Cartas desde Colombia: Mocoa
Carlos Arturo Calderón Muñoz.- El 13 de noviembre de 1985 el municipio tolimense de Armero fue sepultado por una avalancha de lodo que causó la explosión del Volcán Nevado del Ruiz, más de 20.000 personas murieron, en un lugar con menos de 30.000. Con 3 meses de antelación vulcanólogos intentaron alertar al gobierno nacional de la inminente tragedia, pero no fueron escuchados, de hecho fueron ridiculizados. Con el anuncio de la catástrofe la ayuda empezó a llegar de todo el ancho mundo, esta, como es habitual por acá, no logró canalizarse de forma adecuada. Al mismo tiempo que rescatistas de la Defensa Civil y la Cruz Roja luchaban contra el tiempo para salvar a los heridos, oleadas de saqueadores robaban lo que podían. He sabido de tipos que no tuvieron problema en arrancarle el dedo a un cadáver para quedarse con el anillo que portaba.
El símbolo de la tragedia fue una niña de 13 años. Una mestiza acanelada conocida como Omayra Sánchez; por tres días estuvo atrapada de la cintura para abajo entre placas de cemento, lodo y los cuerpos sin vida de sus familiares. Existían dos opciones para sacarla, amputarle las piernas o usar una moto bomba para drenar el lodo; la primera opción la hubiera matado, por su parte la motobomba, una insignificante motobomba, no llegó a tiempo para salvarla. Mientras rescatistas y policías intentaban desesperadamente salvar a Omayra de una muerte que un gobierno inútil no quiso evitar, ladrones sin alma robaban cerdos en propiedades cercanas. Omayra no rogó desesperadamente por su vida, con estoicismo pensaba en las materias del colegio, les pedía a los rescatistas que descansaran y hasta les decía a las cámaras de televisión que iba a salir triunfante de ese predicamento. El 16 de noviembre este país te dejó morir, este país de mierda, como dijo César Augusto Londoño el día que mataron a Jaime Garzón, te falló Omayra.
En este 2017, cuando mi mente todavía estaba perturbada por las muertes que la ola invernal había causado en la capital de mis hermanos peruanos, la ciudad de Mocoa fue golpeada por una avenida torrencial, destrozando barrios enteros y llevándose cientos de vidas. Nuevamente se había alertado con anterioridad de la tragedia, 9 meses antes. Otra vez ha llegado ayuda de todo el mundo, hasta los moros de los Emiratos Árabes están enviando gordos cheques.
Cómo van las cosas los únicos que no se van a beneficiar de esa ayuda serán los mocoanos. La plática se está perdiendo en manos de burócratas. Al tiempo que las cámaras de televisión mostraban a las víctimas, la policía capturaba saqueadores, personas de Ibagué llegaron para inscribirse en las listas de damnificados y así recibir ayudas humanitarias por una tragedia ocurrida en un lugar en el que nunca habían estado y en la lejana Bogotá, estafadores pedían fondos a los ciudadanos diciéndoles que eran para ayudar a Mocoa.
En el 85 las cercanas fiestas decembrinas hicieron que la colectividad olvidara a Armero; hoy, entre tanta novela y partidos de fútbol la tragedia está siendo ahogada en un torrencial de entretenimiento. 32 años y nada cambió y para ser honestos, nada cambiará en el futuro cercano. Actualmente existen 385 poblaciones en las que podría ocurrir una catástrofe como la de Mocoa, juro que no vamos a hacer nada para evitarlo.
Las líneas de este texto podrían ser tituladas cómo “Armero”, “Palacio de Justicia”, “Falsos Positivos” o “Gaitán” da igual, este es simplemente el capítulo más reciente de la historia de un país acostumbrado a la muerte. Me es imposible reprocharles a mis compatriotas la facilidad con la que aceptan la tragedia ¿Cómo podría hacerlo? cuando en este país es tradición que los terroristas del marxismo se hagan alcaldes de la capital o el capo del paramilitarismo se convierta en Presidente. Aquí es común que los niños indígenas mueran de hambre, (casi siempre porque los papás son unos irresponsables) o que los ancianos fallezcan haciendo filas en las que esperan los medicamentos para combatir el cáncer. Nos volvimos inmunes a los carros bombas, a los niños sicarios, a ver cómo los disidentes eran picados con motosierra. Es normal que los estudiantes violen profesoras y que los narcotraficantes financien presidentes.
Nos quejamos de los políticos a los que les vendemos nuestro voto por una empanada. Mentimos para obtener subsidios, sobornamos funcionarios y lloramos para que hayan más días festivos. No es culpa de nuestros dirigentes, tenemos lo que pedimos. Amamos a Pablo Escobar, justificamos a los terroristas de las FARC, estamos más orgullosos de una estrella porno que de nuestras mujeres en la NASA. ¿Hay Consuelo en medio de tanta descomposición? … Sí… Consuelo… Ese era su nombre.
