Con países como Argentina no valen paños calientes
La ofensiva de Cristina de Kirchner, que puede acabar con la expropiación de la filial argentina de Repsol, YPF, forma parte de la estrategia nacionalista de la presidenta para recuperar su popularidad seriamente dañada. Un caso de corrupción afecta a su vicepresidente Boudou. De igual modo que la Presidenta quiere impulsar el nombramiento de Daniel Reposo como fiscal principal, saltándose el Estado de derecho, quiere también ganar puntos enfrentándose a la compañía de capital español o resucitando la guerra de las Malvinas. Cristina de Kirchner no puede solucionar los problemas de dependencia energética de Argentina y hacerse con el control del yacimiento de Vaca Muerta como si no existiría el derecho.
El apoyo del Gobierno de Rajoy a Repsol está plenamente justificado. Durante demasiado tiempo la política exterior española ha sido demasiada suave con los populismos que gobiernan en Latinoamérica, con los regímenes de Venezuela, Bolivia o Ecuador, grupo al que ahora se suma Argentina. La política de paños calientes no ha dado buenos resultados. Ni la compañía petrolera ni España tienen nada que hacerse perdonar en este caso. La empresa fue adquirida en el mercado. En el mejor de los supuestos este conflicto se saldará con una mayor inversión de Repsol en Argentina. Un ejercicio de puro chantaje.