Francesc Pardo i Artigas

JT.- A la jerarquía católica le faltó tiempo para amonestar al sacerdote Jesús Calvo y advertirle sobre la inconveniencia de sus declaraciones de “índole político” en el programa ‘La Ratonera’ de AD TV. La jerarquía católica española calla luego como puta babilónica ante la espiral de declaraciones independentistas de representantes del clero catalán. Para la execrable jerarquía católica española, defender la fe y la moral católica es más motivo de repulsa que arengar a los fieles en favor de la destrucción de una nación gracias a la cual el Catolicismo amplió su influencia en América, África y Asia.  Doble traición a España y a sus mártires, muchos de ellos catalanes. Nada que deba extrañarnos a poco que se conozca el relativismo moral de la Conferencia Episcopal desde los tiempos del cardenal Tarancón, títere de la cleptocracia española antes incluso de la muerte de Franco. La jerarquía católica española amonesta al Padre Calvo por defender los dogmas a los que está obligado cualquier católico y en cambio tolera a los obispos catalanes que empleen la religión para incitar al odio entre españoles.

Estos son tiempos que exigen claridad: El arzobispo de Barcelona, Martínez i Sistach, con la complicidad de la Conferencia Episcopal, ha convertido la Iglesia catalana en una sucursal servil del separatismo y lo ha hecho en niveles degradantes y escandalosos de complacencia con la corrupción.

Toda la corrupción de Pujol, epicentro de toda la corrupción de CiU, ha sido perpetrada por “católicos” y amparados por el cardenal Sistach. La mezcolanza de religión y corrupción, digna de la saga de “El Padrino”, llega hasta el punto de que centros vinculados con el Azobispado de Barcelona han sido utilizados para la práctica de abortos. Hay escenas protagonizadas por estos canallas con sotanas que ni las podía imaginar Coppola.

Lo enervante de toda esta corrupción irrestricta es su importancia católica y su cercanía a Sistach. El azobispo ha protegido en todo momento a un hombre de la catadura de Pujol, al que incluso calificó de “católico y catalán ejemplar”.

Su falta de denuncia de las políticas de CiU y de la corrupción del CiU tendría algún sentido si ello redundara en algún aspecto de la moral natural, pero CiU no ha hecho nada en lo relacionado con los proyectos de ingeniería social que han convertido a Cataluña en un estercolero moral. Nunca se escuchó a los obispos catalanes emplearse contra el aborto, contra la corrupción, contra la depravación moral de un sector nada minoritario de la sociedad, contra el adoctrinamiento ideológico en las escuelas, contra la imparable islamización de la vida catalana, o contra los matrimonios entre personas del mismo sexo, con la misma contundencia con la que se postulan hoy en favor del soberanismo.

La cuestión es aún más escandalosa cuanto se observa cómo las iglesias catalanas, de entre todas las españolas, son las que registran un menor número de asistentes a sus oficios. Baste decir que el número de musulmanes en Cataluña que acuden cada viernes a las mezquitas supera con creces al de católicos catalanes practicantes. Un dato que debería inducir a una reflexión al clero catalán si el humo de Satanás no les hubiese nublado la vista, el oído, la vergüenza y el instinto de supervivencia.

Hace casi un año se celebró en Tarragona la ceremonia de beatificación de mártires de los años 30 y la Guerra Civil, la más numerosa en España. Aquellos mártires no murieron por una mala ingesta de butifarras. Sus matarifes tenían nombres y apellidos y militaban en las mismas organizaciones separatistas a las que hoy, la Iglesia catalana presta apoyo, aporta ideas, sirve de coartada y concede legitimidad moral, si es que a estos purpurados les queda alguna. La Iglesia catalana, una llaga purulenta que debe ser extirpada.

El obispo de Gerona defiende celebrar la consulta en la hoja parroquial

El obispo de Gerona, Francesc Pardo i Artigas, ha defendido la consulta que el Govern quiere convocar para el 9 de noviembre en la hoja parroquial de este domingo: “Conocer qué desean los ciudadanos es fundamental para asumir decisiones, sean las que sean, y para configurar el presente y el futuro”.

“Siempre es necesario el discernimiento, la información, el razonamiento y la posibilidad de decidir”, destaca en la hoja parroquial. Remarca que los ciudadanos deben ser “conscientes de que nadie es propietario del país y de que no hay una sola cultura ni una sola manera de quererle”.