Un año más, el caos se adueñó de la cabalgata de Reyes de la localidad gerundense de Salt debido a los tumultos provocados por africanos (magrebíes y subsaharianos) de todas las edades que pretendían a toda costa conseguir los caramelos que se lanzaban desde las carrozas, lo que provocó algunas heridas leves entre algunos asistentes. La situación no revistió males mayores entre los nuestros porque la mayoría de las familias autóctonas decidieron trasladarse a Gerona para ver la cabalgata junto a sus pequeños, debido sobre todo a que allí la presencia de inmigrantes es sustancialmente menor. De esta forma pudieron disfrutar de una noche de magia e ilusión infantil sin la obsesión de tener que velar por la integridad física de los niños ante las avalanchas.

Hubo sin embargo algunos saltencos de origen que decidieron quedarse y seguir el desfile regio en su localidad. Los resultados fueron relatados a esta redacción por una madre indignada, que denunció “la gran marea de niños inmigrantes descontrolados” que iban a la caza de los caramelos, poniendo en peligro la seguridad del público y la de los más pequeños en algunos momentos. Matizó que la obsesión de los menores, incluso con la ayuda de sus supuestos padres, no era la de coger caramelos sino la de obtenerlos todos. Sin duda una buena imagen metafótica de la Cataluña posmoderna creada por la casta.

Otra madre saltenca nos envió el siguiente correo pasada la medianoche: “Tener que ir a dormir después de ver la cabalgata de Reyes y dejarte un mal sabor de boca como no había pasado nunca, no se lo deseo a nadie.

¿Cómo puede ser que con una hija pequeña de tres años y una ilusión desmedida para ver sus tres reyes, no pueda ni llegar a mirar su cara, porque sólo tengo trabajo en procurar que no la tiren al suelo, cada vez que desde las carrozas sueltan un puñado de caramelos. Sólo podemos terminar de ver la cabalgata con la niña en brazos de su padre para no sufrir por su integridad física … Y no, no es una exageración ni un hecho aislado porque a nuestro alrededor, otros padres tienen el mismo trabajo.

Si la solución a todo esto pasa por no poder tirar caramelos, mejor sería que se eliminaran o se pusieran directamente dentro de los farolillos, para suprimir el incivismo de un buen grupo de personas, sobre todo menores que sustituyeron a los tradicionales farolillos por bolsas de plástico, para poder recoger todos los caramelos que podían, los suyos y los que quizás no eran tan suyos”.

Para Jaume Torremadé, alcalde convergente de Salt, carbón, carbón, carbón. Firmado: Un servidor de Oriente.