Permítame que no le crea señor presidente
La publicidad y la demagogia que exhiben sistemáticamente los medios al servicio de la izquierda, han hecho del término progresismo un elemento positivo hasta el punto, de que para ser aceptado socialmente se tiene que ser progresista. Sin embargo, la realidad es que el término progresismo encubre la misma carga de negatividad y sectarismo que siempre ha caracterizado a esa izquierda. De ahí, que cuando estos del progresismo nos hablan de talante y diálogo nos encontremos con esa enorme máscara con la que encubren el rodillo, la dictadura y la imposición.
Hecho este preámbulo para colocar en su sitio a la izquierda que nos trajo Zapatero y ahora Pedro Sánchez, con Podemos por añadidura, quiero mandarle un claro mensaje al candidato que ha ganado las últimas elecciones generales, al señor Rajoy:
Permítame que no le crea señor presidente. Una vez finalizado el escrutinio tras las últimas elecciones, usted ha obtenido un respaldo en las urnas con una mayoría de sufragios. Las razones de esa victoria todos las conocemos perfectamente, por lo que no creo que haga falta repetirlas. Es usted por lo tanto el candidato más legitimado para ser investido presidente. A pesar de ello, le diré una cosa, me cuente lo que me cuente, y como me lo cuente, nunca le creeré. Y no le puedo creer porque la dramática, trágica y caótica situación de España no solo es económica como usted insiste en repetir, porque parece olvidarse o al menos lo omite, de que esa situación es también política, es de índole social, y es de seguridad ciudadana.
Fuera del ámbito económico, usted nunca nos habla de seguridad ciudadana. Insiste machaconamente en su política económica, olvidándose de que un país, cualquiera que sea el régimen, y cualquiera que sea el sistema político y filosófico que lo rija, nunca será libre si sus ciudadanos no tienen garantizada por su gobierno una convivencia pacífica y segura.
Las cifras que el Gobierno maneja pero que apenas publicita, respecto a la inseguridad ciudadana que sufrimos los españoles, ponen los pelos de punta. Cada día los datos son más escalofriantes; la violencia y la agresividad aumentan por días, algo impensable hace apenas treinta y ocho años. Asesinatos en serie; asaltos a domicilios particulares con sus moradores dentro; ajustes de cuentas entre hampones; violencia doméstica y parricidios; policías corruptos; miles jóvenes abortando; madres lanzando a sus hijos recién nacidos por la ventana o abandonándolos junto a un contenedor de basura; jueces significándose políticamente; prostitución y pornografía infantil sin que nadie ponga freno; clanes mafiosos que controlan la prostitución y el narcotráfico; prostitución y violaciones de niños y adolescentes; profanaciones de camposantos católicos; atracos, robos, tirones y estafas a personas mayores; violencia en los estadios de fútbol; vandalismo en las aulas y agresiones a unos profesores carentes de autoridad; asaltos a capillas universitarias, agresiones a sacerdotes y expolios en iglesias; agresiones a médicos y enfermeras en clínicas y hospitales; atracos y violencia contra ancianos y discapacitados; cárceles masificadas y agresiones a funcionarios; inmigración incontrolada que abarrota nuestros centros penitenciarios; bandas de jóvenes hiperviolentos, etc.
Todo esto, y las escalofriantes cifras de suicidios de hombres separados y divorciados, así como las de jóvenes estudiantes que se quitan la vida por acoso de sus compañeros en los centros de enseñanza, ponen en evidencia y descalifican totalmente a todos aquellos que se han empeñado en seguir publicitando una democracia inexistente e inoperante, exhibiendo y jaleando los contenidos de programas basura, donde lo chabacano, lo puerco y lo grosero, han sustituido a esos valores morales que han caracterizado el recto proceder de aquellos españoles que son insultados por la extrema izquierda como “putos viejos”, por entregarle a usted su voto como mal menor, temiendo la llegada del comunismo.
De cuatro años dispuso usted con mayoría absoluta en el parlamento, para darle la vuelta a más de tres décadas escuchando el mensaje de los “progres” y los aplausos al señor Aznar por acabar con la “mili”, y cargando a su vez contra la publicidad de los juguetes sexistas y belicistas, mientras se despenalizaba el consumo de drogas, se alentaba a la juventud a la movida nocturna de fin de semana, el botellón y el desmadre, hasta convertir nuestras calles con el dinero de todos, en un parque temático de lesbianas y sodomitas.
De cuatro años dispuso usted con mayoría absoluta en el parlamento, para desbaratar todo el montaje de despropósitos socialistas y su proyecto de falso progresismo suicida. Pero, lamentablemente, por un cúmulo de complejos y prejuicios, tanto de usted como de su equipo a ser denominados de derecha, les fue más cómodo unirse a ellos, en lugar de tener la valentía y el arrojo de restablecer un orden moral en nuestro pueblo, sin el que es imposible la seguridad ciudadana.
Sin seguridad nunca tendremos libertad real; siempre será un sucedáneo por muy bonita que la intenten pintar. El proyecto suicida de la izquierda de este país, primero con Felipe González, luego con ZP, y ahora con Podemos, con la ayuda imprescindible y fundamental de los medios de comunicación, y los eternos complejos de usted y su partido para parar e invertir ese proyecto, han conseguido una España de cuyo escenario sangriento y desolador hoy se lamentan miles y miles de familias.
Por todos los argumentos esgrimidos, y a pesar de su mayoría simple recién alcanzada, permítame que no le crea señor presidente.
Tiene usted toda la razón señor Román. Al que miente como un bellaco no se le puede creer nunca más.
Hay un dicho castellano que sentencia:
“LA PRIMERA VEZ QUE ME ENGAÑES LA CULPA SERA TUYA; LA SEGUNDA, LA CULPA SERÁ MIA”.
Fin de la cita.
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