“Mis experiencias con Bohórquez”: El giro interesado hacia los populares (5)
Bueno, pues con la campaña de desprestigio llegando a su máximo exponente, y el fracasado intento de deshacerse de Bohórquez por parte de los socialistas, alcanzamos en enero de 1991 la elección al candidato a la Alcaldía por el Partido Popular. Bohórquez, al que, de una forma u otra, debían agradecimiento por la rotunda victoria popular de 1990, inició una pre-campaña proponiendo él directamente, como si fuera un órgano del partido popular, a un candidato: un médico anestesista, antiguo jugador de baloncesto y deportista consagrado, de un natural muy simpático y del que la gente que lo conocía hablaba bien. Además, contaba con un don de gentes muy apreciable y una capacidad de hablar en público sencillamente sobresaliente. Hasta ahí, perfecto, pero, también, era una persona que había tenido unos intereses empresariales comunes con Bohórquez, participando en una sociedad para la explotación de un pub en el paseo marítimo, sobre un local propiedad de Bohórquez. Se trataba de Ignacio Velázquez Rivera.
Era la época de esplendor de una nueva amistad, súbita y desinteresada como todas las del editor, con Jorge Hernández Mollar (un hombre que hizo grandes cosas por esta ciudad, y sólo hay que acudir a un buscador en internet para conocer sus variadas e importantes iniciativas en beneficio de los melillenses, primero como Senador, luego como Diputado nacional, y finalmente como Diputado en el Parlamento Europeo) y la nueva cúpula del PP de Melilla, de los Carlos Benet Cañete (nuestro más popular senador), José Luis Pozas, y otros; que estaba sucediendo a otra de los Luis Fernández Muñoz, Diego García de Haro (un señor donde los haya), Eduardo Guerras Melenas (un gran científico que se metió a político), Eduardo de Castro Pastor, José Luis Sánchez Usero (otro señor que prestó unos grandísimos e impagables servicios a Melilla).
El partido popular en Melilla, al igual que el nacional, estaba entonces modernizándose en la ciudad después de una profunda crisis más o menos desde 1988, y de la época del fallido liderazgo de Hernández Mancha. La causa parece que fue un asunto de principios. El Diputado al Congreso, el Sr. Sánchez Usero, se pasó al grupo mixto en el Congreso cuando conoció las interioridades del acuerdo PSOE-AP para completar el mapa autonómico español con los estatutos de autonomía de Ceuta y Melilla, porque habían pactado una autonomía descafeinada, aún más de la que fue aprobada finalmente en 1995 y que es la actualmente vigente.
Más adelante, por otras razones, se fue apartando Luis Fernández y el resto de la vieja guardia popular, hasta que entregaron el testigo a Jorge Hernández Mollar, entonces senador, que asumió el reto personal de convertirse en el nuevo Presidente de los populares en Melilla, y que tenía que personificar la nueva etapa de refundación y modernización del Partido, una vez que José María Aznar había llegado a ser el nuevo Presidente del ahora renombrado como Partido Popular.
Esta nueva directiva popular quedó inicialmente atrapada, por la propia dinámica de la vida política de Melilla, en los amorosos brazos del editor, y luego este los fue desechando uno a uno. A pesar de los avisos que les llegaban sobre Bohórquez, la nueva ejecutiva de los populares acabó, aún con ciertas reticencias, dejándose querer, e Ignacio Velázquez fue nombrado como candidato popular a la Alcaldía. La primera parte de la función estaba servida. Luego vinieron otros cuatro meses de campaña de desprestigio contra Gonzalo Hernández y de posicionamiento para Ignacio Velázquez, ya que era un completo desconocido para muchos melillenses. Además, para asegurar la victoria, el PP pactó con la Unión del Pueblo Melillense para que candidatos de esta última formación concurrieran a las elecciones dentro de la lista del PP, evitando que esta se presentara por separado, motivo por que consiguieron incorporar a dos candidatos en puestos de privilegio.
El resultado fue una victoria del PP, pero sin alcanzar la mayoría absoluta: 12 concejales de los 25 posibles. Para asegurar el Gobierno sin sobresaltos había que pactar con otro partido. Los efectos electorales combinados de la campaña de desprestigio contra Gonzalo Hernández y Manuel Céspedes, con una persecución obsesiva contra ellos que duraba ya casi dos años, así como la cooperación con UPM, apenas había llevado a un aumento de 365 votos sobre la suma de los que obtuvieron ambos partidos por separado en 1987, mientras que la pérdida de votos para el PSOE fue de poco más de 500. Para tan poco resultado no hubiera hecho falta tanta movida. O sea, que la eficacia de la “pluma” era más que dudosa entonces, y ya no digamos ahora, porque, afortunadamente, los ciudadanos no somos tan tontos como algunos listillos pueden creer. Sencillamente, el cambio de tendencia estaba marcado. Se preveía un final del ciclo de Felipe González, y en Melilla ya habíamos tenido un antecedente con la repetición de las elecciones de 1989 y el consiguiente vuelco electoral. No obstante, el editor se había volcado durante la campaña con sus ataques contra el PSOE. Son sintomáticas las portadas del día anterior a la elección y la del mismo día de esta. El objetivo era evitar que el voto “musulman” fuera mayoritariamente a las alforjas del PSOE.
El pacto de gobierno no podía ser con otro partido que no fuera el Partido Nacionalista de Melilla, que había obtenido unos honrosos 1.800 votos, a pesar de la campaña, también con tintes de marketing americano, emprendida por su candidato, D. Enrique Remartínez Buera, el cual no pudo conseguir arañar más participación debido a la tendencia a la bipolarización del voto entre los dos grandes partidos nacionales que ya era perceptible en esos años, y no sólo en Melilla.
Y así, ambos partidos, con el aplauso, el beneplácito y también la presión del editor, llegaron a un pacto de gobierno, que era lo natural porque ambos eran partidos conservadores de derecha y era normal que llegaran a entenderse. Como curiosidad, en los días posteriores a las elecciones, y simplemente porque los del PNM hicieron el acto de entrevistarse con los del PSOE para escuchar su oferta de una potencial coalición para gobernar conjuntamente, ya se desató la ira del editor. Y es que, realmente, no se sabía quien había ganado: si lo había hecho el PP, con su candidato Ignacio Velázquez a la cabeza; o lo había hecho Bohórquez, o ambos.
Julio Liarte Parres es economista y funcionario de la Ciudad Autónoma de Melilla. Prestó sus servicios en el Ministerio de Trabajo, precisamente en el departamento encargado de las ayudas a empresas de nueva creación; y luego ha hecho lo propio como gerente de la empresa pública Proyecto Melilla, SA, entidad especializada creada por el entonces Ayuntamiento de Melilla para fomentar la creación de empresas y empleos en la ciudad.
En la actualidad es diputado autonómico y portavoz del grupo Populares en Libertad (PPL), un partido escindido del PP y que lidera el ex presidente de la Ciudad de Melilla, Ignacio Velázquez Rivera.