Decálogo de unas elecciones malas para todos
1.- Nadie habla de ellos pese a protagonizar el dato más relevante de las elecciones andaluzas. La participación en Andalucía fue 13 puntos inferior a los anteriores comicios autonómicos. Por consiguiente, los abstencionistas son quienes más motivos tendrían de atribuirse el éxito de esta “fiesta de la democracia”, como cursimente se llama a los procesos electorales. Casi la mitad de los electores con derecho a votar prefirió fustigar con el látigo de la indiferencia a todos los partidos intervinientes en el citado proceso. La credibilidad de los sistemas democráticos se mide sobre todo por la aceptación social o no de la ritualización máxima del voto.
La mayor crítica que puede recibir un sistema de participación electoral es que casi la mitad de los ciudadanos con derecho a votar haya decidido no ejercer ese derecho, al considerar que, salga quien salga elegido, no habrán modificaciones que mejoren sus vidas. Algo para meditar muy en serio.
2.- Patético papel el de los populares al hacer lectura del escrutinio y el reparto de escaños. Su crispado rictus era toda una definición de su estado de ánimo tras el revés padecido. Escuchándoles sin embargo daban la impresión de que su inútil victoria testimonial sobre los socialistas les serviría para algo práctico. Incluso hubo algún toque de euforia en algún pintoresco candidato al subrayar la menor: los populares se impusieron a los socialistas por vez primera en unas autonómicas andaluzas; a costa de minimizar la mayor: seguirán sin rascar poder y los socialistas seguirán gobernando y lucrándose como lo llevan haciendo ininterrumpidamente desde 1982.
3.- El panfilismo ideológico del PP les ha pasado factura. Cuando se enarbola la bandera del arriolismo, se nombra para altos cargos a lo más granado del cejismo, se mantienen en los puestos de dirección a conspicuos socialistas y se deja TVE en las mismas y sucias manos de antaño, lo normal entonces es que el PP se dejara en el camino parte de la cosecha acumulada en noviembre de 2011. En total, 200.000 votos menos que en las autonómicas de 2007. Al menos en esta ocasión la euforia de los comentaristas de la televisión pública española no obedecía a su mala baba partidaria en favor del partido en el Gobierno.
Tan grotesco como si en Canal Sur, para comentar los resultados electorales, hubiesen puesto a Antonio Burgos, Isabel Durán y Pedro de Tena. ¿Derechistas o ursulinas estos del PP? Ninguna de las dos cosas: ¡gilipollas!
4.- Javier Arenas ni vence ni convence. Qedará en la historia de la partitocracia española como el único candidato que ha sido capaz de perder las elecciones hasta en cuatro ocasiones. El fracaso de Arenas es también el fracaso de un modelo partidario basado en la exclusión de los mejores valores y en la promoción de los que están siempre dispuestos a cantarle al líder la palinodia. El ‘campeón’ Arenas no funciona y cuenta sus participaciones electorales por derrotas. ¿Resulta creíble el señuelo de un cambio para Andalucía cuando el partido que lo proclama cuenta en sus carteles electorales con las mismas caras desde hace 30 años?
5.- Cuando un partido tan acomplejado como el PP camufla el discurso ideológico que esperan oír muchos de sus votantes, cuando homenajea a un separatista de la baja calaña de Blas Infante o cuando birla a sus posibles electores el derecho a conocer sus intenciones en materias que les conciernen muy directamente, entonces que no se extrañe cuando muchos de esos votantes deciden quedarse en casa. El giro al liberalismo sin alma le ha pasado factura a los populares andaluces. Si sus candidatos no explicaron cuáles son los pilares sobre los que se va a edificar el edificio cultural y espiritual de Andalucía y sólo se dedicaron a hablar de paro y de lugares comunes, difícilmente pueden lamentarse del escaso apego a las urnas de la muchos de los suyos, que prefirieron quedarse en casa.
6.- Que hay una aceptación social de la corrupción en Andalucía no es algo que deba aceptarse como un problema menor. Después de una campaña electoral en la que estuvo presente la implicación de importantes cargos socialistas en algunos de los más graves casos de corrupción conocidos hasta ahora, los electores andaluces han vuelto donde solían. Ni el encarcelamiento del que fue director general de empleo, Francisco Javier Guerrero; ni el desvío de dinero público para gastos de cocaína; ni el caso de los EREs falsos; ni el enriquecimiento personal de muchos; ni las actividades fraudulentas; ni las prebendas a familiares y compañeros de partido; ni las revelaciones de que el dinero se repartía como si la Junta fuera un cacique que distribuía favores de un modo totalmente arbitrario… han servido para revertir el resultado de las urnas. Algo que nos revela una vez más el comatoso estado moral de la democracia española.
