El sonido de un móvil interrumpe un recital de la Filarmónica de Nueva York por primera vez en sus 170 años de historia
El sonido de un teléfono móvil obligó a interrumpir por primera vez en la historia un concierto de la Filarmónica de Nueva York, que no se reanudó hasta que el dueño apagó el terminal, confirmaron ayer fuentes de la orquesta. Los hechos ocurrieron la noche del martes, cuando el director de la Filarmónica, Alan Gilbert, estaba a punto de abordar el último movimiento de la Novena de Gustav Mahler, la última sinfonía de un compositor que siempre hace llorar al público. De emoción, se entiende. La magia se hizo añicos en cuanto empezó a sonar desde la primera fila el tono de llamada ‘marimba’, que el iPhone de Apple reproduce con una fidelidad muy simpática.
Maldita la gracia que le hizo a Gilbert, un profesional de 44 años que se toma muy en serio su trabajo. Es un neoyorquino de madre japonesa que agita la batuta con la precisión de un maestro del kung-fu. Ante el soniquete del móvil se quedó petrificado, con una expresión que invitaba a ponerse a cubierto.
Falta de respeto
El dueño de ‘smartphone’ ni se inmutó, para espanto del público que abarrotaba el Avery Fisher Hall del Lincoln Center. Ni siquiera en las funciones de Broadway más irreverentes se permite tamaña falta de respeto. ¡Dónde se ha visto!
Esa es la imagen que venden de sí mismos los aficionados al mundo del espectáculo en la costa Este de EE UU. Gente que lo mismo asiste a un recital de Plácido Domingo que a ‘Los monólogos de la vagina’, con Gillian Anderson (la protagonista de ‘Expediente X’). No le hacen ascos a nada pero, ojo, si alguien da la nota, que lo haga sobre las tablas. El sujeto del móvil se saltó el guión y, encima, le cogió gusto al asunto. El aparato sonaba y sonaba, sin que tuviera el detalle de apagarlo. Se limitó a encogerse de hombros.
Hizo oídos sordos a los abucheos, pataletas, silbidos, insultos… del auditorio. El concierto se tuvo que suspender durante unos minutos, algo insólito en los 170 años que lleva la Filarmónica de Nueva York amenizando a sus paisanos. Por fortuna, se retomó la interpretación y el último movimiento de la Novena de Mahler sonó tan maravillosamente como siempre. Sin la presencia del tipo en cuestión.