El juez Serrano, junto a su abogado.

En unas semanas se espera que el magistrado Francisco Serrano vuelva a su juzgado cuando se notifique la esperada sentencia absolutoria, después de que la Fiscalía del TSJA retirara la acusación de prevaricación en el juicio, una acusación que partió de la Fiscalía de Sevilla, incluso con pronunciamientos judiciales que avalaban la actuación del juez. A pesar de que la acusación particular quiera llegar con el caso hasta el Supremo, sin acusación fiscal, el juez volverá a su actividad a mediados del próximo mes de noviembre si es absuelto. Inhabilitado por este proceso judicial y de baja por ansiedad, el juez «ha vivido» estos meses de un seguro particular de responsabilidad civil. Hemos conversado con el abogado del juez, García Diéguez, quien se muestra optimista sobre la resolución del caso de forma satisfactoria para su cliente.

—¿Es la primera vez que defiende a un juez?

—En efecto, ha sido la primera vez y espero que sea la última que haya de defender a un juez ante la jurisdicción penal. Sin embargo, en otras ocasiones hemos defendido en este despacho los intereses de otros miembros de la carrera judicial que nos han confiado su defensa en asuntos civiles y administrativos como a cualquier otro ciudadano. No resulta agradable ver sometido a un procedimiento penal a un hombre justo y decente como es don Francisco Serrano.

—¿Qué le parece la postura del fiscal que, al final, en el juicio ha retirado la acusación?

—Esa era la postura justa y honesta que debía tomar el Ministerio Público, como en efecto hizo su representante ante el TSJA, pues en el juicio no se ha practicado prueba alguna capaz de desvirtuar la presunción de inocencia que al igual que cualquier persona tiene el señor Serrano. Es más, en el juicio nos hemos visto obligados a practicar auténticas pruebas de su inocencia, aún no siendo constitucionalmente exigible.

—¿Considera que el juez Francisco Serrano ha sufrido la denominada «pena de banquillo»?

—Así es. Toda la prueba practicada en el juicio ha sido la misma que la que se desarrolló a lo largo de una instrucción de más de un año y con un volumen superior a los 1.500 folios. Estimo que ha sido innecesario tanto sufrimiento para el juez Serrano y su familia y tanto gasto para la Administración de Justicia. Cuando se dicte la sentencia absolutoria, tal como esperamos, Serrano saldrá fortalecido de todo este calvario.