La encrucijada de Europa y Occidente: O el islam o nosotros
En el año 1947, el presidente Harry Truman intuyó lo que sus sesudos asesores no veían: que Joseph Stalin estaba a la cabeza de un régimen perverso. En esas fechas, muchos de los eruditos europeos bebían vodka con Stalin. George Bernard Shaw, el premio Nobel británico, declaró que aquel era un hombre de ética intachable y un amante de la libertad. Fue gracias a estos sabelotodo que supimos de los gulags y las torturas con varias décadas de retraso.
En el año 2001, la malograda escritora italiana Oriana Fallaci hacía un crudo análisis sobre un mundo anárquico. Fallaci explicó entonces que el principal problema contra el que deberá medir sus fuerzas el mundo civilizado será un islamismo radical y victimizado. Una vez más, la respuesta de la intelectualidad europea fue unánime: Fallaci era la reinventora de las cruzadas. Paralelamente, otro miembro de la “intelligentsia” europea, escultor alemán, nos regaló una frase bien descriptiva: “los autores del 11-M eran los mayores artistas del siglo XX”. Fue colmado de honores y parabienes por los progres europeos.
Tras el islamismo, la segunda ideología perversa que amenaza a Europa es el “antinosotrosmismos”. La primera la padecemos, la segunda la cultivamos. El resultado de su combinación es que Europa, de nuevo, parece más que dispuesta a claudicar de sus principios civilizadores y a dar paso nuevamente a una nueva tiranía en su territorio. Mientras nos callan la boca a punta de pistola, los valientes intelectuales europeos dirán que se autocensuran por tolerancia; se autoinculparán de todos los males del pasado, mirando hacia Europa, increparán henchidos de valentía ética a los identitarios, recitarán loas a la multiculturalidad, proclamarán la imperativa necesidad del mestizaje y recordarán a los cristianos la retahíla de siempre: las cruzadas, el caso Galileo y la Inquisición.
No estoy tan seguro de quién es el responsable de tanto odio hacia nosotros mismos. No estoy seguro de quiénes han sido los inductores de este proceso de transformación de Europa en una especie de kashba argelina. No puedo creer que la casta europea esté tan ciega que le impida ver el problema que ha creado. Sí creo que Europa, o sucumbe y desaparece, o está abocada a una nueva guerra en su territorio. A ese dilema la habrá conducido su dirigencia política y económica, los chamberlaines democráticos de nuevo cuño, los apologistas del cambio de clima moral, los gurús del antirracismo, los amanuenses de la mundialización, los ingenieros del cambio social, los prosélitos de la multicultura, los Don Oppas de cada casa.
Primero llegó la célebre ‘fatua’ a Salman Rushdie por sus “Versos Satánicos”; después siguieron los ataques en discotecas y pubs en el Reino Unido; más tarde, la cívica Holanda se despertó horrorizada por el asesinato de Theo Van Gogh, el cineasta que se atrevió a filmar a una mujer velada con versos del Corán grabados en su cuerpo; meses después, a la coautora del filme, la parlamentaria de origen somalí A. Hirsi, le fue retirada la nacionalidad holandesa por declarar que las mujeres islámicas estaban sojuzgadas; posteriormente, las caricaturas del Profeta en un diario danés sirvieron de “casus belli” para quemar embajadas e iglesias. Ciudades como Malmoe, París, Amsterdam, Oslo, Amberes y Copenhague se despertaron un día horrorizadas al no reconocerse en el espejo de la multiculturalidad, tal falso como esos espejos cóncavos de feria que distorsionan la realidad. El mismo día en que moría Oriana Fallaci, el Papa Benedicto XVI entraba en la lista negra. La crónica diaria de sucesos en las principales ciudades europeas ustedes la conocen a través de medios como éste.
