¿Cuál será el siguiente conejo que saque Mourinho de su chistera anti-Barça?
Por títulos ganados, Zeljko Obradovic, entrenador serbio del Panathinaikos griego, y Mourinho son evidentemente comparables. El primero lo ha ganado todo en el deporte de la canasta, mientras que el segundo ha hecho lo propio en lo futbolístico. Pero, además de eso, ambos comparten otras virtudes (a parte de tener un currículum envidiable): son dos técnicos astutos capaces de sacar de quicio a rivales superiores para acabar imponiéndose.
Eso es, precisamente, lo que hizo Obradovic en los cuartos de final de la Euroliga. A priori, el Regal Barça de Xavi Pascual era superior (aunque fuera ligeramente) al conjunto griego –hasta tenía ventaja de campo-, pero el técnico serbio fue capaz de arrastrar a los azulgrana hacia su juego lento, tedioso que, capitaneado por un gran Dimitris Diamantidis, acabó por desarbolar a un conjunto plagado de estrellas como el Regal Barça (actual campeón de la Euroliga).
Cabe remarcar que Obradovic, de la misma manera que ha hecho Mourinho, tampoco se olvidó de ejercer la presión correspondiente a los encargados de dirigir los encuentros, los árbitros. Es ya un clásico la imagen del técnico serbio con la cara roja, desencajada y la vena hinchada reclamando cualquier decisión arbitral (por clara que sea) contraria a sus intereses.
Mourinho, como buen estratega, está haciendo lo mismo que hizo Obradovic en la Euroliga en los clásicos que hasta el momento el conjunto merengue ha disputado ante el Barça. Quizás el primero de los choques, el de Liga en el Bernabeu, fuera distinto (‘Mou’ sabe que el campeonato liguero está perdido y no quiso quemar demasiados cartuchos en aquel enfrentamiento), pero en el copero el portugués supo sacar de sus casillas a un equipo tan trabajado como el de Guardiola para tenerlo (al menos durante 45 minutos) en jaque e intentar derrotarlo -como así acabó sucediendo.
El planteamiento del portugués en la final copera (presión sobrehumana, juego subterráneo y ataque sin complejos al colegiado) consiguió desconectar al Barça de lo que sabe hacer: jugar al fútbol. Lo mejor que le pasó al conjunto de Guardiola fue marcharse a los vestuarios en el descanso de la finalísima con empate a cero en el marcador. Es cierto que, en el segundo tiempo, los de ‘Mou’ pagaron el esfuerzo físico de los primeros 45 minutos; pero no es menos cierto que, con un poco de suerte de cara a gol, los merengues se podían haber marchado a la media parte con una renta considerable en el marcador (y ya sabemos con que eficacia gestionan los equipos del portugués las ventajas).
El Barça haría bien, en los futuros compromisos ante los blancos, en inhibirse de todo lo que plantea el Madrid para centrarse en su juego. Eso sí, siendo capaces de mutar (aunque sea ligeramente) en función del dibujo táctico que presenta el rival. En pocas palabras: adaptarse al escenario que propone el oponente sin perder la esencia propia. Ahí estuvo una de las claves de la final. El Barça, como anestesiado por la salida en tromba del Madrid, tardó en reaccionar. Ya lo dijo Guardiola en la rueda de prensa posterior a la final de Mestalla: “En la primera parte nos ha costado entrar en ritmo (…) en la segunda hemos tenido el control”.
Josep Pita.- Es posible que al de Santpedor le costara encontrar la tecla que desactivara el planteamiento de ‘Mou’ en Mestalla. Ante la presión blanca, quizás faltó enfriar el partido a base de asociarse (y no intentar romper la barrera blanca con guerras en solitario de Messi); ante la dureza de los jugadores merengues, una circulación del balón con más velocidad (aparte de una actitud más enérgica del árbitro) a lo mejor habría tenido sus efectos; y ante la presión arbitral blanca, quizás dejar a los jugadores de ‘Mou’ discutiendo con el árbitro y poner el balón en circulación lo antes posible buscando la sorpresa habría funcionado (como hiciera Busquets en una jugada de la primera parte de la final de Copa).
Veremos qué argucias tácticas prepara Guardiola para zafarse de las trampas que, sin duda, Mourinho ya está urdiendo desde su despacho de Valdebebas. El de Santpedor deberá aplicarse al máximo (como viene haciendo desde que es entrenador del Barça) si quiere tener posibilidades de estar en la final de Champions de Wembley que se disputará a finales del próximo mes de mayo. Pase lo que pase, la emoción en los próximos duelos está garantizada.