¿El error Gómez?
No comparto la opinión general de que el triunfo de Tomás Gómez en las primarias socialistas madrileñas sea un revés para José Luis Rodríguez Zapatero; ni que ello suponga la aparición en el firmamento de la izquierda de un líder contrario al presidente del gobierno o un futuro sustituto; ni de que tenga un discurso distinto al que ha mantenido Rodríguez Zapatero; ni que sea la confirmación de la decrepitud del liderazgo del Secretario General del PSOE. Tampoco estimo, más allá de lo que se limitaría a una tímida y temporal desvinculación táctica, expresada a través de declaraciones más o menos concretas, que las aparentes sacadas de pecho, jaleadas por diversos medios, de Fernández Vara, José Antonio Griñán o del presidente de Castilla-La Mancha sean la confirmación de la ruptura entre ZP y sus barones.
Curiosamente, tanto los medios afines al socialismo como los contrarios coinciden, por intereses muy distintos, en la interpretación; pero ello no quiere decir que la realidad confirme la teoría. La izquierda, el socialismo, ha puesto en marcha una estrategia cuyo objetivo es minimizar al máximo el efecto de voto de castigo al presidente que se dará en las próximas elecciones municipales y autonómicas. En ellas, el PSOE necesita obtener un número global de votos suficiente para que la diferencia con el PP no resulte importante; cuenta a su favor con la habitual dispersión del voto que en las generales va al PP pero que en las municipales se dirige hacia candidaturas locales. El PSOE necesita mantener los gobierno autonómicos que domina desde hace décadas para minimizar su previsible pérdida de votos, aunque sea sin mayoría absoluta; también necesita mejorar sus resultados en las tres circunscripciones en las que muy difícilmente el socialismo podría hundirse más (Murcia, Valencia y Madrid), y, llegado el caso, pactar con CiU para continuar en el gobierno catalán, ya que rehacer el tripartito de izquierdas se juzga imposible en Cataluña. En función de esa estrategia el PSOE ha reorientado su táctica sin que el PP y los medios anti-ZP parezcan haberlo percibido.
Desde el PP y sus afines, cuyo gran objetivo estratégico es forzar la convocatoria de elecciones anticipadas, la táctica que han puesto en práctica consiste en debilitar al máximo la imagen de José Luis Rodríguez Zapatero. De ahí que su discurso sea destructivo y no propositivo, porque su opción es encauzar la evidente corriente anti-ZP que existe en la sociedad española en beneficio propio. Por eso enaltecen al máximo la teórica y deseada rebelión interna del socialismo contra el presidente.
Lo que nadie parece ver es que tácticamente esa es la imagen que intenta difundir el socialismo para evitar el efecto del inevitable voto de castigo en las próximas elecciones. Por ello, los populares, sin aparentemente ser conscientes de ello, están favoreciendo al socialismo.
A diferencia de la opinión al uso yo estimo que lo que ha hecho el PSOE en Madrid es fabricar un líder mediático viable. Trinidad Jiménez era el cordero dispuesto para el sacrificio: bien fuera ante Esperanza, bien ante Gómez. El objetivo socialista en Madrid no es ganar, es mejorar los resultados para mantener los porcentajes de voto. Es una maniobra mediática. El PSOE ha seguido el manual americano que catapultó a Obama frente a la mucho más solvente Hillary. En España, Gómez y Trinidad asumieron los mismos roles. Ahora el PSOE tiene un candidato conocido que minimiza, por la interpretación usual de su triunfo en clave anti-ZP, el efecto del voto de castigo que en Madrid podía haber sido mortal. Gómez es, en virtud de todo ello, el candidato perfecto y ese es precisamente el “error Gómez”. Un equívoco en el que han incurrido la mayor parte de los políticos, los media y los analistas.