Ausente la España que nos forjó
Carmen Klecker/Especial para AD.- El 16 de julio de 1212, podíamos haber perdido la batalla, en cuyo caso jamás existiría ni España, ni esa fecha porque otro calendario habría sido impuesto. No tendríamos internet, así que de que nos serviría la falacia lanzada por el Ministro de Asuntos Exteriores sobre la invención del “0”, como legado árabe, para poder usar ordenadores; ni ayuntamientos como el de La Carolina ( en la época de Carlos III), ni las Navas, ni Santa Elena, nacidos a raíz de la Victoria en las campas de Las Navas. No habría civilización, ni libertad y Roma se habría convertido en las caballerizas del Islam. Ha de bastarnos con esto para procurar no solo en tal día como ayer, sino todos los 16 de julio desde hace 800 años, venerar los actos, de quienes lo dieron todos, y el suelo donde tuvo lugar la Batalla de Las Navas de Tolosa.
Pero la realidad es tozuda y está claro que en el presente, conmemorar que si occidente no ha sucumbido –aunque los 200 euros en subvención por mes, de velo impuesto a cada musulmana que afrenta nuestras calles con ese símbolo de esclavitud, significa que mal pagamos a nuestros héroes de antaño-, es por lo que el obispo de Jaén y el Alcalde de Las Navas de Tolosa y La Carolina expresaron sin tapujos, en la misa de Campaña y en la inauguración del monumento por los 800 años; que estábamos allí rindiendo homenaje precisamente a quienes exponiendo su vida hicieron posible nuestro presente.
Se habló de las órdenes militares y el obispo recalcó la importancia de esos monjes que lo daban todo por nosotros, por aquellos antepasados, por los peregrinos de Tierra Santa, por los hombres las ciudades ya libres como Palencia o Burgos, por cada cristiano de España y de más allá de los Pirineos. Se habló de Rodrigo Ximenez de Rada –navarro-, el que inculcó el espíritu de la Cruzada que Inocencio III respaldó por la importancia de frenar ya de una vez la invasión de los musulmanes gentes no creyentes en otro Dios, sino carentes de todo principio de espiritualidad. Se rindió sentido homenaje al héroe más insospechado, al pastor cuya intervención milagrosa –que así denominamos a los hechos providenciales- hizo posible el paso del ejército cristiano a resguardo de las flechas sarracenas.
Se puso especial énfasis en la unión de los tres reyes, a pesar de las diferencias y que con Navarra eran muchas, y se recordó que gentes de León y Portugal también fueron allí, y del otro de los Pirineos.
Nada se entendería de la fecha 16 de julio de 1212 sino la ponemos en justo contexto, se luchó por la Cruz y la Libertad.
Luego el alcalde en el Ayuntamiento hubo de pagar alto peaje pues, la celebración de dar medallas y llaves a personas –salvo al ejército y al Obispo de Jaén- que nada tienen ya que ver con esa España que nos forjó, fue un acto obligado, tras dos años de preparativos y de envío de invitaciones, cartas, propuestas. Creyendo ingenuamente que había señores al servicio del pueblo y de los españoles.
Las gentes, al abrasador sol de Andalucía, convidados de piedra.
De Roma, de la conferencia episcopal, nadie vino. Nadie no ya de la familia real, sino de la Casa. Ningún presidente de autonomías.
Los pendones de Castilla, o estandartes de las provincias y localidades que enviaron a sus milicias concejiles, nada, nadie.
Así que si bien faltó la España que nos forjó, había otra España los que no olvidamos el alto precio que se paga por defender la Cruz y la Libertad, valores eternos, principios de perduran.
Como era de esperar…
Iban nuestros mandatarios a hacer algo que pudiera ofender al musulmán?
Iban nuestros mandatarios a hacer algo que pudiera poner de manifiesto un pasado nacional glorioso de lucha, entrega y sacrifico?
Iban nuestros mandatarios a hacer algo que pudiera llenar de orgullo a nuestros chavales de la logse?
Ni hablar! Hay que ser tolerante con el musulmán, primar la necedad, y hacer sentir humillados y culpables a los jóvenes por estas y otras gestas como la de América.
Ahí vamos. Hasta cuándo? Ya veremos…
La ausencia de las más altas instancias del país en el acto conmemorativo (y el silencio de los medios que sirven de soporte al régimen) es más que una acción culpable que describe sin error la miserable catadura moral de los que la protagonizan: tiene el valor de un símbolo. Toda la decadencia intelectual, toda la degeneración moral, toda la vileza de una cultura, se expresa a través de actos tan ruines como el de ignorar, silenciar y hasta tergiversar los más nobles hitos históricos de un pueblo al que se le quiere privar de la gloria de su existencia… Leer más »