El buen olfato Puig
Puig ha vuelto a mostrar una vez más su buen olfato para los negocios y cómo pescar grandes piezas en aguas revueltas. En un momento en que los grandes emporios del lujo mundial -LVMH y PPR- luchan denodadamente por ampliar su muestrario, la firma española Puig reivindica un espacio, cada vez más importante, en esta industria. Lo hace de forma sigilosa. Sin embargo, sus últimos movimientos la catapultan como una de las irrupciones más impactantes del sector. La compañía barcelonesa, conocida tradicionalmente por su perfumes y productos cosméticos, ha dado la gran campanada al comprar la marca Jean Paul Gaultier.
El ‘enfant terrible’, una de las grandes agujas, abrió nuevos horizontes en su carrera al poner punto y final a su relación con Hermès. Durante siete años se encargó de la línea femenina de la casa de marroquinería. Considerado uno de los niños mimados de la moda, la relación de Gaultier con la firma gala se fue al traste con la muerte del presidente, Jean Louis Dumas, en mayo de 2010. Era sabido que el modisto, íntimo amigo de John Galliano, perdió la confianza de los ejecutivos al fallecer el jefe y que no hacía tan buenas migas con el heredero, Pierre-Alexis Dumas. Su salida estaba cantada.
Lo que en ningún momento se barruntó es que en juego andaba Puig. Desde hacía mucho tiempo ansiaba reforzar su puzle de marcas con una referencia en el exclusivo mundo de la alta costura. Puig ha tirado generosamente de talón. La aventura, evidentemente, no le ha salido barata. Se habla de que la adquisición del 45% de las acciones que poseía Hermès le supondrán un desembolso cercano a los 30 millones de euros.
Fiel a la discreción que caracteriza la política corporativa de la familia, los Puig tampoco han hecho público los millones que le han pagado al diseñador por el 15% de sus acciones. Gaultier se mantiene como director creativo y su influencia en el consejo de administración seguirá siendo importante al controlar el 40% del capital.
Temor a ser secuestradas
Pese a estas cifras, los analistas consideran acertado su fichaje. El modisto se mantiene en plena forma creativa y sus ventas siguen disparadas. A Hermès le dio un barniz de modernidad. En un revelador documental sobre su figura, algunas de sus adineradas clientas huían de las primeras filas de sus desfiles por temor a ser secuestradas, signo de la pujanza de este nombre que amenaza con romper los desequilibrios en la balanza de la moda.
Hasta la fecha, nadie discute el liderazgo de LVMH. Es propietario de más de 60 marcas de todos los sectores del lujo; desde vinos y alcoholes (como Moët Chandon, Dom Pérignon o Veuve Clicqot), hasta firmas de moda: Christian Dior, Louis Vuitton, Givenchy, Loewe, Céline, Marc Jacobs o Fendi. PPR no le anda a la zaga. Mantiene un ritmo envidiable con despampanantes propuestas: Stella McCartney, Gucci, Bottega Veneta e Yves Saint Laurent. Alexander McQueen, una referencia que vive curiosamente un fulgor extraordinario tras la muerte de su creador, completa la guinda.
Pero Puig empieza a levantar la voz. Fundada en 1914 por Antonio Puig Castelló, tardó ocho años en poner en el mercado su primer producto. No fue ninguna colonia. Se llamó ‘Milady’, el primer lápiz de labios fabricado en España. Dos décadas después, vio la luz un clásico de los hogares: Agua Lavanda Puig. Esta eau de toilette también sufrió los rigores del régimen franquista al obligar a la empresa a emplear materias primas que procedieran «enteramente de España»: romero, lavanda, espliego y limón.
Sin embargo, en los sesenta la compañía dio un giro de timón que ha continuado hasta la fecha. En pleno mayo del 68, alcanzó un acuerdo con Paco Rabanne. Al modisto guipuzcoano, que el próximo septiembre presentará la primera colección firmada por su nuevo diseñador, el indio Manish Arora, siguieron la venezolana Carolina Herrera y, posteriormente, Nina Ricci, que vive una segunda juventud de la mano del inglés Peter Cooping.
En manos de la tercera generación de la saga, la empresa mantiene también un significativo porcentaje en Adolfo Domínguez. La razón es clara. Aunque el negocio de la moda representa en torno al 5% de las ventas, crece a a ritmos del 25%. Puig sigue en busca de nuevas oportunidades. Tiene un importante aval. Hace un año reconoció un excedente de tesorería superior a los 100 millones de euros. Con unas ventas de 1.200 millones y un beneficio de 184 durante el pasado ejercicio, quiere mantener la esencia de su existencia. Si en su día se hizo con Myrurgia y Perfumería Gal, mantiene su buen olfato al fabricar, entre otras, las fragancias Shakira, Antonio Banderas, Prada, Come des Garçons y Valentino.