El Odense cobra ventaja ante el Villarreal (1-0)
Una derrota inesperada y, sobre todo, injusta. Eso es lo que se llevó ayer el Villarreal de su visita al Odense Stadion en el primer partido de la eliminatoria previa de la Champions League. El conjunto amarillo, sin realizar un partido excelso -dificilmente podía hacerlo a estas alturas del mes de agosto-, fue ampliamente superior a su rival y sólo la mala suerte hizo que no se marchara con un tanto o más en su casillero. El fallo del debutante Zapata fue decisivo para que el Submarino se marchara con una derrota de Dinamarca.
No debe cundir el desánimo, sin embargo. El Villarreal es más que capaz de remontar este resultado y clasificarse para la que sería su tercera Champions League. Con el apoyo de su público en El Madrigal, y a poco que la fortuna acompañe, levantar el gol en contra se antoja como algo muy posible. De momento, el equipo dejó buenas sensaciones y con eso deben quedarse los aficionados.
En cuanto al partido en sí, Garrido apostó de comienzo en el centro del campo por Marchena, Bruno y Borja Valero operando en la zona ancha y sacrificando de esta manera a un jugador puro de banda, como pudiera ser Wakaso o Camuñas. Si ante la ausencia de Cazorla ésta va a ser la disposición preferida por el técnico valenciano, al menos mientras no se fiche a un sustituto del jugador asturiano, será algo que sólo el tiempo dirá, pero, en principio, parece un planteamiento más defensivo que el que utilizaba la temporada pasada.
Sin embargo, la explicación puede hallarse en que el Odense llegó al partido de ayer más rodado que los amarillos al haber comenzado ya su liga, lo que pudo motivar que el entrenador del Submarino optara por tratar de sujetar mejor el mediocampo ante el mayor tono físico de los daneses.
En lo que no debe haber ninguna duda es en la filosofía de juego del equipo, que va a ser la habitual, tocar y tocar. Eso es lo que se vio ayer desde el primer segundo y lo que hace a este equipo reconocible en cualquier circunstancia. Es cierto que el nivel técnico del rival de ayer está a mucha distancia del que tiene el Submarino, pero los de Garrido también podrían haberse visto fácilmente imbuidos en la dinámica guerrera que quería plantear el Odense, y no lo hicieron.
Inicio flojo
El problema es que durante los primeros minutos de partido el toque del Villarreal no parecía llegar a ninguna parte, lo que hizo que fueran los locales los que a su estilo, más hosco, crearan más peligro en la portería contraria. Intensidad y velocidad eran los ingredientes utilizados por los jugadores del Odense, que ahogaban las intentonas de ataque de los amarillos casi en su inicio y salían como un tiro al ataque.
El empuje danés duró hasta que Rossi, Nilmar, Cani y Borja Valero ‘despertaron’ mediada la primera mitad. Bastaron un par de buenas combinaciones de la vanguardia atacante del Villarreal, sumadas a una ocasión de Musacchio de cabeza a la salida de un córner, para aplacar las ansias atacantes locales e imponer un dominio del partido que se tornó en aplastante.
Destacó especialmente el buen estado de forma mostrado por Rossi, que no ha dejado que todas las especulaciones en torno a su futuro que se produjeron en verano le distrajeran. El italiano fue el de los mejores días, una auténtica pesadilla para la zaga del Odense. Bajaba a recibir al medio del campo, trazaba constantemente peligrosos desmarques, se inventaba pases imposibles para sus compañeros… En resumen, un prodigio.
Dos tiros nacidos de su fantástica zurda estuvieron a punto de convertirse en gol, al igual que un ‘zambobazo’ de Cani desde 25 metros que se fue rozando la escuadra. El Villarreal merecía un gol y únicamente la mala suerte hizo que el marcador no se moviera durante los primeros 45 minutos.
Capítulo a parte merece también Borja Valero. El madrileño, ante la ausencia de Cazorla, ocupó una posición más adelantada en el campo, con Carlos Marchena de escudero, y lo cierto es que se convirtió en un perfecto mediapunta, suministrando balones a Rossi y a Nilmar sin cesar e incluso tratando de finalizar él la jugada.
