Por José L. Román.- Un buen día Patronio, explicó al conde Lucanor el siguiente sucedido: “Una vez iban un labriego y su hijo, muchacho de unos 10 años, a la feria de la ciudad, con su rucio. El camino era largo y, con el fin de que el mozalbete no se fatigara demasiado, el padre le hizo montar en el asno.

Al poco tiempo, cruzóse con ellos un grupo de aldeanos, y, al ver al labriego andando, decían:

-¡Vaya un mozalbete! Dejar que el pobre viejo vaya a pie y él, que es joven, a lomos del jumento. Vaya una vergüenza.

Oyó esto el labriego, y deseando atender aquella observación dijo a su hijo que se bajara del rucio y subirse él.

A poco cruzóse con ellos un grupo de tres o cuatro aldeanas y, al ver al labriego subido en el pollino y al niño andando tirando del ronzal, murmuraban entre sí:

-¡Vaya un padre comodón! El tan repanchigado sobre el rucio y la pobre criatura a pie. Esto es no tener entrañas.

Parecióle al padre atendible la reconvención y dijo a su hijo que se subiera también sobre el burro. A poco se cruzaron con unos jóvenes, que entre sí decían:

-¡Valiente pareja! Es no tener conciencia cargar así un asno tan escuálido; bien podrían andar ellos también y dejar en paz a la pobre bestia.

-Bájate, hijo mío –dijo el labriego bajando a su vez-; iremos todos a pie, pues tal vez tengan razón estos jóvenes al suponer que cargamos demasiado al pollino.

En esto pasó otro grupo y echóse a reír con desenfado.

-¡Habráse visto! –objetaba uno-, llevan el rucio sin carga y van los dos a pie ¡No se comprende tontería mayor!

El labriego quedóse perplejo, al ver que ninguna combinación había parecido bien a los que encontraron en el camino. Y sacó la conclusión, de que es mejor, en muchos casos, prescindir del parecer ajeno; ya que es muy difícil, por no decir imposible, hacer las cosas a gusto de todo el mundo”.

Este cuento, extraído del libro: “Los ejemplos del conde Lucanor y de Patronio”, puede explicar en parte lo que significa, especialmente en España, dejar de ser uno mismo, o sea, dejar de ser por ejemplo de derechas, para significarse como de centro-derecha pero sin ideología ni doctrina, queriendo participar en una farsa a la que llaman democracia, pero que no es otra cosa que el instrumento utilizado por la izquierda para controlarlo todo, y finalmente convertir, una nación próspera y unida como lo era España hace 40 años, en un país de camareros y en una parasitocracia de nacionalismos separatistas y antiespañoles.

Agresión a Mariano Rajoy.

El labriego del cuento podría ser Rajoy. Un hombre agredido en plena calle por un trozo de carne con ojos, pero muy “demócrata” y de extrema izquierda, que actuó bajo las directrices de su jefe político. Mariano Rajoy, y por ende todo su equipo, siempre han pensado que por participar en la farsa serían respetados sí algún día lograban alzarse con el triunfo en unas elecciones. Pues ya ven que no es así. Rajoy es el labriego del cuento porque, haga lo que haga y diga lo que diga, ni lo quieren ni lo odian, simplemente lo desprecian. Primero se encuentra con un grupo de socialistas y lo ponen a parir. Después con otro de feministas y lo vuelven a poner verde. A continuación con los animalistas que también lo brean por considerar que estaba maltratando a un burro. Y por último, es linchado por un grupo de jóvenes de extrema izquierda, que le insultan, se ríen, se mofan y se cachondean de él, por aceptar las críticas de todos los demás.

Conclusión: no es cuestión únicamente de corrupción en sus filas y entre sus miembros, pues también la hubo en el seno socialista desde 1982, y ahora con mayor énfasis en Andalucía. Tampoco el problema son unas terceras elecciones. No es esa la cuestión. La cuestión es que la democracia española solo permite que gobierne la izquierda, y nadie más. La izquierda, los terroristas etarras, y los nacionalismos separatistas, lo tienen todos muy claro. Los que no lo tienen tan claro son esa caterva de acobardados vestidos de centro-derecha con cierto tufo liberal, carentes de ideología y de doctrina.

A ver si se enteran ustedes señores y señoras del Partido Popular de una puñetera vez: Los resultados en las urnas solo serán legítimos cuando gane la izquierda, de lo contrario, nunca serán respetados ni aceptados. El consenso que dicen que hubo y del que siempre hablan para referirse a una Constitución que nadie respeta ni obedece, solo fue la excusa y el pretexto de la izquierda para poder llegar al poder y poner en marcha la piqueta demoledora que acabaría destruyéndonos como nación y como unidad de destino.

Desde que “campechano I”, Suárez, Fraga, y compañía, se disfrazaron de demócratas y recibieron con todos los honores a la izquierda española que hizo su entrada en la vida política bajo palio, éstos del puño cargado de odio no han desaprovechado la oportunidad que se les brindaba, para ir desarrollando su programa consiguiendo sus objetivos y dejando muy clara una máxima que para ellos es inapelable: “En España, o gobernamos nosotros, o no gobierna nadie”.

Algunos pensarán que eso no es así, desde el preciso momento que pudo gobernar Aznar y después Rajoy. Falso de toda falsedad. Estos que sacan estás conclusiones se olvidan de una cosa, ni Aznar ni Rajoy han gobernado con la libertad que lo hicieron los gobiernos de Felipe González o Zapatero. La corrupción los dejo sin fuerza moral, pero siempre fueron esclavos de los nacionalismos antiespañoles, y azuzados y criminalizados por activistas de izquierdas que campaban por sus respetos adueñándose de la calle. El hostigamiento al que los ha sometido la izquierda y la extrema izquierda, desde 1977, fue provocando que demócratas cristianos, la Unión de Centro Democrático, Alianza Popular, y ahora el Partido Popular podrido hasta el tuétano, se hayan mostrado siempre acojonados, acobardados, temerosos, asustadizos y timoratos.

Creo que no hace falta volver a repetir aquí todo lo sucedido durante los días previos a las elecciones de 2004, cuando las encuestas daban como vencedor al Partido Popular. Como creo que tampoco será necesario hacer alusión con detalle -porque todos estamos siendo testigos-, del vergonzoso espectáculo y la imagen que están ofreciendo al mundo entero estos vividores apesebrados amorrados a la ubre del Tesoro, que pase lo que pase, y pese a quien pese, lucharan con uñas y dientes por defender un instrumento político dañino al que llaman democracia, que nos ha conducido a todos los españoles a la mayor ruina moral y económica de nuestra Historia, pero que a ellos los ha catapultado a lo más alto sin necesidad de aportar ni el más triste historial laboral o académico.