España inteligible: Encrucijada (II)
Julián Marías (qepd).- Análogamente, la expansión originada en el siglo VII por los árabes islamizados, hacia Oriente y Occidente, nada tiene que ver con España; que esa oleada llegase hasta ella y la cubriera es una colosal interferencia con las trayectorias de esa sociedad, de consecuencias incalculables, pero no era parte de esas trayectorias. (…)
Mucho más importante, y todavía más iluminador, es el caso de la invasión árabe. Basta comparar lo que fue el destino de España con el de los países conquistados en el Norte de África, desde Egipto hasta el Magreb. La invasión no pertenece al repertorio de las trayectorias españolas, salvo en el sentido de haber sido truncadas; la Reconquista, por el contrario, es la respuesta originaria a ese tremendo trauma, el punto de partida de las trayectorias que propiamente engendran la sociedad española en su madurez y un factor decisivo en la proyección de toda su historia ulterior. (…)
La España perdidaAunque parezca una paradoja, el factor capital de la Reconquista, el motor de la restauración de una España cristiana -y eso significaba entonces Europa occidental- es la España perdida, subita e inesperadamente por la irrupción islámica. La España visigoda no fue demasiado fuerte, y sucumbió al primer encontronazo con los invasores del Norte de África; su espectro o fantasma, su imagen añorada, resulta ser una realidad histórica de primer orden, de extraordinaria fuerza y tenacidad. Se produce un curioso fenómeno, una admirable traslación, que permite comprender el funcionamiento real de la historia. La España perdida o destruida por los árabes se convierte en empresa. No hay sólo nostalgia: del pasado se traspone al futuro. España se ve como “perdida” y al mismo tiempo “buscada”; alguna vez he dicho que es como la metafísica, la ciencia “buscada” (zetouméne epistéme) de Aristóteles.
El hecho capital, sobre el cual no se ha insistido lo bastante -lo bastante para que penetre en la conciencia de los españoles y surta sus efectos-es que no acepta nunca que España sea dos países, uno cristiano y otro musulmán, o dos conjuntos o confederaciones coexistentes. La conquista árabe no fue nunca aceptada por los cristianos, ni siquiera “de hecho”; quiero decir que fue vista como un contratiempo pasajero, incluso dos o tres siglos después de haberse asentado los musulmanes en la Península, cuando ocupaban la mayor parte del territorio. Tenía razón Ortega al decir que no comprendía cómo puede llamarse “reconquista” a una cosa que dura ocho siglos: si se entiende por reconquista una campaña, una guerra, evidentemente hay que pensar así; pero si se ve la Reconquista como el proyecto colectivo permanente de la España cristiana, cumplido o no, vivaz o languideciente, su realidad es innegable y de soberana fuerza. (…)
Por eso podríamos decir que el nacimiento de España a lo largo de la Edad Media fue más bien una resurrección. Y no se olvide que la resurrección no es siempre -quizá nunca- idéntica a aquello que resucita, sino, rigurosamente, algo nuevo. (…)
Lo real -la Penísula ocupada casi en su integralidad por los “moros”, enejenada, perdida- es negado desde el proyecto de restitución de esa unidad que ya no existe, que se ofrece a la imaginación como algo más unitario y más verdadero que lo que de hecho fue la España visigoda. España se constituye como aquello que se ha de buscar porque se ha perdido; es decir como empresa, más clara que lo que había sido nunca. España brilla por su ausencia, duele, llama a los cristianos que han quedado más allá de la marea musulmana. (…)
Cristiandad e islam
La Europa en formación no va a comprenderse sin la referencia constante al islam; la hostilidad no disminuye la importancia de la presencia; los países musulmanes -de muy diversa condición étnica y cultural: árabes, beréberes, luego turcos- no son europa, pero son inseparable de ella: son un elemento capital del mundo de los europeos, no del cristianismo, pero ciertamente de la Cristiandad como comunidad social e histórica. (…)
Polaridad
Cristiandad e islam son inseparables desde el siglo VIII hasta el final de la Edad Media; pero su relación es de polaridad. Quiero decir que no se funden ni se mezclan, que la relativa penetración mutua mantiene la alteridad, mas aún, está constiruída por ella, con plena conciencia. Se es lo uno o lo otro, cada uno se afirma en su propia realidad frente a la otra, con la cual, por supuesto, se cuenta.
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lo que se es que Felipito GOnzalez, en su tiempo libre chupando de superpensiones pagadas por nos, ha creado un club bilderberg europeo, EL CLUB DE MALLORCA masonete progre, clan de sabios legos en la vida de la calle, pero que pensará para seguir sacando el jugo a la gente y destruir aun mas la tradicion católica, AUNQUE CON LA COLABORACION OPUSINA Y CLERICANALLA degenerados ya tienen medio trabajo hecho…