Juicio a los violadores del parque del Oeste.

Alberto Granados Garmendia.- Durante el verano del año 2007, en el Parque del Oeste de Madrid un grupo de amerindios asilvestrados violó, torturó y vejó a españolas por el mero hecho de serlo, como “venganza” contra todos los españoles en general, y la noticia sólo apareció un día en televisión y dos en los periódicos. La manipulación informativa fue manifiesta y vergonzosa.

Muchos medios dieron la noticia a medias y simplemente hablaron de “violadores sudamericanos”, pero ni una palabra de las motivaciones racistas de estos individuos. Esos medios de comunicación son los mismos que durante los últimos diez años se han dedicado a criminalizar al español hasta cuando se defendía, y a disculpar o hacer pasar desapercibido al extranjero cuando cometía abusos y crímenes.

El cabecilla del grupo llegó a decir en el momento de su detencion que los españoles le habían hecho mucho daño y que se tenía que vengar. En ese momento, de los inmigrantes sólo se publicó el nombre y las iniciales de sus apellidos, garantizándoles un anonimato que no merecían en absoluto, cuando debieron haber publicado de ellos hasta sus direcciones. Y las asociaciones favorables a la inmigración, como SOS racismo o MCI, tan dadas a denunciar los crímenes de odio y racistas, mantuvieron un silencio sepulcral en un ejercicio de hipocresía subvencionada a golpe de talonario público.

La prensa dió la informacion con cuentagotas, a diferencia del famoso suceso ocurrido en el metro de Barcelona en la misma fecha, donde un pastillero abofeteó a una ecuatoriana, pero en este suceso las mismas asociaciones antes mencionadas sí que se rasgaron las vestiduras.

Todos los integrantes de esa banda estaban en España en situación regular, contaban con antecedentes por amenazas y robo con violencia e intimidación, y no estudiaban ni trabajaban. Vivían de forma desordenada, ya que paraban por casa de vez en cuando y ocupaban su tiempo en las calles y domicilios de amigos. Vivían en el barrio de La Latina y se reunían en el parque de Aluche.

Elegían para sus barbaridades inhumanas a víctimas españolas, de aspecto y nacionalidad, para “vengarse de los españoles”, lo que constituye una motivación claramente racista. Para llevar a cabo sus actos retenian a los novios de las victimas a punta de navaja mientras violaban a las chicas. Algunas de esas víctimas, tanto las chicas ultrajadas como los novios, manifestaron a la Policía su intención de suicidarse.

Cabe preguntarse qué hacían personas así en España, con antecedentes, permaneciendo varios años con ese historial, sin hacer nada de provecho, y cometiendo delitos a diario. Cabe preguntarse por qué no fueron deportados a la cloaca de la que salieron en cuanto pusieron un pie en este país.

Y sobre todo, cabe preguntarse porqué ante dos sucesos sacados en prensa en octubre de 2007: las dos collejas a una ecuatoriana en un metro de Barcelona y las graves violaciones racistas del parque del Oeste, los medios estuvieron dos semanas con el caso del cani borracho del metro, con titulares en primera plana, debates en televisión, visitas de ministros sudamericanos para “aclarar el asunto” y documentales para criminalizar a la población española, mientras se solapaban las violaciones racistas antiespañolas de Madrid, que aparecieron un día en pequeñas reseñas ocultas en las páginas de sucesos.