7.- En una Comunidad Autónoma como la andaluza, con Griñán de oponente, con un paro lacerante, con los peores datos económicos de Europa, con unas instituciones en manos de cleptómanos, con miles de familias por debajo del umbral de la pobreza, con los casos de corrupción antes enumerados, con miles de funcionarios públicos en pie de guerra, con un PSOE cuarteado y dividido… si el PP no ha conseguido dar un golpe de autoridad electoral, entonces que se olviden ya de hacerlo en el futuro. Era imposible un mejor escenario electoral para el PP que el que han tenido. Y una vez más ha fracasado por la medianía y el cortoplacismo de quienes creían que estaba ya todo hecho y decidido. Y entre tanto, la izquierda, en su cantera rural de votantes, izando al viento la bandera de la derecha que viene y de la guerra civil que va.
8.- No podemos ni debemos ignorar que la democracia se asienta en Andalucía sobre una monumental estafa. Cuando el dinero público se utiliza para alimentar una red clientelar de quien se cree dueño del poder; cuando de ese poder “con acento andalú” depende la manutención de una legión de analfabetos, de parásitos sociales y de vagos crónicos, revertir los resultados puede convertirse, como se ha convertido, en misión imposible para un partido con demasiados inútiles almidonados y muy pocos peones de brega. El despegue de Andalucía dependía claramente de un cambio político. Ese cambio político no es un fin, sino un medio que facilitase la transformación definitiva: el desarrollo de una sociedad civil dinámica y creativa. Ahora ya sabemos que la sociedad civil andaluza va a seguir siendo subsidiada y parasitaria. Y no nos engañemos: ese es el modelo conscientemente elegido por esa turba de gañanes y maleantes con derecho al voto. Normal para quien cree que no hay vida más allá del PER.
9.- Canal Sur ha sido antes y durante la campaña la voz de su amo. De no ser porque la chica es analfabeta, parecería que los panegíricos informativos eran dictados por la mismísima Susana Díaz, secretaria de Organización de la banda socialista del sur. Ya se sabe que otro de los logros de la democracia consiste en la sistemática manipulación de los medios de masa. Nada que pueda escandalizar al PP a la vista de su propia gestión en los medios que controla en aquellas comunidades donde gobierna.
10.- En Andalucía se refuerza el bipartidismo y todos los partidos que se presentaban como una alternativa matizada al actual panorama bicolor, han fracasado estrepìtosamente. No cabe descargar toda la culpa en los hombros del sistema, aduciendo falta de recursos y falta de apoyo moral, sin reconocer el poco interés en fomentar la creatividad y el ingenio. Sin vocación ni imaginación, por inercia, no se consiguen buenos resultados. Por lo demás, ni el Estado ni los medios están comprometidos a gratificar las buenas ideas ni las que calen en el ánimo de los electores. Es una realidad que la abstención no han sabido rentabilizarla los ‘partidos alternativa’, incapaces de desarrollar unas estructuras lo suficientemente robustas para mantener unas maquinarias electorales mínimamente eficaces. Es simplemente una obligación de quejarse menos y trabajar mejor utilizando otras vías y otros discursos distintos de los tradicionales.
Triste camino es el de Andalucía, a caballo entre una formación de centro derecha que no tiene guía, ni camino ni objetivo, y por el otro lado, una formación pseudo-izquierdista, más parecida a la banda de Alcapone que a otra cosa. Dios asista a Andalucía.
¿Dios o Alá, Sr. Oroza ? Seguramente a ustedes ya les va bien que Andalucía haya quedado como ha quedado, porqué los que ahora gobernarán son los que hasta hace poco les han facilitado tanto las cosas a ustedes en su reconquista de España. De nadie más tendrán tanta predisposición y tantas ayudas como de ellos. Además de que su religión es una verdadera amenaza para todos nosotros, le diré que el gran problema de los españoles es el de tener unos politicos traidores que están entregando a su país a cambio de no sabemos qué. Sr. Oruza, lo siento,… Leer más »
Estimado Bartolo:
“Allah” significa Dios, en árabe, al igual que God en inglés, o Gott en alemán. De todo corazón le digo que la situación en la que está Andalucía me afecta como a cualquier andaluz. Dios quiera que Andalucía encuentre su camino en medio de tanta cutredad.
Y de todo corazón de nuevo, amigo Bartolo, en mí puede encontrar un aliado, nunca un contrario.
Señor Yusuf Oroza, usted es un islamista con poder de convocatoria,si es usted aliado del señor Bartolo,y por ende aliado de muchos que opinamos y pensamos como el,denos usted su prueba de aliado y convoque una manifestación en contra de las torturas,muertes,y demas fechorias por parte de los mienbros de su religión a personas que no procesan dicha religión,AD pondra esa medida por parte de usted y los suyos en primera plana por mucho tiempo,no tengo ninguna duda,ADELANTE señor Oroza,
no sufras sr ertoyl! ya estoy de testigo yo tambien y la medida se pondra antes de noche vieja.
Espero que los del Putrefacción Popular, analizen seriamente si les compensa tanto buenismo y tantas buenas maneras hacía los socialistas aún habiendo sido los destructores de España. Ahora lo más lógico sería un pacto PP-PSOE ya que son lo mismo.