El mismo día que Omayra murió, una pequeña trajo la esperanza. La motobomba que no pudo salvar a la valiente niña inmortalizada por la fotografía de Frank Fournier, le dio a la vida la oportunidad de volver a nacer. Otro grupo de rescatistas, a unos minutos de la posición de Omayra, batallaban para sacar a una señora con 8 meses de embarazo del fango. A la criatura no se le ocurrió mejor idea que nacer prematuramente, con la motobomba que llegó muy tarde para salvar a Omayra y el trabajo de los abnegados rescatistas, pudieron sacar a la mujer del lodo y le hicieron una cesárea para traer al mundo a una niña ¿qué nombre sería bueno ponerle? ¡Consuelo! Aquellos que vieron el último suspiro de Omayra confundieron sus lágrimas con risas al ver como un helicóptero se llevó a la madre y a su recién nacida para que empezarán de nuevo.
No importa lo nefasto del panorama, la vida siempre emerge victoriosa porque en la manifestación material del amor. Al ver que los dramas sociales de mis hermanos a lo largo del continente tienen tantos parecidos con los de esta tierra del olvido condenada a 1.000 años de soledad, les puedo decir sin temor a equivocarme que esas penurias no son un obstáculo para el triunfo de la voluntad. Al mismo tiempo que el Cártel de Cali y el M19 propagaban el terror, incontables anónimos de la Defensa Civil Colombiana consagraban voluntariamente sus vidas para salvar las existencias de otros. Sin importar los millones de pecadores, al padre García Herreros siempre le bastaba con un minuto diario para devolverle la esperanza a los desposeídos. ¡Qué gran bendición ha sido nacer en uno de los territorios más barbáricos vistos por el hombre! Así le puedo dar al mundo la buena nueva de que no existe un oscuridad tan potente como para extinguir la llama de la esperanza.
Ángeles anónimos han sido la salvación de numerosos niños y sus mascotas en Mocoa, a pesar del carnaval tragicómico de este país de puros criollos vamos a poder reunir suficientes quijotes como para retomar el rumbo de la hispanidad suramericana. No pierdan la calma hermanos, todo es tal y como debería ser; tenemos las condiciones perfectas para la prosperidad. ¡Estamos en medio del caos!
*Desde San Bonifacio de Ibagué, Colombia
Este erudito a la violeta (soy de la misma ciudad) se le olvida que el cabalero de la triste figura era un rico que se chifló por leer en exceso libros de caballería (que en su época eran el equivalente a los videojuegos o a Star Wars y afines). Cervantes CRITICÓ mordazmente el efecto de estos libros sobre la psique del hombre cristiano (fuese campesino, noble, burgués, plebeyo, miembro de la clerecía) tratándolos casi de drogas alucinógenas (obvio, el término no lo usa) o enagenadores. Es claro señor Castañeda que usted apunta a muchas verdades de Colombia, pero hay que… Leer más »
Los indios indígenas son razas selváticas tropicales. Van desnudos. Civilizarlos es imposible. Se les cristianizó como herramienta civilizatoria y educó en escuelas españolas construidas en América. Ciertamente se consiguieron progresos, pues la educación y religiosidad avanzadas producen grandes logros. Sin embargo, cometimos el gravísimo error de tratarlos como iguales cuando no lo son. Su genética tiende a los mismos comportamientos selváticos de los que proceden. No se puede cambiar una condición genética de decenas de miles de años en sólo 500 años, sobre todo si ellos no quieren cambiar y odian a sus maestros. Darles el mismo derecho al voto… Leer más »
Por favor, LEAN este artículo de Voz Populi. Se sorprenderán de los razonamientos de la autora:
http://www.vozpopuli.com/cultura/Maria-Elvira-Roca-intelectuales-Espana_0_1027697384.html
¡Atención! NECESITAMOS AUMENTAR NUESTRA AUTOESTIMA COMO NACIÓN y como ‘raza hispana’. No lo harán los políticos actuales ni las instituciones, por descontado ¿Quién lo hará?
Las opiniones de la autora, son algo más que opiniones, están perfectamente documentadas, contrastadas y con un enfoque de una racionalidad científica impoluta. La historia se debe enfocar con realismo, con lo que hay y existe en cada momento, estableciendo comparaciones y observando las cosas que tenemos delante de las narices, comprendiendo con profundidad. El resto son patrañas ideológicas al servicio de tal o cual interés. He leído sus libros, además de muchos otros y ahora puedo ver la trastienda de algunos sesgos, parcialidades y tergiversaciones. Al menos, es interesante no morir tonto o un poco menos tonto.
Hispanoamérica siempre en mi corazón. Ojalá llegue a ser lo que puede ser, con la voluntad de los hombres y la ayuda De Dios.