Oriana Fallaci era ajena a lo políticamente correcto. Tras el 11-S salió a la palestra avisando a los europeos: “No entendéis o no queréis entender que si no nos oponemos, si no luchamos, la yihad vencerá (…). Y en lugar de campanas, encontraremos muecines, en vez de minifaldas, el chador, en vez de coñac, leche de camello”. Su voz se apagaba 24 horas antes de que el exlíder de Al Qaeda diera un nuevo objetivo a su organización: el de conquistar Roma. El Papa Benedicto XVI, a diferencia de Fallaci, cultiva las buenas formas. Su famoso discurso en Ratisbona no versó sobre el islam y nada de lo que allí dijo induce a pensar en una respuesta tan desporporcionada y violenta. Parte de la culpa hay que achacársela a cadenas de televisión como Al Jazira y a predicadores yihaidistas que mueven a la venganza a un pueblo analfabeto. Porque, en efecto, la frase más importante del discurso del Papa no fue aquella en que citó al emperador bizantino Juan Manuel II Paleólogo. Para lo que aquí nos toca, la frase más importante de su discurso fue en la que señaló que “los aspectos positivos de la modernidad deben ser conocidos sin reservas”.
A eso precisamente es a lo que se ha negado el mundo islámico desde el Medioevo hasta hoy. Por eso, la tragedia actual del mundo musulmán no puede superarse con paños calientes ni con propuestas aliancistas: no cabe con ellos alianza alguna ni hay cúpula en el mundo capaz de hacerles reflexionar. La solución es seguir las mismas pautas que se seguría con una fiera salvaje y asesina: vencerla primera y alejarla para siempre de nuestro espacio de convivencia.
No va a ser fácil. A los intelectuales europeos parece importarles más la “convivencia” entre culturas que la libertad de expresión; han preferido durante años atacar a los cristianos que afrontar el más importante desafío de impedir que una mordaza, en vez de un telón de acero, vaya cayendo sobre lo que queda de Europa y del mundo libre.
Occidente intenta de manera noble abrirse con gran comprensión a los valores externos, pero no se ama a sí mismo. Europa tiene la necesidad de una nueva aceptación de sí misma, si verdaderamente quiere sobrevivir.
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INVASION DE GIBRALTAR 25 DE JULIO
Una forma de frenar al islam es defender las raíces cristianas de España y de nuestra sociedad. Por eso lo tengo claro, Alternativa Española. vivAESpaña!
Con la defensa de las raíces cristianas de España NO HAY SUFICIENTE. Hacen falta expulsiones.
AES continúa en su línea tibia ante la inmigración.
Más claro no se puede decir
que más hay que decir???
Se puede calificar de TRAICIÒN lo que los gobernantes occidentales han hecho ,especialmente en Europa. En nombre de las libertades democràticas y en apoyo a “los derechos humanos” se ha dado paso libre a hordas que han colonizao el mas pequeño delos continentes.Estoscolonizadores NO HAN APORTADO NADA digno de elevarlo a terminos culturales o ,econòmicos:muy por el contrario estas hordas dònde quiera que se acumulan,son desvastadoras.La delincuencia y los abusos sociales han incrementado hasta el paroxismo.Los gobernantes se niegan a admitir un hecho que ya no es discutible.SOlamente la conciencia del ciudadano europeo tendrà que decidir el momento decisivo del… Leer más »
Armando, el problema islámico existe, no nos vamos a engañar, pero el problema de raíz y de fondo es:
O este sistema y clase gobernante o nosotros.
El islam es la punta de lanza de la inmigración masivapero toda la inmigración es problemática sea musulmana o no (ojalá solo fueran los musulmanes el problema…)
La casta política al servicio de lso globalizadores, esos son los culpables y a los que hay que defenestrar.
Respondiendo al titular, NOSOTROS !!! Aunque sea a través de una guerra y que posteriormente se abriera otro proceso similar al de Nuremberg para juzgar y condenar a los que nos han llevado a esta situación. Abogo por ello.
José María Aznar López debe estar en el banquillo por responsable de haber dejado entrar en España a legiones de delincuentes moros, del Este de Europa y amerindios, desde 1996.