El Bayern hace valer sus individualidades para ganar su quinta Champions
Bella final, muy bella, de esas que da gusto ver, por estilo de juego, por poderío, por talento y fuerza. Pero sobre todo por el Borussia Dortmund, que tiene un halo de equipo poético, ese halo impuesto por su entrenador, Jurgen Klopp, que es un valiente de los que ya no quedan. Algún mandatario le ha calificado de entrenador de niños, dudando de que pudiera calar en un conjunto de figuras. Quizás, pero lo que se ve, lo que se palpa es que confiere a este equipo un arrojo y audacia envidiable. «Salgan y jueguen, diviértanse, esto es fútbol» parece decirles a sus jugadores.
Y así sale el Borussia, con todas sus lineas adelantadas, arriesgando lo indecible porque cuando se supera sus líneas de presión la desnudez que deja atrás le crea enormes problemas, mucho más ante un Bayern que tiene bombas nucleares arriba.
Pues aún así, el Borussia se fue arriba con todo, encerró al Bayern y los de Heynckes se salvaron en primera instancia porque Neuer es muy bueno y porque Javi Martínez restó una cantidad de peligro tremendo a su propia portería. Todo fue de Gundogan en este primer tramo. Se plantó en el medio, robó y distribuyó. A su latido de corazón entraron todos los demás, el talentoso Reus, el peligrosísimo Lewandowski (cómo ha crecido el polaco), la ardilla Kuba, los laterales, que eran puñales en los costados del Bayern.
Era imposible que los de Klopp aguantasen ese alto ritmo. Cuando respiraron, el Bayern lo intentó, y llegó con facilidad porque tiene jugadores de altísimo nivel, el equipo top de Europa, con figuras de relumbrón y mucho dinero en cada una de sus líneas.
El enigma Robben
Afortunadamente para el Borussia, las ocasiones de su rival acabaron en las botas de Robben, que ya sabemos lo que es, ve a un portero delante y le parece el Himalaya entero, que no ve un hueco aunque tenga enfrente el Cañón del Colorado. Las tres que tuvo las perdió, como casi siempre, así que lo mismo que antes se salvó el Bayern, luego se salvó el Borussia en un duelo frenético, pleno de nervio y pujanza. Al ritmo que marcó Javi Martínez, espléndido en el corte y en la salida de balón, el Bayern se fue recuperando, buscó a Muller y Mandzukic y tuvo sus buenas ocasiones. Pero no hubiera sido justo porque ese empeño heroico del Borussia no merecía un gol en una jugada de estrategia, verdadero handicap de las abejas de Klopp, tan echados para adelante a pecho descubierto y con el coraje por bandera.
La épica se apoderó del partido en la segunda mitad. Marcó el Bayern en una gran combinación Ribery-Robben rematada por Mandzukic y el Borussia no dudó. Se fue arriba con toda la colmena, picando por todos lados hasta que Dante cometió una pifia que debería haberle costado la roja (Rizzoli siempre con los grandes). El penalti lo marcó Gundogan y el choque volvió a empezar mientras el espectador se frotaba las manos buscando una prórroga que prolongase la delicia de fútbol que se estaba viendo.
A medida que avanzaba el partido, el Borussia, asfixiado, se fue cayendo con todo el equipo. Ya no había tanta presión y la mayor calidad individual del Bayern fue imponiéndose poco a poco. Cada euro gastado en las figuras de los muniqueses fue pesando cada vez más en el duelo.
El encuentro iba al tiempo extra con el Borussia pidiendo la hora porque su gente estaba tiesa como la mojama y, lo que es el fútbol, el más errático en las finales, el que siempre falla en los mano a mano, el gafe de siempre, Arjen Robben, cazó un balón muerto, cedido por la galantería de la zaga amarilla, y se fue como una flecha para sentenciar la final y dar la quinta Champions al Bayern. Cualquiera pudo ganar, pero lo hizo el más poderoso.
El Bayern se mete en el podio de la Champions
Con el triunfo de este sábado, el Bayern de Múnich ha logrado desbancar al Liverpool del tercer puesto histórico de la Liga de Campeones. El conjunto bávaro suma ya cinco títulos, al igual que los ‘reds’, pero han disputado más finales, diez por siete de los ingleses.
Hasta ahora, el Bayern estaba empatado en el cuarto lugar de la clasificación histórica con el Barça y el Ajax de Amsterdam, todos con cuatro títulos, pero superaba a ambos en el número de finales. Los culés han disputado siete finales por seis de los holandeses.
El Madrid parece de momento intocable merced a sus nueve copas, lo mismo que el Milan, que es segundo con siete trofeos. Alcanzar al equipo ‘rossonero’ en esta prestigiosa clasificación será el gran reto del Bayern de Pep.
Era de esperar que ganase el Bayern Munich.