¿Qué es el trastorno alcohólico fetal?
El 87 por ciento de los niños con trastorno alcohólico fetal (TEAF) padece problemas crónicos de salud mental, el 80 por ciento son dependientes de por vida y hasta el 35 por ciento consumen drogas, según datos aportados por la psiquiatra y coordinadora del Programa TEAF del servicio de Psiquiatría del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, Nuria Gómez, en un acto organizado con motivo de la celebración, el próximo 9 de septiembre, del Día Mundial de la Enfermedad.
Se trata de un trastorno raro que sufre el uno por ciento de los niños de todo el mundo y que, según un estudio recientemente publicado e impulsado por la Generalitat de Cataluña, afecta al 50 por ciento de los niños adoptados en la comunidad autónoma procedentes de Rusia y Ucrania. Un dato que, tal y como ha explicado la presidenta de Visual Teaf, Mercedes del Valle, podría ser extrapolado a toda España, dado que se obtuvo el mismo porcentaje en otro trabajo realizado en Suecia.
Sin embargo, y a pesar de que se sabe que en España seis de cada diez embarazadas consumen alcohol, principal causa de la aparición del TEAF en los niños, no existe un estudio nacional que muestre cuántos menores están realmente afectados, por los que las asociaciones de padres con hijos afectados van a solicitar al Ministerio de Sanidad la elaboración de un registro estatal de enfermos para, así, poder detectarles y tratarles a tiempo.
El principal problema que presenta este trastorno es la dificultad que existe para diagnosticarlo porque se suele confundir con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), si bien los síntomas que provoca son mucho más graves. Y es que, hasta el 60 por ciento presenta en la edad adulta problemas con la justicia y fracaso escolar. “Si no hacemos nada muchos van a acabar en la cárcel”, ha argumentado la doctora Gómez.
De hecho, otros datos presentados durante la jornada por la experta, demuestran que aquellos menores que han sido diagnosticados antes de los seis años no cometen ningún delito cuando llegan a la edad adulta, mientras que sí lo hacen el 67 por ciento de los que han sido detectados entre los 11 y los 18 años y hasta el 80 por ciento de los que fueron diagnosticados pasados los 21 años.
“Bomba de relojería”
“Si el diagnóstico llega en la edad adulta son una bomba de relojería. Si los niños están bien diagnosticados se pueden trabajar bien y se pueden evitar algunas circunstancias que se dan en el futuro como, por ejemplo, el alto índice de delincuencia, e, incluso, podemos hacer que su grado de dependencia sea menor”, ha dicho la madre de un niño afectado y miembro de la Asociación de familias de hijos e hijas con TEAF (SAF Group), Pilar Laguna.
Por todo ello, la expertas han destacado la necesidad de concienciar a las mujeres de los riesgos que tiene el consumo de alcohol durante la gestación, porque el índice de alcoholemia en el feto es “igual” que el de la madre, de mejorar tanto los diagnósticos como los tratamientos, los cuales suelen farmacológicos y psicológicos.
“Lo fundamental es la prevención, informar de los riesgos que tiene consumir bebidas alcohólicas, diagnosticar precozmente y tratar lo más rápido posible. Es un proceso largo que cogido a tiempo puede mermar las consecuencias”, ha zanjado la delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Azucena Martí.