Los ganadores del concurso. con el embajador de EE.UU.

A. Robles.- Otra vez el fomento de la tolerancia donde menos falta hace. ¿Qué gesto de magnanimidad mayor que el haber dado trabajo y un futuro a millones de inmigrantes que llegaron a Europa, a veces ilegalmente, porque en sus países se les negaba literalmente ambas cosas?

La confluencia de intereses entre los defensores de la multiculturalidad en Europa y los islamistas empieza a ser tan llamativamente descarada que al final corren el riesgo de que las advertencias sobre el detallado plan para la reversión cultural y demográfica en el viejo continente terminen calando en la conciencia ciudadana, hoy tan anestesiada.

Los panegiristas de la rendición europea ante los enemigos de la cultura cristiana, emboscados en la ideología del progresismo y la tolerancia, ya ni siquiera hacen el esfuerzo de simular sus claudicantes objetivos.

La embajada de EE.UU en Austria ha llevado a cabo una campaña a favor del multiculturalismo a través de un concurso sobre el tema “Diversidad y Tolerancia” . El vídeo ganador ha sido uno que lleva por rimbombante título: “Tolerancia en lugar de Ignorancia”. (Pinche aquí para ver el video premiado”).

En él aparece la recreación de un metraje mudo, donde tres jóvenes (un chico y dos chicas) se hallan sentados en un banco público, en distraida y risueña conversación, bajo una suave lluvia. Irrumpe en la escena una mujer ataviada con el burka, que toma asiento en el mismo banco. La actitud de los jóvenes es de estupor, primero, y de rechazo luego hacia la velada intrusa. Tras intercambiar unas miradas de contrariedad, los tres jóvenes deciden abandonar el lugar, dejando sola a la joven del burka. Posteriormente, en un final de cuento de hadas, una de las jóvenes ofrece solidaria su mano a la musulmana. Ha triunfado el amor y la tolerancia se impone a la sinrazón del rechazo a un inofensivo burka, símbolo como se sabe de la benignidad de los musulmanes con sus mujeres.

Sorprende que una iniciativa tan loable desde el punto de vista de la corrección política contrapuntada en Europa sólo por unos cuantos ‘xenófobos’, no sea sin embargo trasladada por los tolerantes norteamericanos a lugares del planeta mucho más renuentes a la diversidad. ¿Por qué no un concurso sobre el tema “Diversidad y Tolerancia” en Arabia Saudí, Yemen, Bangladesh o Pakistán? El argumento podría ser de lo más prolífico. Aportamos un par de ideas:

Dos jóvenes con el burka aparecen sentadas en un banco público de Riad, capital de Arabia Saudí. Ojean quedamente el Corán. Inesperadamente se acerca a ellas una tercera, pizpireta y jacarandosa, vestida a la moda occidental. Las dos recatadas saudíes observan con odio y soslayo a la intrusa. Luego piden a voces el auxilio de la Policía para la Prevención del Vicio, dos de cuyos miembros llegan jadeantes hasta el lugar de los hechos, donde detienen sin miramientos a la occidentalizada criminal, entre grandes aspavientos y declamaciones coránicas. 

En la siguiente secuencia aparece la infeliz rodeada por una turba enfervorecida que quiere presenciar el lacerante castigo al que será sometida por su incasto atrevimiento: veinte interminables latigazos. 

La expectación es máxima. El ambiente lo domina el deseo de venganza, la sed de escarnio y algún jipio lastimero. Justo antes de que la primera piedra mutile la espalda de la desdichada, surge de entre la turbamulta el embajador norteamericano disfrazado de cow boy. Arremete con su Colt 45 contra el verdugo y salva a la chica de la luciferina ética de los saudíes, entre sonidos glotales y aplausos. La Justicia del tío Sam se impuso al fanatismo y el terror. Y todos felices. Servidor el primero.

El corolario podría ser la excarcelación de los cientos de saudíes que tuvieron la ocurrencia de regalar flores rojas a sus novias el día de los enamorados. Claro que todos sabemos que adoctrinamientos en nombre de la tolerancia sólo son contemplados bajo algunos presupuestos, entre los cuales no figura el victimismo de los cristianos europeos. Ni siquiera se tiene la elemental prudencia que sí observan en cambio hasta los mafiosos de la Quinta Avenida: que el crimen parezca un accidente. Para qué si el finado europeo parece estar encantado con su óbito.

En definitiva, que los islamistas no necesitan esforzarse: sobran colaboracionistas y tontos útiles en las filas occidentales. Los ganadores del video austriaco, por ejemplo.