos quiere imponer. La tesis es evidente que se trata de un plagio, y por lo tanto de un fraude, sin embargo, el régimen comunista y sanguinario que nos quiere imponer es el original que “Podemos” llevó hasta Venezuela.

Los acontecimientos de índole rupturista que tienen lugar en Cataluña, Vascongadas, Comunidad Valenciana y Baleares, se ven ahora más que nunca representados en el Parlamento español. La crispación aumenta por momentos tanto en el ámbito político como en el social. Los golpistas y sus medios de comunicación se chotean de los poderes del Estado al amparo del jefe del Ejecutivo. Los terroristas son puestos en libertad con un descaro sin precedentes. Las cárceles están abarrotadas y se agrede impunemente a los funcionarios. La delincuencia común se dispara ante un clima de impunidad. La inmigración ilegal acude en tromba a la llamada del Gobierno de España, colapsando los servicios públicos de nuestras ciudades y nuestros pueblos. Y, lo más triste y pavoroso, un sector importante de nuestra sociedad, sobre todo los más jóvenes, carentes de una proyección de futuro, sin respeto ni amor a la familia ni a su Patria, sin principios ni valores, y adoctrinados en universidades comunistas o en la telebasura, la droga, el botellón y el desmadre, no son conscientes, consecuencia de una ceguera a causa del odio inoculado desde la niñez, del peligro que nos acecha si Pedro Sánchez y su banda continúan al frente del Ejecutivo.

Miles de españoles que dan su apoyo en las urnas a los que les prometen empleo público o subvenciones a porrillo, no quieren ver sin embargo que lo que nos quieren imponer es un sistema tiránico, cruel y sanguinario que acabará por arrasarlo todo y aniquilarnos a todos.

Me parece lamentable e inaudito, que esa gente solo tenga ojos y oídos para deleitarse con “La Sexcta”, y no repare por ejemplo en la rápida maniobra de “Podemos” para controlar los medios de comunicación públicos, o en el pedazo de casoplón adquirido por Pablo Iglesias e Irene Montero con solo cuatro días ejerciendo de diputados.

Votantes que miran para otro lado cuando las imágenes muestran el éxodo masivo de millones de venezolanos huyendo de la represión y de la muerte. O que se tapan los oídos para no escuchar el grito desgarrador de miles de madres, ancianos y niños pidiendo al mundo que los libere de las garras del régimen represivo de Nicolás Maduro.

Acuden a las urnas en automático, como les indica “La Sexcta”. Les importa un cojón que las formaciones a las que otorgan su voto hayan llevado como bandera el antimilitarismo, para después ciscarse en bandera cuando se trata de fabricar armas y bombas que den trabajo a sectores enclavados en circunscripciones donde ellos gobiernan.

El único discurso válido para estos votantes es el de medios dirigidos por vocingleros y lacayos del globalismo. Medios para los que el okupa de la Moncloa y su banda son personas respetables, honorables y dignas de todo crédito, a pesar decir hoy una cosa y mañana la contraria. Medios de contaminación expertos en anestesiar, atontar y ensordecer a una masa amorfa e ignorante, y creados precisamente para llevar a cabo una ingeniería social que logre traer el comunismo, sin miedo a la furibunda reacción de todo un pueblo.

Así funciona el sistema que tenemos. Por eso quiero incidir una vez más en que el mayor enemigo de la razón y de la libertad es el sufragio universal. Es este sufragio el que puede llevar a una mayoría conformada por deshonestos, ignorantes y estúpidos, a someter a una minoría de personas cultas y honradas, con formación profesional, técnica o empresarial, y con una conducta moral intachable.

Aunque el okupa de la Moncloa y su banda anunciasen a través de sus medios un adelanto electoral, no olvidemos que hay una masa amorfa e ignorante a la que el futuro de España le importa un pepino, y que puede llevar hasta el Gobierno a quienes nos quieren imponer el sistema original que Podemos llevó a Venezuela. Esto empeoraría aun más la situación. Por lo tanto, creo que ha llegado el momento de asumir las responsabilidades que el drama de nuestro tiempo exige. O nos unimos contra el comunismo y sus cómplices, o acabarán exterminándonos a todos.