El Banco Central Europeo (BCE) aclaró ayer en qué consisten las decisiones rápidas y de «gran calado» que demandó en su último boletín económico a los países que, como España, sufren niveles insostenibles de déficit y están en el punto de mira de los mercados como candidatos a un rescate.

El presidente del supervisor europeo, Jean-Claude Trichet, fue algo más explícito en su visita a Madrid y consideró «extremadamente importante profundizar en las reformas estructurales en el mercado laboral y del sistema de pensiones» ya anunciadas por el Gobierno.

En una comparecencia conjunta con el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Trichet subrayó que «profundizar en estas áreas es esencial para la prosperidad económica» de España y también para el conjunto de la eurozona. Vinculó la firmeza de esas decisiones con el logro de los objetivos fijados para encarar la recta final de esta crisis: consolidación fiscal -vía recortes que permitan reducir el déficit de la Administración- y aumento del crecimiento, factor este último crucial para no perder el tren de la recuperación y reforzar la confianza.

Trichet hizo esas consideraciones tras clausurar junto a Miguel Ángel Fernández Ordóñez el V Seminario de Gobernadores de Bancos de Centrales del Eurosistema y de América Latina, celebrado en Madrid. Dejó claro que valora las «muchas decisiones importantes» ya adoptadas en España, en referencia a la reforma laboral aprobada por decreto en junio para afrontar la tasa de paro más alta de la UE y al anuncio lanzado la semana pasada por el Ejecutivo de que aprobará la reforma de las pensiones el próximo 28 de enero, haya o no acuerdo de los agentes sociales.

Turbulencias

Tras alabar esos compromisos, animó a los gobiernos de la zona euro a avanzar en el camino de fortalecer las reformas estructurales «que van a permitir crecer». El presidente del BCE prefirió no pronunciarse sobre los eventuales riesgos que todavía podría correr España por el cuestionamiento de su solvencia en los mercados de deuda soberana. Para poner al país a salvo de esos vaivenes, extendió una vez más la misma receta: reformas y más reformas, todas «las que hagan falta para protegernos de las turbulencias». Además, pidió a los gobiernos que expliquen bien a los especuladores cuáles son las medidas que piensan tomar para mejorar su credibilidad.

Trichet tampoco quiso poner fecha al cese de la actual tormenta financiera. «Hará falta tiempo», destacó, para que mercados, ahorradores e inversores perciban la entrada en escena de determinadas decisiones políticas que mejorarán la economía. A su juicio, «estamos en ese compás de espera». «Todos los gobiernos e instituciones están en la brecha y tendrán que demostrar de forma fehaciente que están haciendo lo que hay que hacer».

El responsable del supervisor europeo sacó pecho con miras al futuro inmediato. Destacó que el déficit esperado para el año que viene en toda la zona euro «es muy inferior» al previsto para las dos principales economías del mundo, Estados Unidos y Japón (a la que China disputa ese puesto).

Crecimiento

Trichet resaltó que, cuando echa la vista atrás y revisa el crecimiento del PIB en los países de la moneda única, observa cómo trimestre tras trimestre -desde el tercero de 2009, cuando Europa dejó atrás la recesión- «hemos tenido que revisar al alza nuestras previsiones de crecimiento para el año que viene».

El BCE acaba de resituar esa previsión para la zona euro en 2010 en un intervalo de entre el 1,6% y el 1,8% del PIB, la parte más alta de la horquilla definida en sus anteriores perspectivas. España quedará apeada de ese despegue y registrará una caída del 0,3%, según el programa de estabilidad del Gobierno.

Trichet también subrayó que desde la creación del euro algunas economías como la española «han avanzado rápidamente». «España iba muy deprisa, y Alemania muy despacito». Para el BCE, el actual ajuste «es bueno para todos», ya que el crecimiento de unos puede beneficiar a otros.

Respecto de la inflación, Trichet presumió de que la institución que preside está en condiciones de mantener la estabilidad de los precios en los próximos diez años.