Fernando Soler.- La reina Sofía ha sido ovacionada por el público congregado en los alrededores de la Iglesia del Cristo de Medinaceli, cuando ha rendido la visita tradicional de un miembro de la familia real a la milagrosa imagen. Lo significativo del momento estriba en que se produce en pleno escándalo por las declaraciones de Corinna, en las que hace pública su condición de amante de Juan Carlos de Borbón, algo que era ampliamente conocido en los mentideros durante los últimos años –su nombre en clave para el CNI y la Guardia Real era ‘Ingrid’- pero que no había saltado a la opinión pública hasta que Diego Torres hizo públicos los correos electrónicos.

La sociedad española está siendo sometida a un rápido baño de realidad, después de cuarenta años de farsa y mentiras de Zarzuela. El matrimonio entre Juan Carlos y Sofía está muerto y es sólo de conveniencia desde que en 1975, poco después de la muerte de Franco, la reina pilló in fraganti a su esposo con otra en la cama en una finca de los Montes de Toledo. Juan Carlos había ido supuestamente de cacería y Sofía quiso darle una sorpresa, aunque la más sorprendida fue ella. Sofía ha decidido mantener su matrimonio, sublimando su posición de madre y refugiándose en su familia, sus hermanos Constantino e Irene, con los que pasa largas temporadas en Londres.

Desde ese momento, se han cuidado ciertas formas por parte de Sofía, que aunque víctima también es consentidora, en lo que ha sido una completa farsa escenificada para el pueblo español. Las fotografías navideñas, los posados en las celebraciones… no han sido más que de cara a la galería.

Juan Carlos ha mantenido numerosas relaciones sexuales. La más prolongada, durante catorce años, con la artista Bárbara Rey, a la que hubo que estar pagando durante tiempo por su silencio. Bárbara Rey denunció que su casa había sido asaltada buscando material sensible de esa relación y culpó de ello a Manuel Prado y Colón de Carvajal. Así consta en una denuncia presentada en Comisaría. El trabajo sucio lo realizaron agentes del CNI, pues se sospechaba que Juan Carlos había sido grabado en su noche de despedida de la tórrida relación. También se le sitúa en amistad entrañable con Paloma San Basilio. Y está confirmado que ha viajado a Rumanía en cacerías con la presentadora Ana Igartiburu.

En los veranos en Mallorca, mantenía relaciones con una señora de la burguesía catalana, con la que incluso se ha comentado que ha tenido descendencia: una hija. Los periodistas miraban para otra parte, como Sofía, cuando Juan Carlos acudía al encuentro de la dama.

Sin embargo, todas estas relaciones, mantenidas para su consumación muchas de ellas en un chalet del Centro Nacional de Inteligencia, en la zona de Puerta de Hierro de Madrid, no pasaban de la consideración clásica de amantes. Ese esquema se ha roto con Corinna, que ha pasado a ser la esposa de facto en los últimos cuatro años, ha hecho negocios conjuntos con Juan Carlos en Arabia Saudí, ha recibido regalos multimillonarios en forma de joyas, y ha vivido en El Pardo y en la propia Zarzuela.

Juan Carlos llegó a informar a sus hijos de que Corinna era la mujer de su vida. De hecho, el año pasado Juan Carlos realizó tres viajes con Corinna, contra el parecer de los médicos. El último de ellos, el publicitado a Botswana, donde se fracturó la cadera, lo que le puede llevar a quedarse paralítico, al menos durante una larga temporada, un dato que juega a favor de la abdicación.

Es decir, cuando Iñaki Urdangarín invitó a Corinna a Valencia Summit sabía que era la amante de su suegro, lo que sugiere una ambientación morbosa en la familia Borbón. Sin pruebas por ahora, se está poniendo en circulación que Urdangarín también habría sido tentado por la ambiciosa rubia germana.

La venganza de Sofía a esta permanente infidelidad –desde ese día de 1975 no han vuelto a dormir en la misma cama- ha consistido en gestos como retrasar su visita a la clínica tras el accidente de Botswana o no entrar en la habitación cuando Juan Carlos fue operado del pulmón en Barcelona. Puede decirse que es la única que mantiene niveles de popularidad elevados, porque ella no ha dado escándalo, aunque, obviamente, lo ha sufrido. También fue la que impuso la visita de Iñaki Urdangarín a la Clínica en un intento por mantener los tenues lazos de una unidad familiar inexistente.

Es preciso resaltar que durante cuarenta años, Zarzuela y el sistema han tenido capacidad de mantener el engaño, hasta el punto de que la propaganda cortesana incidía en la ejemplaridad como uno de los elementos de legitimación de la corona. Con trasfondo despectivo, Juan Carlos definió a Sofía como “profesional”. Corinna quiere ahora romper un matrimonio muerto desde hace cuatro décadas, en medio de una crisis institucional que puede hacer pasar del “Corinna o Corona”, con el que se impulsó a Juan Carlos a romper la relación, gestión que realizó Alberto Alcocer, quien acompañó a la amante regia hasta Mónaco, al “ni Corinna ni Corona”.