Evocación del Líbano y de su cardenal Boustros Steir
Miguel Ángel García Brera.- Acabo de leer la noticia de que Su Santidad Benedicto XVI ha aceptado la dimisión del Patriarca maronita del Líbano, Su Beatitud Nasrallah Boutros Steir e inmediatamente he evocado uno de los Congresos más notables de entre los que han celebrado la Federación Mundial de Periodistas de Turismo (FIJET) y la FEPET española mientras fui su presidente hasta agotar los dos mandatos que impuse al modificar sus Estatutos que anteriormente permitían reelecciones sucesivas y sin fin.
El Congreso que voy a resumir se desarrolló en Noviembre del año 1999 y fue dedicado, en su parte teórica, a analizar “La comunicación turística en momentos de crisis”, al tiempo que, en su función de conocimiento de otros países y recogida de datos para plasmarlos en crónicas que contribuyeran a la difusión de sus valores turísticos, nos llevó a realizar interesantísimas y variadas visitas como la de Chouf, sede de la reserva nacional de cedros – ya se sabe que es árbol enseña del Líbano- donde nos obsequiaron con un plantón del que anotaré que me traje a Madrid el mío, creció y vivió varios años en la terraza, aunque un buen día, sin saber por qué, pero supongo que de nostalgia de su bellísimo país, se marchitó. En nuestro periplo, llegamos hasta el Santuario de la Patrona del Líbano, la Virgen de Harissa, a la que pedimos por la paz con la emoción a flor de piel dado que aún no estaban cerradas las heridas de guerra que tanto habían hecho sufrir al país.
En el aspecto arqueológico, me sentí impresionado por la derruida Baalbeck, que no dudo en calificar de grandiosas con el añadido de que, durante su recorrido, la emoción es tan intensa que sin duda hay alguna fuerza telúrica embargando al visitante, sin perjuicio de que la sola majestuosidad de los templos, los palacios, los arcos y cuanto conforma el espacio habitado por unas ruinas, que se alzan negándose a ser tales y conformando un excepcional museo de recuerdos de varias culturas, es en sí mismo motivo bastante para poner el alma sensible en éxtasis. Y más todavía si recordamos la leyenda que refiere como Adán vivió cerca de esta ciudad o que Abraham tuvo algún tiempo en ella su residencia.
Durante esta parte peripatética del Congreso, recorrimos también Byblos tomando nota de su importante recuperación y conocimos Tiro y Trípoli de la mano de sus respectivos, y muy hospitalarios, alcaldes; aunque quizá ninguna ruta fue tan emotiva como hacer la de Sidón, dirigidos por la preparadísima diputada del Parlamento Nacional, la Doctora Bahia Hariri, proveniente de una, ya de antiguo, muy querida e influyente familia libanesa, hermana del que fue primer ministro, Rafij Harriri, que murió asesinado en una de esas etapas terribles sufridas por el país con alternativas de guerra y reconstrucción que son todo un síntoma del valor y la capacidad de un pueblo industrioso y listo, hoy extendido por todo el mundo, en el que sobresale y triunfa, sin olvidar jamás su tierra de origen. Escuchar a Bahia Hariri hablar de su Sidón adorado, paseando a la luz de un día que parecía un regalo de Dios a nuestro Congreso, fue una lección difícil de olvidar en el contraste de sus palabras de paz y de esperanza con las detonaciones que se escuchaban a esa misma hora, al otro lado del mar.
Pero, aún con tanto lujo de visitas y tantos lugares de un interés excepcional desde el punto de vista de la historia, de la arqueología, del paisaje o de la religión, particularmente emotivo fue para los periodistas, que el Cardenal ahora dimisionario, decidiera ofrecernos una Misa en la capilla de su residencia, oficiada en el rito maronita, en francés, y una entrevista de casi una hora durante la cual me sentó a su lado y le escuché palabras de aliento y esperanza en un periodismo defensor de los valores y de los derechos humanos, en una extensión en el mundo del orden religioso cristiano y en un arribo a tiempos de paz definitivos, no sólo para su machacada patria, sino para el mundo entero. Con una voz dulce y una serenidad de santo, Su Beatitud – ese es su tratamiento- escuchó también mi información sobre quiénes éramos, que pretendíamos en nuestra Federación y cuál era el objeto de la visita, haciendo votos por España y por el rey Juan Carlos I y dándonos su bendición, tras dejarle como recuerdo y muestra de la favorable impresión que nos causó, la medalla de plata de nuestra Federación. Ahora el Cardenal Nasrallah Boutros Steir, de noventa años, se retira tras un servicio a sus fieles y a su país de muchos años, veinticinco de ellos como Patriarca.
Habría para más de un artículo si tratara de resumir la calidad de los hoteles en los que tuvimos acogida o la bondad de una gastronomía y un buen servicio recibido en los distintos restaurantes y lugares visitados, pero desde luego no cerraré este articulo sin referirme a la visita al valle de la Bekaa, incluida la ciudad de Zahale, de gran ambiente cultural , cuna de más de cincuenta poetas, sólo contando los nacidos en el siglo pasado. En su urbanismo destacan los edificios por el contraste entre el rojo fuerte de los tejados y la piedra muy blanca de sus paredes. Pero en la Bekaa, había que llegar al corazón, la zona de viñedos cuidados con el mejor esmero y en la que visitamos la antigua bodega de los jesuitas, hoy de KSARA. Los muy buenos caldos de la zona y algunas delicias gastronómicas compartidas en una terraza con visita a las largas hileras de cepas muy cuidadas, animaron la despedida de nuestros obsequiosos anfitriones. Y aunque los periodistas especializados en turismo que conforman la Federación Mundial siempre somos bien recibidos, debo anotar que la organización del Congreso, a cargo de Georges Kahi, presidente entonces de la Asociación Libanesa y hoy emigrado a Canada, fue la baza fundamental para que contáramos no sólo con el afectuoso recibimientos del Patriarca, sino de las primeras autoridades civiles,- nacionales y municipales- y religiosas de otras confesiones, incluyendo también al entonces Primer Secretario de la Embajada de España, Antonio Polidura Álvarez-Novoa, cosa rara, pues es más frecuente que nuestros diplomáticos sean poco dados a tomar parte en los actos relacionados con visitas de españoles a los países en los que ejercen nuestra representación.