Un solo pero al juego del Villarreal: ni Mario Gaspar ni Joan Oriol llegaban hasta línea de fondo para crear superioridad en banda. El trabajo de ambos hasta tres cuartos de campo fue excelente, pero se echaba de menos más ambición atacante por parte de los laterales.
Otro que mereció reproche fue el colegiado del encuentro, el esloveno Damir Skomina, que si bien no influyo decisivamente en el partido errando en una jugada decisiva, permitió mucho más a los daneses que a los vila-realenses, pitando a favor de ‘casa’ en cada lance dudoso.
El descanso llegó con la sensación de que el Submarino había dejado escapar una buena oportunidad para ponerse por delante del Odense en el marcador.
Más intensidad
A la salida de vestuarios la dinámica era la misma. El conjunto local aceptó que no podía discutir el dominio a su contrincante y confió su suerte a una defensa férrea y a enganchar algún contraataque. La diferencia era que la intensidad mostrada por los amarillos estaba un punto por encima que en la primera mitad, con lo que parecía difícil que el marcador no se moviera a favor de los visitantes.
Dos ocasiones muy claras llegaron en el transcurso de apenas un minuto, la primera para los locales. En el 58, Traoré enganchó una impresionante volea que Diego López despejó en una espectacular estirada. Prácticamente en la siguiente jugada, Nilmar Honorato enganchó la pelota poco más allá del mediocampo y encaró a toda la defensa danesa, que no pudo hacer nada para parar al veloz brasileño. Sólo Wessels, con una buena salida, pudo impedir que el tiro picado del ariete se convirtiera en el primer gol del encuentro.
El choque se convirtió en un acoso constante por parte del Submarino. Las ocasiones se sucedían, especialmente por parte de Rossi y Nilmar, que en el minuto 65 y 66 respectivamente estuvieron muy cerca de conseguir el gol.
La superioridad visitante invitaba a un cambio ofensivo. Las precauciones que había tomado Garrido en la zona ancha del campo se habían tornado en innecesarias dado el dominio que estaba desplegando su equipo sobre el campo. Sin embargo, el técnico valenciano esperaba y esperaba, quizás temeroso de que si movía alguna pieza del puzzle el rendimiento del conjunto se resentiría. No se decidió a mover ficha hasta el minuto 82, pero la sustitución fue como poco sorprendente. Y es que Garrido retiró del campo a un delantero, Nilmar, para introducir a un centrocampista, Camuñas.
La decisión fue bastante discutible, ya que habían otros futbolistas, como por ejemplo Cani, que daba más muestras de cansancio que el ariete brasileño. Sin embargo, la dinámica era la misma y ya hasta Joan Oriol y Mario Gaspar atacaban. Ambos disfrutaron de dos buenas ocasiones en los minutos 79 y 80, pero sus disparos salieron cruzados por muy poco.
Fallo garrafal
Y llegó la tragedia en el minuto 83, en una jugada de lo más intrascendente. En un saque de puerta, Diego López cedió a la banda a Zapata, que estaba a pocos metros, para comenzar la jugada. El colombiano, que debutaba en partido oficial con el Villarreal y que hasta el momento estaba cuajando un buen partido, dudó en el pase y dejó el balón muerto para Andreasen, que pasaba por allí y que se encontró con una ocasión inmejorable para marcar. El danés, a diferencia de sus rivales, no perdonó y puso un 1-0 a todas luces injusto.
A partir de ahí, las prisas. Entraron Marco Ruben y Marcos Senna posiblemente demasiado tarde, sobre todo en el caso del argentino, y el tanto en contra se convirtió en un mazazo demasiado grande para los amarillos, que con sólo siete minutos por delante ya no tenían fuerzas para levantar el partido.
En el balance final del partido, se echó en falta algo más de ambición por parte de Garrido, que no quiso introducir a más jugadores ofensivos a pesar del dominio de su equipo, que tenía prácticamente sometido a su rival. La pareja que hacen Bruno y Marchena en el medio del campo se antoja, y mucho más en este tipo de situaciones, como demasiado defensiva.
De cara al partido de vuelta, el valenciano tendrá que arriesgar más si quiere remontar el resultado, por lo que es previsible la entrada en el equipo de Wakaso, Camuñas o incluso Marco Ruben. En todo caso, la confianza en el equipo amarillo no debe decaer. Han sido muchas las ocasiones en las que ha debido remontar y en escenarios mucho menos favorables.