¿Democracia participativa o simple demagogia?
Vaya, hombre, por lo visto hace unos días, ha habido un “pleno ciudadano” en el Ayuntamiento de Madrid. Una noticia sorprendente, eso de que se cuente con el pueblo, en el que reside, y debe vivir a diario, la soberanía –salvo que se le usurpe vía elecciones, y ahora chitón- y ya que se han decidido a hacerlo, que se haga bien, si son ciertos los toros. Que no se quede en efímera cosmética. Y la forma de hacerlo bien, es seguir los pasos del Programa 21 de Río 92, y de su capítulo 28, que instituyó la Agenda 21 local.
¿Qué se consigue haciéndolo, según las directrices del mencionado capítulo? pues emprender el camino de las Agendas 21 Locales. Y ¿qué se consigue implantando las Agendas 21 Locales? Pues contar con el pueblo soberano, para conseguir nada menos que la democracia participativa, de la que ya hablaba Rousseau, al tomar parte -de verdad- en las tareas de gobierno, y de paso, la concienciación en la sostenibilidad, y la defensa de la biosfera municipal. Masa crítica. Ni más, ni menos. Ya va siendo hora de dejar la partito-cleptocracia a un lado, y ponernos en serio, emprendiendo el camino de la participación, y de la sostenibilidad.
¿Qué es el Programa 21? El mejor tratado hasta la fecha para el desarrollo sostenible -aunque sea de hace 24 años- y que debería estar, sobre la mesa y ante los ojos, de los que tanto cacarean, y hablan por boca de ganso.
Y hablando de las Agendas 21 Locales, mucho cuidado, hay agendas y agendas. No valen, ni el modelo del ICLEI, ni el de la FEMP, que son un remedo de lo que dicta ese capítulo 28, y además lo conculcan sin recato, convirtiendo la participación secuestrada, en un adorno. Ya se lo dije a Ana Botella, que lo estaba haciendo mal, cuando era concejala de medio ambiente del Ayuntamiento, y en un ataque de soberbia, tiró la funda de las gafas, por dos veces, contra la mesa.
-¿Lo estoy haciendo mal?
-Si. No te has leído ni el Programa 21 de Río, ni el Contrato Social de Rousseau.
Y es, que no se ha querido contar nunca con el pueblo soberano, que se fija en todo. Ni de lejos. Por eso, esta intentona ahora, complaciente, llama mucho la atención. Ya va siendo hora de dejar la espesa opacidad, y ponernos en serio, emprendiendo el camino de la transparencia, y empezando por lo municipal.
La democracia participativa debe ir, además, íntimamente unida al desarrollo sostenible, a la honestidad en la gestión, pero ¿se pondrán en serio los políticos alguna vez, a encauzar el asunto adecuadamente?. Soy muy escamón.
Ya hace 24 años, se dieron las pautas para la sostenibilidad, con el Programa 21. Es un plan participativo, que se ha obviado deliberadamente. No obstante en los años 90, y hasta la crisis, cuando empezó la recesión todo el mundo estaba muy acalorado intentándolo. Sobre todo las consultoras –que se creaban algunos días antes de la convocatoria de cara al trinque- pero fueron por mal camino, como decía antes, y como los alcaldes no sabían nada de esto, se dejaron llevar, gastándose la tira. Incluso, hubo en el antiguo Ministerio de Medio Ambiente, un departamento ad hoc, pero tampoco tenían las ideas claras, y desapareció. Total, se quedó todo en agua de borrajas, y los documentos –libracos justificativos, de gruesa erudición matacopiada- de esas consultoras, en los anaqueles.
¿Cuál es el plan debido? Pues, sencillamente, municipio por municipio -ya que son el primer escalón, y el mas indicado, según reza el principio jesuítico de la subsidiariedad- (en ciudades grandes, los barrios o distritos) los vecinos, sentados alrededor de una mesa, con tiempo, fines de semana, y respeto al turno de cada cual. Sin asamblearismos inductores, al estilo podemita, ni la utilización de redes sociales, sino viéndose las caras, dialogando largamente, sobre cuanto de socioeconómico –divino y humano- afecta al territorio, y consensuando con las autoridades representativas, actuaciones, priorizando tiempos, y objetivos. El primer paso, es que el alcalde convoque a todas las fuerzas sociales, y vivas, es decir a los líderes incuestionables de asociaciones, grupos, profesiones, etc. representativas de su estructura social, buscando no dejarse ninguna, ni a personajes válidos y vocacionales, a los que se les proveerá de documentación suficiente sobre el desarrollo sostenible, para su territorio. Una vez aprendida la lección, que es fácil, y a continuación, deberá realizar cada asociación su preagenda (porque los intereses y objetivos de los grupos y personas son diversos, variados, y cambiantes) sustanciando una relación de objetivos priorizados, que consideren necesarios, y convenientes para el bien de su municipio.
Tras las reuniones que hagan falta –sin prisas- y dialogando, los representantes de las asociaciones discutirán sus preagendas, hasta conseguir consensuar justificadamente con las autoridades representativas, un listado de objetivos, priorizados, y con mentalidad sostenible. Eso, sí será la Agenda 21 Local de ese municipio.
Todos los trabajos, realizados entre el alcalde, concejales y fuerzas sociales dará lugar a un acuerdo, que es un programa de gobierno. La segunda parte es llevar adelante los objetivos plasmados en ese documento, de forma sostenible. ¿De donde saldrán los dineros y la asesoría técnica para llevarlos adelante? del mismo sitio de donde salen siempre, del ayuntamiento, de la diputación y de las administraciones, pero ya no serán elegidos los objetivos para ese municipio solamente por alcalde y concejales –centrados en sus cuatro años de poder- sino también por el pueblo soberano, que suele ser sensato, y moderado, y cuando se trate de despilfarrar, como lo es hacer aeropuertos innecesarios, pirámides faraónicas, o una ciudad del medio ambiente, como en Garray (Soria), la sensatez de los ciudadanos prevalecerá. Transparencia y control. Se acaba el trinque. Ya tenemos un municipio que ha realizado democracia participativa, y un municipio que se gestiona de forma sostenible, y honesta.
Quién lo desee, puede leer mi libro titulado La Agenda 21 Local, en editorial Paraninfo, prologado por Antonio Lamela. El equipo de Juan Vivas, Alcalde Presidente de la Ciudad autónoma de Ceuta lo hizo, y allí estuve, en Ceuta, constatando que se seguían al pie de la letra las directrices del capitulo 28, y del modelo Deyna de Agenda 21 Local. Que se participaba. Juan Vivas, al finalizar la Agenda de Ceuta tuvo un programa de gobierno consensuado, repitió legislatura, hizo democracia participativa, y sostenibilidad. Lo que no he seguido con atención, es si se van cumpliendo los objetivos plasmados en esa su primera Agenda, y sucesivas, y si los cumplen respetuosamente. Me da que sí. Esta segunda parte ya no es mi cometido, no soy político, ni ceutí.