Con el lema: “Ayudar a los nuestros antes que a otros”, miembros del Frente Nacional francés aprovecharon las vísperas de Navidad para ayudar a los franceses sin techo distribuyendo platos de sopa de cerdo en varios puntos de Angoulême.

La iniciativa ha contado con el mayoritario respaldo de la población autóctona de Angoulême. Grupos progresistas, sin embargo, criticaron la iniciativa y la calificaron de “xenófoba”. Dicen defender el “amor al prójimo”, una corriente suicida, apotada oficialkmente por la Iglesia, que ha conducideo a Europa al actual desastre. El escritor y periodista Oskar Freysinger rebate la falaz afirmación: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”: eso nos enseña la Biblia. Ni más ni menos, ¡como a tí mismo! Esta frase, tan simple aparentemente, es la más difícil de aplicar, pues ¿cómo vais a amar a otro si no os queréis a vosotros mismos? ¿En qué el traficante de drogas kosovar es más mi prójimo que el joven suizo drogadicto? ¿En qué el asaltador importado es más mi prójimo que el comerciante que tiembla ante su brazo armado? ¿En qué el minarete y el velo son más dignos de protección y de consideración que la mujer que es forzada a someterse a la ablación durante sus vacaciones africanas, que es obligada a casarse con un marido que no le inspira más que asco y que la viola todas las noches en perfecta adecuación con la sharia?”.

Franck Bernard, miembro del partido liderado por Marine Le Pen, ha sido el artífice de la iniciativa. “Lo hicimos para ayudar a la gente sin recursos, no para hacer política. Ya que las instituciones no lo hacen, nuestro deber es ayudar a los nuestros antes que a los de fuera”.

Bernard rechaza de plano el “carácter discriminatorio” por la incorporación del cerdo, prohibido para los musulmanes. “¿Y qué culpa tenemos nosotros que personas que no son de aquí no puedan comer determinados productos? También los vegetarianos podrían utilizar el mismo argumento. Estanos en Francia, y aquí los productos porcinos forman parte de nuestra cultura gastronómica”.

Freysinger ofrece al respecto su punto de vista: “Amar a su prójimo es permitirle ser independiente y digno, y no hacer de él un número en las estadísticas de la asistencia social que no sirve más que a engordar algunos izquierdistas muy generosos con el dinero ajeno. Amar a tu prójimo, es ser severo pero justo. Lo demás no engendra más que odio y caos. Evidentemente, me van a recordar que la Biblia nos invita también a poner la mejilla izquierda si nos golpean la mejilla derecha. Pero para poder poner la otra mejilla, primero hay que estar vivo, y cuando os arrancan la cabeza, ¿qué otra mejilla podéis a poner? Cuando hayas dado vuestra vida para satisfacer el odio de un terrorista, ¿qué otra vida vais a poder ofrecer a vuestros prójimos? Por mi parte, considero que mis prójimos y mis conciudadanos merecen más que mi angelismo bobo si quiero que vivan en paz con el ‘Otro’, ese al que hemos generosamente abierto la puerta de nuestra casa para que sea una parte de nosotros, para que se convierta realmente en un prójimo al que amar. A éste no le pediré que reniegue de si mismo, que se arrastre a mis pies, que borre en él todo cuanto difiere de mí. Pero le exigiré el respeto por mi propia diferencia, por mi cultura, por las leyes y las costumbres que lo acogen en su seno. Le recordaré los deberes del hombre que van de la mano con los derechos que le otorga mi país”.

Y añade: “Todos los hombres son hermanos. Todos deben aceptarse en su diferencia. Pero mientras el respecto no sea recíproco, mientras que algunos, en nombre de la diferencia cultural, tratan a sus mujeres como a bestias de carga, mientras que en algunos espíritus haya una diferencia entre la casa de la paz y la casa de la guerra (Dar al-Harb y Dar al-Islam), poner la segunda mejilla equivale a un suicidio colectivo. El principio de la mejilla ofrecida no puede aplicarse más que cuando estamos en presencia de dos sistemas de valores compatibles”.